miércoles, 30 de septiembre de 2009

Cuadros de una exposición (I): Primera promenade y Gnomus

Modest Músorgski

Recientemente estaba escuchando la famosa obra de Modest Músorgski Cuadros de una exposición en su versión orquestal adaptada por Maurice Ravel cuando se me ocurrió que sería una buena idea poder ir comparando la versión pianística original y la orquestal pieza por pieza para poder así profundizar en la comprensión de la labor compositiva de Músorgski y en la asombrosa habilidad para la orquestación de Ravel. Dicho y hecho: en esta y las siguientes entradas iremos disfrutando de las dos versiones más conocidas (hay más, Ravel no ha sido el único orquestador que ha conocido la obra), acompañando los números musicales con breves comentarios explicativos y con la contemplación de los cuadros que las inspiraron en los casos en los que estos se conservan.

Viktor Hartmann

Modest Músorgski compuso la Suite Hartmann, posteriormente renombrada como Cuadros de una exposición, en 1874 tras haber asistido a una exposición póstuma de la obra de su amigo el arquitecto Viktor Alexandrovich Hartmann. Ambos habían desarrollado una gran amistad basada en su común nacionalismo artístico. La temprana muerte del arquitecto a causa de un aneurisma conmocionó a su círculo de amistades, quienes rápidamente organizaron una exposición retrospectiva en San Petersburgo. El propio Músorgski colaboró cediendo las obras de Hartmann que poseía para que fuesen expuestas. Pero, afortunadamente para todos los melómanos, su homenaje fue más allá, pues decidió plasmar en música los sentimientos que le habían inspirado diez de las obras de Hartmann presentes en la exposición. La composición de la suite para piano resultante le llevó seis semanas de trabajo obsesivo. Su publicación, sin embargo, no tuvo lugar hasta 1886, cinco años después de la muerte del compositor.

Maurice Ravel

Pocos años después de que la partitura para piano saliese a la luz, el compositor ruso Mikhail Tushmalov compuso la primera de las numerosas orquestaciones de la obra. Le seguirían otras muchas, pero la más conocida, superando incluso la fama del original, es la de Maurice Ravel. El compositor francés, un reconocido maestro del colorido orquestal, realizó una adaptación excelente y, a diferencia de las orquestaciones previas, sorprendentemente fiel al original al que complementa y expande.

Las versiones que escucharemos en esta serie de entradas son la de la joven pianista georgiana Nino Gvetadze y la de Carlo Maria Giulini dirigiendo a la Chicago Symphony Orchestra. La razón de la elección es fácil de entender: son las que tenía más a mano.

Empecemos pues con los dos primeros números de la suite, la primera promenade y el cuadro Gnomus.

PROMENADE

Músorgski se retrata a sí mismo paseando por la exposición con un tema que se repetirá en cinco ocasiones (cuatro en la versión orquestal, pues Ravel eliminó una de las repeticiones) y que irá cambiando, adaptándose al tono de los cuadros. Aunque Promenade sea una palabra francesa (paseo, en castellano), el tema tiene su origen en la música folklórica rusa. Recordemos que tanto Músorgski como Hartmann se adscribían al movimiento cultural del nacionalismo ruso. Escuchemos primero la versión original de Músorgski.



Y a continuación, la versión orquestal, en la que Ravel utiliza la trompeta, a la que contesta una fanfarria de metales acompañados por las cuerdas.



GNOMUS

El cuadro que inspiró el número denominado Gnomus (latín para gnomo) era un diseño de Hartmann para un cascanueces con forma de gnomo que usaba sus largos dientes para partir las cáscaras. Desgraciadamente el cuadro se ha perdido, como casi toda la obra de Hartmann, pero podemos ver otro que quizá guarde similitud con él. Se trata de un diseño que Hartmann realizó para el personaje de Chernomor, de la ópera Ruslán y Ludmilla de Glinka.


Músorgski retrató al gnomo del cuadro de Hartmann dando torpes pasos con sus piernas retorcidas en medio de aullidos y convulsiones.



La orquestación de Ravel ayuda a resaltar el ambiente lóbrego que rodea al personaje.



