No me gustan las versiones concierto, vaya por delante. La escena es un porcentaje importante de la totalidad de la obra de la misma forma que la interpretación es una parte importante del canto operístico, y eso sólo se puede apreciar de verdad en una función escenificada. A punto estuvo este factor, junto al pésimo sonido del auditorio en el que se representó este Mefistofele y el elevado precio de las entradas con buena sonoridad, de dejarme en casa. Pero al final hubo otro factor que pesó más, el hecho de que la obra representada fuese una de mis favoritas y de que es poco probable que vuelva a tener la ocasión de escucharla en directo, mucho menos acompañada por una puesta en escena. Al menos en el previsible futuro de Traviatas, Toscas, Butterflies y demás que se cierne sobre Les Arts.
Mefistofele es, como ya he dicho, una obra por la que siento una especial debilidad. Se trata de una obra irregular, con momentos muy bellos y otros más vulgares, que combina el efectismo con la delicadeza, el canto exaltado con el recogimiento, todo ello tomando como base un libreto que, debido a la sustanciosa mutilación a la que le sometió el autor después del fracaso de su estreno, presenta las diferentes escenas como cuadros inconexos y dificilmente comprensibles para quien no tenga un conocimiento previo de la historia de Fausto. Quizá por esto sea una obra que se adecua especialmente a las versiones concierto, como también lo hace otra de mis obras favoritas de similar temática, La damnation de Faust de Berlioz.
El primer requisito para que una representación de Mefistofele sea exitosa es contar con una buena orquesta y un buen coro, algo que daba por descontado, aunque con la duda de cómo respondería la Orquestra de la Comunitat Valenciana a las órdenes del director Nicola Luisotti. Afortunadamente, lo hizo muy bien. Luisotti es un director enérgico (sin llegar a la exageración del futuro titular de la orquesta) pero de gesto claro, que supo encontrar en todo momento el tempo adecuado y jugó con las dinámicas a la perfección. Se le veía contento con el sonido que estaba extrayendo de la orquesta, disfrutando en el podio y entregándose. Me gustó mucho su labor, ojalá vuelva a vérsele más a menudo por Les Arts. Como única pega, un exceso de decibelios en el prólogo y el primer acto que corrigió rápidamente y al que sólo volvió al final del epílogo, en un final espectacular en el que el pobre Abdrazakov quedó tapado por completo.
El Cor de la Generalitat Valenciana, estupendo en toda la obra, fue quien se encargó de poner esos decibelios extra, algo de lo que hay que culpar a Luisotti y no a ellos, pues demostraron sobradamente que saben cantar tan bien en fortissimo como en pianissimo y en toda la gama intermedia. Supongo que Luisotti pensó que, con un coro tan bueno, quién necesita solistas. Y la verdad, no le culpo. Algo menos me gustó la Escolania de la Mare de Déu dels Desamparats, cuya intervención, también hay que decirlo, es posiblemente lo más flojo de la partitura.
Pasando a los solistas, tenía miedo de que tanto el bajo como el tenor elegidos para los papeles principales fuesen poco adecuados por tratarse de voces pequeñas, especializadas en repertorio belcantista, que se enfrentan a una obra con una orquestación densa y una línea de canto más cercana al último Verdi o al primer Puccini que a Donizetti y similares. Algo de razón tenían mis sospechas. Sobre las sopranos, dado que no conocía a ninguna de las dos, podía esperarse tanto lo mejor como lo peor, que de todo nos ha traído Helga, y esta vez nos trajo una de cada.
Ildar Abdrazakov es un buen bajo, elegante y buen fraseador, pero no es voz para Mefistofele, pues este papel requiere un volumen y una rotundidad, sobre todo en los graves, que le son completamente ajenos. De hecho, intentando sonar como el bajo que no es, falseó con frecuencia su registro medio y grave, lo que restaba belleza y credibilidad a su canto. Aún así, su actuación fue muy buena y en los fragmentos en los que se encontraba más cómodo y en los que no tenía que luchar contra el volumen de la orquesta demostró ser un muy buen cantante. Me gustaría volver a escucharlo en un papel en el que se encontrase más cómodo, como en el Moïse et Pharaon de Rossini que va a cantar en Roma bajo la batuta de Riccardo Muti. También va a cantar el Procida de I vespri siciliani en Turín, papel que tampoco me parece el más indicado para su voz.
Ramón Vargas cuenta con el mismo handicap que Abdrazakov, pues se trata de un lírico-ligero cantando un papel compuesto para un lírico pleno; uno que, además pueda hacerse oir por encima de la orquesta. Como ya dije cuando comenté su reciente Nemorino de L'Elissir d'Amore, su voz ya no es la de hace años, ha perdido brillo y facilidad para los agudos, pero el arte sigue estando ahí. Empezó bastante flojo, incómodo y demasiado precavido en Dai campi, dai prati. El fraseo se resentía y los agudos parecían costarle y cuando salían estaban estrangulados. Sin embargo, todo mejoró a partir del segundo acto y sus dúos con Margherita y Helena fueron muy buenos. Cerró la obra mucho más cómodo y entregado, cantando muy bien el aria Giunto sul passo estremo. Aún así, el de Fausto es un papel que excede las posibilidades de su voz.
