sábado, 19 de febrero de 2011

Nixon, Ross, Schoenberg y unas señoritas enseñando cacho


Algunos de los que estáis leyendo esto acudísteis la semana pasada a los cines de vuestra ciudad en los que se proyectaba en directo desde el Met la ópera Nixon in China de John Adams. Otros, como yo, vivimos en el culo del mundo y no tenemos ningún cine cerca al que acudir a ver óperas, lo que no nos impide hablar sobre ello, como demuestran estas líneas, porque como ya he dicho varias veces, si sólo hablásemos de lo que conocemos iba a tener un blog el maestro armero.

Pues bien, me dispongo a hablar de la reciente retransimisión de Nixon in China, ópera de la que sólo he escuchado fragmentos y que me despierta mucha curiosidad (aunque debo decir que he escuchado otros trabajos del mismo autor y nunca han acabado de convencerme) más por lo que tuvo de peculiar su retransmisión que por sus cualidades musicales, ya comentadas ampliamente en otros blogs como In Fernem Land o Calamares en su tinta. Y concretamente, lo que me lleva a escribir sobre esta ópera es el hecho de que una obra de reciente composición forme parte del repertorio, al menos al otro lado del Atlántico, donde se ha venido representando con cierta frecuencia desde su estreno en 1987. De hecho, actualmente está representándose al mismo tiempo en el Met de Nueva York y en el Four Seasons Centre de Toronto, sede de la Canadian Opera Company, y está programada en las temporadas de ópera de Kansas City y San Francisco el próximo año.


Vídeo de musicvideoing

Independientemente de mi opinión sobre la obra, aún no formada, o sobre mi parecer sobre la música de John Adams en general, debo decir que me alegro de que una obra actual haya conseguido entrar a formar parte de un repertorio que parecía inmutable y que corría el riesgo de apolillarse o de expandirse sólo gracias al redescubrimiento de partituras olvidadas del pasado. Siempre he defendido que cada época necesita de unos artistas que hablen de temas que interesen a su público y lo haga en un lenguaje propio de la época, y me parece antinatural que haya quien, en el siglo XXI, sienta más afinidad con las historias románticas de Walter Scott o Victor Hugo musicadas por Donizetti o Verdi que con los temas de los que tratan las óperas de John Adams. Ojo, estoy hablando de temática, que no de calidad musical. Yo soy el primero que disfruta como un enano con Lucia di Lammermoor o Ernani, pero reconozco que esas óperas tratan temas que interesaban al público en la época de sus estrenos y ahora han quedado como piezas de museo, al igual que las obras literarias en las que se basaban.

Supongo que aquí es donde saltará más de uno diciendo que más vale malo conocido que bueno por conocer, que el público sigue prefiriendo las obras de toda la vida antes que estas moderneces y que siempre tendrá más éxito una buena Tosca que un Nixon in China. Bueno, pues no es así, o al menos no lo es a todos los niveles. A raiz de la retransimisión de Nixon in China se ha visto un movimiento en las redes sociales, concretamente en Twitter, que nunca antes se había producido. Y este movimiento, este interés de un público joven por comentar sus impresiones acerca de una ópera, a veces incluso en directo, no se ha producido con una Tosca, ni con una Traviata, ni con una Valquiria, sino con Nixon in China. Como comentan algunos tweets (podéis leerlos AQUÍ), es el primer hashtag con temática operística que recibe un seguimiento masivo desde que existe Twitter. El crítico musical Alex Ross, autor del célebre libro sobre música contemporánea The Rest is Noise (traducido pésimamente al castellano por culpa de Luis Gago como El ruido eterno) comentó, también a través de Twitter: "It's very fun—actually kind of thrilling—to read the twitterwide reaction to #nixoninchina. Is this prophetic?" (Es muy divertido -en realidad algo excitante-leer la reacción en twitter a #nixoninchina. ¿Es esto profético?). Pues posiblemente la respuesta sea sí.