Volveremos con una nueva entrada en la que podremos escuchar la segunda promenade y el cuadro titulado Il vecchio castello.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Alicia de Larrocha, se fue una grande del piano


Hoy tenía otros planes para El Imperio de los sinsentidos, también relacionados con el mundo del piano. Esta mañana, cuando he encendido el ordenador y me he enterado del fallecimiento de la gran pianista Alicia de Larrocha, lo primero que he pensado es que no era un buen día para ello. Por un momento he pensado que debía dedicarle una entrada, pero lo cierto es que ni sé demasiado acerca de ella ni he asistido a ninguno de sus conciertos y aunque tengo algunos de sus discos, poco bagaje es ese para recordarla como es debido, sobre todo teniendo en cuenta que otros blogs le habían dedicado excelentes recordatorios. He decidido, pues, no tratar el tema. Sin embargo, a medida que iban pasando las horas, la columna que podéis ver a la derecha de estas líneas en la que aparecen los blogs amigos se iba llenando con fragmentos de sus interpretaciones que yo iba escuchando uno tras otro. Esto me ha hecho recapacitar y he pensado que, como yo, muchos habréis estado disfrutando de su arte saltando de blog en blog, así que vaya desde aquí mi contribución en este homenaje que entre todos estamos formando en la red.

Si hay una interpretación de Alicia de Larrocha con la que he disfrutado, esa ha sido su grabación de Iberia, de Isaac Albéniz, para el sello Decca. Recordémos a la pianista que nos acaba de dejar con El Corpus Christi en Sevilla, perteneciente a tal álbum.


Vídeo de thetunr

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Sarah Connolly canta el lamento de Dido


El pasado 12 de septiembre se celebró la Last Night of the Proms en el Royal Albert Hall londinense. La mezzo Sarah Connolly fue la encargada de poner el broche final a esta temporada en un concierto que incluyó joyas como When I am laid in earth, el lamento de Dido que cierra la ópera Dido and Aeneas de Henry Purcell. Pasamos a ecucharlo:


Vídeo de antmusique

domingo, 20 de septiembre de 2009

Georgi Vinogradov, la voz que cantaba a los soldados


Tengo un disco, uno de mis favoritos, editado por Pearl llamado Tenors of the Bolshoi en el que se recopilan diversas arias y canciones cantadas por cuatro grandes tenores que desarrollaron sus carreras en la extinta URSS y que estuvieron en activo durante la II Guerra Mundial. Los cuatro tenores en cuestión son Ivan Kozlovski, Georgi Vinogradov, Sergei Lemeshev y Georgi Nelepp. Tres de ellos caben perfectamente en la categoría que da nombre al disco, tenores del Bolshoi, pues fue en el teatro moscovita donde triunfaron durante décadas. Sin embargo, hay uno, Georgi Vinogradov, que no encaja bien, pues nunca formó parte de ningún reparto en el Bolshoi. De hecho, nunca formó parte de ningún reparto en ningún teatro, sus incursiones operísticas fueron siempre en estudios radiofónicos. Al parecer, su voz era ideal para ser captada por micrófono (algo que, debido a la precaria tecnología, no ocurría con todas las voces) pero muchos de quienes lo oyeron cantar en vivo expresaron sus dudas de que pudiese superar el muro orquestal en un teatro. Recordemos que ya vimos un caso de tenor que triunfó en la radio y no sobre las tablas cuando hablamos de Joseph Schmidt.

Georgi Pavlovich Vinogradov, nacido en Kazán en 1908 y formado en el coro de la iglesia y posteriormente en el conservatorio (aunque como viloinista, no como cantante) empezó a cantar en recitales como amateur mientras estudiaba en la Academia Militar de Comunicaciones. No debió irle mal, pues pronto fue llamado para cantar en la radio y dejó la Academia en 1936, seis meses antes de graduarse, para dedicarse de lleno al canto. Tras grabar varios discos de música ligera y convertirse en un cantante de éxito, Vinogradov fue llamado a filas en 1941, en plena II Guerra Mundial. Sólo llevó uniforme los primeros días, pues pronto se le destinó a la unidad del ejército encargada de entretener y animar a las tropas en el frente. Vinogradov, junto con otros solistas y la orquesta de su unidad, permanecieron en Leningrado durante el larguísimo asedio alemán, actuando en más de cien ocasiones .