El papel de Margherita corrió a cargo de la soprano canadiense Yannick-Muriel Noah, una joven y desconocida cantante que me gustó bastante y me dejó con ganas de volver a escucharla. Su voz, a diferencia de las de sus partenaires masculinos, sí es adecuada para el papel que interpretó. Se trata de una voz ancha, con mucho cuerpo, pastosa y oscura aunque algo entubada, algo habitual en cantantes negras, no sé si por escuela o por genética. A mí me suelen gustar este tipo de voces, lo que posiblemente me predispuso en cuanto abrió la boca a disfrutar con su canto y así lo hice. En su aria L'altra notte in fondo al mare estuvo muy expresiva y demostró ser capaz de matizar y tener un buen control del fiato. No hizo los trinos, pero ¿quién los hace? Ah, sí, la Callas. Y la Caballé, vale. Bueno, reestructuramos la frase: No hizo los trinos, pero la Tebaldi tampoco los hacía y no pasaba nada.
La venezolana Lucrezia García cantó el papel de Helena demostrando que va sobrada de voz. Va tan sobrada que tiene dos, totalmente desconectadas entre sí. Y aparte del volumen, no pude encontrar en ninguna de ellas muchos aspectos destacables. Correcta pero poco expresiva, sacó adelante su papel y ya está.
Maria Luisa Corbacho y Javier Agulló, secundarios habituales en Les Arts, cantaron sin problemas sus breves dobles papeles de Marta y Pantalis y de Wagner y Nereo respectivamente.
Se me olvidaba comentar que durante toda la representación hubo un obvio pero interesante juego de luces (azul para los coros celestiales, rojo para Mefistofele) que ayudó a ambientar la escena, y que cada vez que cantaban las falanges celestes alguien tuvo la idea de introducir sonidos pregrabados de truenos, en plan Culshaw en el Ring de Solti. Cuando sonó la primera vez, y estando yo sentado como estaba al lado de un altavoz, dí tal bote en mi butaca que creía que me iban a tener que bajar del techo con una carretilla elevadora. Pero pese a los rayos y truenos, fue una gran noche de ópera. Eso sí, habrá que ver qué títulos propone Helga para futuras versiones en concierto, porque o son muy de mi agrado o a mí en ese auditorio de pésima sonoridad no me vuelven a ver el pelo.
PS: Para Assai, que me comentó que no conocía el DVD de Mefistofele con Samuel Ramey y la producción de Carsen (¡imprescindible!), he encontrado la obra entera con subtítulos en español en Youtube. Aquí tienes el primero de los doce vídeos en los que está dividida.
Mefistofele es, como ya he dicho, una obra por la que siento una especial debilidad. Se trata de una obra irregular, con momentos muy bellos y otros más vulgares, que combina el efectismo con la delicadeza, el canto exaltado con el recogimiento, todo ello tomando como base un libreto que, debido a la sustanciosa mutilación a la que le sometió el autor después del fracaso de su estreno, presenta las diferentes escenas como cuadros inconexos y dificilmente comprensibles para quien no tenga un conocimiento previo de la historia de Fausto. Quizá por esto sea una obra que se adecua especialmente a las versiones concierto, como también lo hace otra de mis obras favoritas de similar temática, La damnation de Faust de Berlioz.
El primer requisito para que una representación de Mefistofele sea exitosa es contar con una buena orquesta y un buen coro, algo que daba por descontado, aunque con la duda de cómo respondería la Orquestra de la Comunitat Valenciana a las órdenes del director Nicola Luisotti. Afortunadamente, lo hizo muy bien. Luisotti es un director enérgico (sin llegar a la exageración del futuro titular de la orquesta) pero de gesto claro, que supo encontrar en todo momento el tempo adecuado y jugó con las dinámicas a la perfección. Se le veía contento con el sonido que estaba extrayendo de la orquesta, disfrutando en el podio y entregándose. Me gustó mucho su labor, ojalá vuelva a vérsele más a menudo por Les Arts. Como única pega, un exceso de decibelios en el prólogo y el primer acto que corrigió rápidamente y al que sólo volvió al final del epílogo, en un final espectacular en el que el pobre Abdrazakov quedó tapado por completo.
El Cor de la Generalitat Valenciana, estupendo en toda la obra, fue quien se encargó de poner esos decibelios extra, algo de lo que hay que culpar a Luisotti y no a ellos, pues demostraron sobradamente que saben cantar tan bien en fortissimo como en pianissimo y en toda la gama intermedia. Supongo que Luisotti pensó que, con un coro tan bueno, quién necesita solistas. Y la verdad, no le culpo. Algo menos me gustó la Escolania de la Mare de Déu dels Desamparats, cuya intervención, también hay que decirlo, es posiblemente lo más flojo de la partitura.