En nuestro país también se está a punto de producir una conjunción de obras contemporáneas, pues al reciente estreno de La página en blanco de Pilar Jurado en el Tetro Real de Madrid se une la inminente aparición de 1984 de Lorin Maazel en la cartelera del Palau de les Arts. Quienes han asistido al estreno de la primera comentan que tiene ciertos aspectos positivos, aunque no consigue superar el lastre que le supone un pésimo libreto, lo que parece augurarle una corta vida. Tampoco 1984, que servirá como despedida de su autor como director titular del Palau de les Arts, parece que vaya a sobrevivirle, pues hasta ahora su programación en los teatros ha ido unida a su presencia como director y no sería descabellado pensar que el propio Maazel la ha impuesto como condición ineludible al firmar su contrato. En cualquier caso, el hecho de que se estrenen obras nuevas, sean mejores o peores, es siempre una señal de que el género sigue vivo.


Vídeo de elnim

Me dejo para el final una reflrexión que no es mía, sino del ya mencionado Alex Ross en el ya mencionado libro The Rest is Noise. Es bastante habitual escuchar voces entre el público que acusan a los autores contemporáneos de no estar interesados en agradar al público, de sentirse superiores y componer música extremadamente difícil, cuando no directamente experimental, sin tener en cuenta que a quienes asisten a los teatros les gusta la melodía tradicional, sin atonalismos, sin dodecafonismos, sin minimalismos, sin rarezas de esas. Es también habitual, desgraciadamente, escuchar que la ópera murió con Puccini o como mucho con Strauss y la culpa es de los compositores que, a partir de entonces, se olvidaron del público. Pues bien, eso no es así, no fueron los compositores quienes dieron la espalda al público sino el público quien dió la espalda a los compositores. Y si hay un caso en el que este cambio de actitud queda patente, ese es el de Arnold Schoenberg.

Schoenberg, de origen humilde, tuvo que luchar y esforzarse para poder estudiar música primero y para llegar a estrenar sus composiciones después. Heredero de la tradición romántica de Brahms, Wagner y Mahler, sus primeras composiciones suponen una evolución, nunca una ruptura, del estilo imperante en la época, una vuelta de tuerca a la música de Mahler, Strauss, Zemlinsky... Quien escucha piezas tempranas como el sexteto de cuerdas Verklärte Nacht o los Gurre-lieder esperando encontrarse con algo árido y escabroso, al estilo de las composiciones serialistas del Schoenberg maduro, suele sorprenderse porque son mucho más fáciles de lo que creía, el hilo que las une con grandes favoritos del público como los mencionados Mahler y Wagner es evidente. Podemos decir, y diremos bien, que Schoenberg tuvo en cuenta los gustos del público cuando las compuso, limitándose a dar un paso más en la evolución musical. Sin embargo...

...los compositores sí tenían una buena razón para revelarse contra el gusto burgués: el culto del pasado imperante amenazaba su propio sustento. Viena estaba realmente obsesionada con la música, pero estaba obsesionada con la vieja música, con las obras de Mozart y Beethoven y el ya fallecido doctor Brahms. Estaba moldeándose un canon y las obras contemporáneas estaban empezando a desaparecer de los programas de concierto. A finales del siglo XVIII, el 84 por ciento del repertorio de la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig estaba integrado por música de compositores vivos. En 1855, la cifra había descendido al 38 por ciento, en 1870 al 24 por ciento. Entretanto, el gran público estaba enamorándose del cakewalk y de otras novedades populares. El razonamiento de Schoenberg era el siguiente: si el público burgués estaba perdiendo interés por la nueva música, y si el emergente público masivo no tenía apetito de música clásica, nueva o vieja, el artista serio debería dejar de agitar sus brazos en un intento de llamar la atención y retirarse, en cambio, a una soledad en compañía de sus propios principios.
extracto de The Rest is Noise, de Alex Ross

Schoenberg, por lo tanto, no dió la espalda al público, sino que, tras ver como el público le daba la espalda, decidió concentrarse en sus experimentos, ajeno a la recepción que estos tenían entre una audiencia cerrada a cualquier novedad. De estos experimentos con la atonalidad surgió el serialismo, que supuso otro paso adelante en la evolución de la música occidental y gracias al cual podemos disfrutar de auténticas maravillas como su ópera Moses und Aron o Wozzeck y Lulu, de su discípulo Alban Berg. Sin embargo, Schoenberg siempre lamentó en su fuero interno esta desconexión con el público. En otro capítulo del libro de Alex Ross, Ronald Schoenberg, hijo del compositor, recuerda como una vez, cuando la familia se había trasladado e Estados Unidos huyendo del Tercer Reich, entraron en un bar de zumos en la Autopista 1 y la radio estaba emitiendo Verklärte Nacht. "Jamás lo vi tan contento", dice.