En 1951, tras haber sido durante una década considerado la voz de Rusia y haber obtenido multitud de éxitos al frente del Ensemble Alexandrov y del Coro del Ejército Rojo, Vinogradov cayó en desgracia con las autoridades soviéticas y su carrera acabó fulminantemente. Diferentes versiones nos hablan de una pelea de taberna con unos oficiales polacos como origen de su desgracia o simplemente de que su éxito empezó a desbordar lo que las autoridades consideraban inofensivo y decidieron atajar el problema de raíz. Sea una cosa o la otra, lo cierto es que Vinogradov nunca volvió a cantar, a pesar de estar en plena posesión de sus facultades canoras. Falleció en 1980, tras tres décadas de silencio.

Por encima de sus interpretaciones operísticas, Vinogradov era conocido durante la II Guerra Mundial por las canciones que interpretaba para las tropas, muchas compuestas para la ocasión, como la que vamos a escuchar a continuación. Solovi (ruiseñores) se hizo muy famosa entre las tropas rusas durante la contienda. En la canción se pide a los ruiseñores que permanezcan callados para dejar dormir a los soldados en la víspera de la batalla. Aunque existen versiones grabadas con posterioridad con mejor calidad de sonido he elegido esta, cantada a dúo por Georgi Vinogradov y el barítono Vladimir Bunchikov, por ser la versión que se radiaba durante la guerra.


Vídeo de SmilingPessimist

Más conocida es la canción En el bosque, junto al frente, un clásico de los coros rusos.


Vídeo de seigneursaladin88

Pasando ya a la ópera, vamos a escuchar la magnífica interpretación que hace Vinogradov del aria de Gritzko de la obra La feria de Soróchinsk de Músorgski.


Vídeo de musique0308

Escuchemos ahora un aria de la ópera El demonio de Antón Rubinstein.


Vídeo de musique0308

Y acabamos con la piedra de toque de los tenores rusos, el aria de Lensky de la ópera Eugen Onegin de Chaikovski.


Vídeo de musique0308

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Haendel superstar


Acabo de encontrarme con un divertido anuncio de la emisora alemana de música clásica Bayern 4 Klassik con motivo del 250 aniversario de G. F. Haendel.


Vídeo de hermannvaske

Me ha hecho gracia la estética beatle, sobre todo ahora que tanto nos están dando la tabarra desde todos los medios con los de Liverpool para que sus fans se vuelvan a comprar sus discos en versión remasterizada, sustituyendo así a los CDs que en su día sustituyeron a los LPs. Yo, por si a alguien le tienta comprarlos, pongo un dato sobre la mesa: una parte del dinero que paguéis es para Yoko Ono. Ahí lo dejo.

Volviendo a Haendel, entiendo que han elegido el Allelujah del Mesías por ser su pieza más conocida, pero si buceamos un poquito en su obra nos encontramos con una pieza que hubiese quedado que ni pintada acompañando a las imágenes en las que se le ve bajando del avión entre sus fans enloquecidas. Me refiero a la llegada de la reina de Saba, del oratorio Solomon, que vamos a escuchar en la interpretación de la Staatskapelle de Dresde bajo la dirección de Christoph Eschenbach.


Vídeo de armycasa

viernes, 11 de septiembre de 2009

Di rigori armato il seno


Hace años leí en un foro una opinión que me pareció muy graciosa. Se estaba tratando el tema, peliagudo, de la posible sobrevaloración de la música de Richard Strauss por parte de muchos aficionados. Uno de los que defendían tal sobrevaloración, no recuerdo quién era (ni puedo consultarlo: el obsoleto formato que aún hoy conserva el foro en cuestión no permite que se conserven los mensajes), dijo que Strauss había escrito el aria del cantante italiano de Der Rosenkavalier como burla de la ópera italiana y sin embargo había llegado con ella a las cotas más altas de su producción. Es una opinión muy discutible, por supuesto, pero da que pensar. Sin entrar en detalles, yo sí debo decir que prefiero esta pieza, aun con su tono irónico, a otras muchas del mismo autor que el aficionado straussiano canónico seguramente situará muy por encima.