Pasando a los solistas, tenía miedo de que tanto el bajo como el tenor elegidos para los papeles principales fuesen poco adecuados por tratarse de voces pequeñas, especializadas en repertorio belcantista, que se enfrentan a una obra con una orquestación densa y una línea de canto más cercana al último Verdi o al primer Puccini que a Donizetti y similares. Algo de razón tenían mis sospechas. Sobre las sopranos, dado que no conocía a ninguna de las dos, podía esperarse tanto lo mejor como lo peor, que de todo nos ha traído Helga, y esta vez nos trajo una de cada.
Ildar Abdrazakov es un buen bajo, elegante y buen fraseador, pero no es voz para Mefistofele, pues este papel requiere un volumen y una rotundidad, sobre todo en los graves, que le son completamente ajenos. De hecho, intentando sonar como el bajo que no es, falseó con frecuencia su registro medio y grave, lo que restaba belleza y credibilidad a su canto. Aún así, su actuación fue muy buena y en los fragmentos en los que se encontraba más cómodo y en los que no tenía que luchar contra el volumen de la orquesta demostró ser un muy buen cantante. Me gustaría volver a escucharlo en un papel en el que se encontrase más cómodo, como en el Moïse et Pharaon de Rossini que va a cantar en Roma bajo la batuta de Riccardo Muti. También va a cantar el Procida de I vespri siciliani en Turín, papel que tampoco me parece el más indicado para su voz.
Ramón Vargas cuenta con el mismo handicap que Abdrazakov, pues se trata de un lírico-ligero cantando un papel compuesto para un lírico pleno; uno que, además pueda hacerse oir por encima de la orquesta. Como ya dije cuando comenté su reciente Nemorino de L'Elissir d'Amore, su voz ya no es la de hace años, ha perdido brillo y facilidad para los agudos, pero el arte sigue estando ahí. Empezó bastante flojo, incómodo y demasiado precavido en Dai campi, dai prati. El fraseo se resentía y los agudos parecían costarle y cuando salían estaban estrangulados. Sin embargo, todo mejoró a partir del segundo acto y sus dúos con Margherita y Helena fueron muy buenos. Cerró la obra mucho más cómodo y entregado, cantando muy bien el aria Giunto sul passo estremo. Aún así, el de Fausto es un papel que excede las posibilidades de su voz.
El papel de Margherita corrió a cargo de la soprano canadiense Yannick-Muriel Noah, una joven y desconocida cantante que me gustó bastante y me dejó con ganas de volver a escucharla. Su voz, a diferencia de las de sus partenaires masculinos, sí es adecuada para el papel que interpretó. Se trata de una voz ancha, con mucho cuerpo, pastosa y oscura aunque algo entubada, algo habitual en cantantes negras, no sé si por escuela o por genética. A mí me suelen gustar este tipo de voces, lo que posiblemente me predispuso en cuanto abrió la boca a disfrutar con su canto y así lo hice. En su aria L'altra notte in fondo al mare estuvo muy expresiva y demostró ser capaz de matizar y tener un buen control del fiato. No hizo los trinos, pero ¿quién los hace? Ah, sí, la Callas. Y la Caballé, vale. Bueno, reestructuramos la frase: No hizo los trinos, pero la Tebaldi tampoco los hacía y no pasaba nada.
La venezolana Lucrezia García cantó el papel de Helena demostrando que va sobrada de voz. Va tan sobrada que tiene dos, totalmente desconectadas entre sí. Y aparte del volumen, no pude encontrar en ninguna de ellas muchos aspectos destacables. Correcta pero poco expresiva, sacó adelante su papel y ya está.
Maria Luisa Corbacho y Javier Agulló, secundarios habituales en Les Arts, cantaron sin problemas sus breves dobles papeles de Marta y Pantalis y de Wagner y Nereo respectivamente.
Se me olvidaba comentar que durante toda la representación hubo un obvio pero interesante juego de luces (azul para los coros celestiales, rojo para Mefistofele) que ayudó a ambientar la escena, y que cada vez que cantaban las falanges celestes alguien tuvo la idea de introducir sonidos pregrabados de truenos, en plan Culshaw en el Ring de Solti. Cuando sonó la primera vez, y estando yo sentado como estaba al lado de un altavoz, dí tal bote en mi butaca que creía que me iban a tener que bajar del techo con una carretilla elevadora. Pero pese a los rayos y truenos, fue una gran noche de ópera. Eso sí, habrá que ver qué títulos propone Helga para futuras versiones en concierto, porque o son muy de mi agrado o a mí en ese auditorio de pésima sonoridad no me vuelven a ver el pelo.
PS: Para Assai, que me comentó que no conocía el DVD de Mefistofele con Samuel Ramey y la producción de Carsen (¡imprescindible!), he encontrado la obra entera con subtítulos en español en Youtube. Aquí tienes el primero de los doce vídeos en los que está dividida.
Vídeo de MrMosquiz