domingo, 30 de diciembre de 2007

Don Carlo en les Arts (29-12-07)


Según cuentan los que han asistido a varias funciones de este Don Carlo valenciano, la de ayer fue la que mejor resultado dio, de lo cual me alegro, ya que yo pude disfrutar de ella. Empezaré comentando la oscura puesta en escena de Graham Vick que me gustó mucho. El primer cuadro, en el monasterio de Yuste, es de una austeridad sobrecogedora, con la omnipresente cruz en el centro del escenario iluminada con velas. El resto de cuadros bajan un poco el nivel (aunque hay buenas ideas, como el uso de sombras durante el dúo entre Carlo y Eboli, cuando él cree estar hablando con la reina) hasta llegar a un espectacular auto de fe.

Gran parte del éxito es mérito de la fantástica labor orquestal, lo que ya viene siendo habitual en el Palau de les Arts (y que dure). En esta función el director no fue Lorin Maazel sino su asistente, el joven director australiano Kynan Johns, menos dado a los fortissimi atronadores, lo cual es de agradecer. El coro, como la orquesta, al altísimo nivel al que nos tiene acostumbrados. Cierto es que la producción les perjudicó, haciéndoles cantar el auto de fe desde el fondo del escenario, pero aún así estuvieron brillantes.

En cuanto a las voces, creí que iba a salir encantado con el elenco femenino y sin embargo fueron los hombres los que para mi gusto se llevaron el gato al agua. En cualquier caso, hay que destacar que los solistas se complementaban muy bien, pues todos tenían un volumen importante (Álvarez menos, cierto), lo cual no es muy habitual hoy en día. Debe ser que a Helga le gustan las voces potentes, porque ya llevamos unas cuantas en el Palau. Es toda una experiencia escuchar las voces de los cantantes traspasando sin problemas el muro sonoro de la orquesta, recomendable sobre todo para quienes tanto critican las minivoces, las voces de cien gramos y los cantantes de "primera fila", cuya voz no llega a la segunda.

El coreano Yonghoon Lee me gustó en el papel titular. Tiene una voz potente y un timbre oscuro muy bonito. No es un prodigio de la matización y la delicadeza, pero tampoco es un cantante plano, sino que consigue transmitir con su canto. Si a eso le sumamos la homogeneidad en el registro central y en el agudo (conseguido con gran facilidad, por cierto) y su entrega en escena, para mí estamos ante un buen tenor. Como principal pega, su registro grave totalmente entubado (estilo Galouzine), que le lastró en el último cuadro.

Lo mejor de la noche fue, para mí, el aria Ella giammai m'amó a cargo de Orlin Anastassov. Si su Fiesco en el Boccanegra de la temporada pasada me pareció correcto pero plano, su Filippo II es todo lo contrario, un ejemplo de canto con emoción de los que no es fácil encontrar. Bravo por él.

Carlos Álvarez, en la que ha sido su mejor actuación en el Palau, fue de menos a más, tras un primer acto en el que me resultó plano. Su mejor momento llegó en el tercer acto, en su despedida de Carlo y su muerte, donde realmente mostró lo buen cantante que es. En las escenas de conjunto se notaba que su volumen no es comparable al del resto del reparto y fue el único al que la orquesta tapaba en ocasiones, pero supo jugar bien sus cartas y acabó siendo justamente braveado.

El inquisidor de Eric Halfvarson da miedo, que es lo que toca. Una voz grande y profunda que contrasta perfectamente con la del otro bajo, Anastassov, lo que nos permitió escuchar un gran dúo en el tercer acto. Me pregunto si Halfvarson estará en condiciones de cantar otro papel a esta altura, el vibrato era más que notable, lo cual haciendo de nonagenario no es un defecto, pero en otros papeles sí lo será. Ojalá no sea así, es una voz que vale la pena escuchar.


A juzgar por el volumen de los aplausos, la preferida del público fue la soprano chilena Ángela Marambio. Si hablábamos antes del gran volumen de voz de todos los cantantes sorprenderá saber que en las escenas de conjunto su voz llegaba a eclipsar a las de todos los demás. Pero una voz así no es fácil de dominar y hubo bastantes afinaciones dudosas y momentos en los que se echaba en falta un canto legato. Su aria Tu che la vanità fue una gozada, pero lo cierto es que hasta ese momento no había conseguido convencerme.