Di rigori armato il seno es una serenata para tenor en la que Strauss imita el estilo tradicional italiano. Tras una exposición en la que el tenor canta en solitario, el tema se repite, esta vez contrastando con los comentarios del barón Ochs y el notario quienes, ajenos a la música, discuten el contrato matrimonial del primero. Los gritos del barón acaban interrumpiendo abruptamente la pieza y el cantante italiano se retira del escenario para no volver a aparecer. La serenata no está exenta de dificultad, lo que hace que se suela contar con cantantes de solvencia contrastada para cantarla, a pesar de que es su única intervención en toda la ópera. En ocasiones especiales o en grabaciones de estudio suelen ser primeras figuras. Muchos cantantes ajenos al repertorio straussiano la han cantado, bien en representaciones, bien en recitales como pieza de concierto.

Escuchemos una serie de versiones de esta hermosa serenata. La primera y la última de ellas las escucharemos con su repetición, las otras en su versión abreviada. Empezamos a lo grande con Luciano Pavarotti, en directo desde el Met en 1982:


Vídeo de damekirilover

De entre las que escucharemos en su versión más breve, empezaremos con un clásico, Anton Dermota:


Vídeo de Herur22

Otro clásico, Nicolai Gedda, con la dirección de Herbert von Karajan:


Vídeo de frogpitt

Josep Carreras la grabó en 1977 con excelentes resultados:


Vídeo de mc042009

Alfredo Kraus la grabó en un disco publicado en 1994:


Vídeo de ilpiugrandetenore

De entre los cantantes más recientes, empezaremos escuchando a Marcelo Álvarez, quién la cantó en el Met en el año 2000:


Vídeo de marcelissimo

Piotr Beczala la cantó así en Salzburgo en el 2004:


Vídeo de orfnos

Y Jonas Kaufmann la cantó así este mismo año en Baden-Baden, en una función que pronto estará disponible en DVD:


Vídeo de AnatemaSuVoi

sábado, 5 de septiembre de 2009

El himno de las naciones: Verdi, Toscanini y Peerce


En 1862, con motivo de la Exposición Universal de Londres, Giuseppe Verdi recibe el encargo de componer una pieza que represente a la nueva nación italiana unificada y a la vez exprese su buena voluntad hacia el resto de los paises europeos. Inicialmente se había pensado en Gioachino Rossini, pero el de Pesaro, ya muy mayor, rechazó el proyecto. La pieza resultante fue el Himno de las Naciones, que incluye fragmentos de los himnos italiano, francés y británico. La letra de tal himno es obra de Arrigo Boito, suponiendo la primera de las colaboraciones de Verdi con el que sin duda fue su mejor libretista. Aunque Verdi compuso el himno para que fuese estrenado por el tenor Enrico Tamberlick, finalmente fue la soprano Theresa Tietjens quien lo cantó por primera vez en el Her Majesty's Theatre de Londres, el día del cumpleaños de la reina Victoria. Fue tal el éxito obtenido que Verdi fue llamado a saludar seis veces.

Casi un siglo después, en 1943, los paises cuyos himnos suenan en la obra de Verdi se hallaban inmersos en el horror de la II Guerra Mundial. El director Arturo Toscanini, exiliado desde hacía años en los Estados Unidos por su oposición a los regímenes fascistas de Italia y Alemania, graba con fines benéficos una versión retocada del Himno de las naciones en la que se incluyen fragmentos de La Internacional y el himno estadounidense para adecuarla a las circunstancias de la época. Durante la guerra fría, cuando la URSS pasó de ser aliada de los Estados Unidos a ser su peor enemigo, la grabación del Himno de las naciones sufrió la censura y el fragmento de La Internacional que Toscanini había añadido justo antes del himno estadounidense desapareció.

El tenor elegido para esta ocasión fue Jan Peerce, a quien se suele considerar el tenor favorito de Toscanini. Un tenor judío cantaba a las naciones mientras en Europa se estaba produciendo el holocausto.





Vídeos de Fuiga