De la mezzo Nadia Krasteva no hay mucho que decir. No tiene agilidades para cantar la canción del velo ni agudos para cantar O don fatale, así que dificilmente podía triunfar en el papel de Eboli. Aún así fue muy aplaudida, más incluso que Lee y Anastassov que estuvieron muchísimo mejor, lo cual no deja de ser sorprendente.

5 comentarios:

Joaquim dijo...

Gracias Titus por la crónica.
Oye, ¿En el Palau no habrá amplificación para las voces?
Es que me sorprende que digas que Alvárez tiene menos voz que la Marambio, por ejemplo.
Otro caso es el de Eric Halfvarson, que en el Liceu a veces ha sonado atronador y otras no, y como el maestro Tribó dejó entrever de manera bastante clara que era habitual usar amplificación en los teatros de ópera....
Si Maezel siempre le da decibelios a la orquesta y las voces siempre sobrepasan...
En fin, dudas. En cualquier caso me alegro del éxito obtenido en una de mis óperas preferidas.

Vissi d'arte dijo...

Ay ay ay Ximo, déjate de amplificaciones que al final haréis caer mi mundo de gominolas y ositos panda con tanta sospecha de micrófonos :-P

Sagaz crónica y artística entrada, pequeño saltamontes. Me alegra que lo pasaras bien ;-)

Besos verdianos

Titus dijo...

Ximo, que yo sepa en el Palau no hay amplificación. Mimenor lo sabrá mejor que yo, que es la única que conozco que ha estado tanto en el escenario como entre el público, pero me extrañaría que así fuera. Lo de que Álvarez tiene poco volumen es vox populi aquí y en la China popular, que decía Carod, y lo de la Marambio, si no está amplificado, es un vozarrón de antología. El asunto de los decibelios de la orquesta, más que la tónica general, es algo puntual, son subidones de volumen en momentos clave, como los finales de escena o recalcando determinadas frases (por ejemplo, cuando Posa dice "la pace dei sepolcri"). Es el estilo Maazel, aunque a mí me gusta mucho más Mehta, menos dado al subidón de volumen y más equilibrado.

Anónimo dijo...

Buenas noches, amigos, seré breve pues Telefónica la tiene tomada conmigo y me puede cortar en cualquier momento. Aseguraría que la voz en ópera en les Arts no se amplifica nunca. Excepción hecha de aquel musical checo que nos endosaron el año pasado en el que estaba amplificado hasta el coro, lo que fue evidente, más bien oyente, y que además no se ocultó. He preguntado por el volumen de la Marambio entre bambalinas y es realmente así, como nos sorprendió a todos, una mujer pequeña y de la que por su apariencia no parece contener ese prodigio de volumen. En su favor diré que la partitura es durísima y que la parte más lírica fue defendida con una proyección fantástica para una soprano que luego tiene que afrontar unos agudos dificilísimos y que le costaban algo de entrar. A mi me convenció enteramente, no así la Krasteva que no pudo afinar correctamente todos los La que le quedaban calados, y con la falta de agilidad que hacía sufrir. No obstante, también fue muy digna. Siguiendo con los volúmenes, creo que el problema de Alvarez es que canta "hacia adentro", se escucha demasiado y su voz no sale, no corre. Lo suple con su buen hacer actoral. Lo dejo, Telefónica acecha. Aprovecho para felicitaros el nuevo año. Ya es día 31 y no sé si podré seguir escribiendo por culpa de los megas, vaya por delante. Os deseo lo que mejor y que lo sigamos compartiendo juntos, como hasta ahora. Un abrazo.

Unknown dijo...

Magnífica crónica Titus, yo fui de los que estuvo en dos funciones (estreno y despedida)y hubo un cambio notable entre las dos. Carlos Alvarez me pareció magnífico así como Orlin Anastassov (mejor que el día del estreno). El que no me terminó de convencer fue Yonghoon Lee, esa sensación de voz entubada que describes en la crónica define lo que yo más percibí. La Marambio estuvo genial así como el día del estreno. En conjunto yo diría que fue un muy buen Don Carlo. Un abrazo.