Así pues, si fue el público quien cerró las puertas a los músicos contemporáneos, obligándoles a iniciar la travesía del desierto, también debe ser el público quien salga al encuentro de los compositores, interesándose por sus creaciones, apoyando las que crean mejores y perdiendo de una vez por todas ese miedo a lo moderno y esa obsesión acomodaticia que hace que muchos se cierren en banda ante cualquier cosa que no sea su enésima Tosca o su enésima Traviata. Que hay vida después de Puccini.

Y para acabar, os dejo con el vídeo marciano de la semana, recién encontrado en Youtube. Una mezcla de imágenes de bellas señoritas de senos turgentes con Verklärte Nacht como fondo musical con el inquietante título "Tetas y Schoenberg, no necesitas nada más". Una combinación que nunca se me habría ocurrido y que de buen seguro habrá atraído a más de uno hacia la música de Schoenberg. No me preguntéis quién lo ha colgado ni qué pretendía con ello, que yo soy el primer sorprendido.


Vídeo de darkmoma

22 comentarios:

José Luis dijo...

Muy interesante página de principio a fin, maestro armero.
Más que la actualidad del asunto de una ópera sería su calidad lo que interesaría. Hay montones de éllas en las que se desaprovecha una de las patas que hacen que el género sea tan grande. La primera vez que tuve esa sensación de arte total fue con los Maestros Cantores y el interesante debate ideológico que plantea, pero incluso con argumentos menos serios, una buena comedia de enredo tampoco tiene época. Nixon en China, desde ese punto de vista, es muy prometedora, pero cierra su historia de una forma conceptualmente muy simple y formalmente pretenciosa, o eso me pareció. El segundo acto me gustó mucho, el resto muy poco, y me pregunto si el éxito que está teniendo entre los jóvenes no tendrá algo que ver, aparte de con el mismo hecho de ser rompedora hasta en el título, con una música a veces tan fácil como mala. Nymann, al que odio tanto como otros a la tuna, también arrasó o arrasa. La new-age y el minimalismo han ido de la mano. Y no estoy tampoco muy seguro de que a los jóvenes les interese mucho lo que pudo suponer el viaje de Nixon a China, ni espero que se acerquen más a la ópera pasado este boom. También Gorecki estuvo en el top-ten y no creo que eso haya derivado en un acercamiento a la música clásica.

Leí en algún sitio que los jóvenes de su época también estaban hartos de Bach, y gracias a Dios, Dios siguió erre que erre y sus seguidores siguiéndole. Mi impresión es que en las vanguardias siempre se cuela algún listo que pretende colar gato por liebre, y que, por otro lado, es normal que el público de la espalda incluso a lo que con el paso del tiempo se demostrará honesto y bueno. Aunque siempre habrá público que pedirá melodía y solo melodía, y pintura figurativa, Berg va ganado adeptos. Pero tampoco puede negarse que algunos parecen escribir para ellos mismos y que sólo si eres un profesional de la música y de las matemáticas puedes entrar en su juego.

Wikipedia: La transfiguración es un transformación de algo e implica un cambio de forma de modo tal que revela su verdadera naturaleza. En la filosofía de Arnold J. Toynbee, es una de las acciones que una civilización puede emprender en el proceso de su disolución. Asignatura que deben estudiar los magos en las historias del mago-héroe de ficción Harry Potter.
Perdón por el rollo, pero yo de una “idea” saco tres entradas, y tú de tres has hecho una.

Titus dijo...

Me alegro de que mi entrada haya merecido una contestación tan elaborada por tu parte, intentaré continuar de la misma manera respondiéndote:

Por supuesto que la calidad es lo que prima en una obra de arte, pero lo normal es que en cada época el público demande que le hablen en su idioma en cuanto a estética y temática. El público del XIX reconocía la calidad de las obras de Mozart y Beethoven, pero también pedía obras que se adecuasen a la estética romántica imperante por aquel entonces y allí estaban Donizetti o Verdi para satisfacer esta demanda. Lo raro es que muchos sigan hoy estancados en Donizetti y Verdi cuando nuestra sociedad ha cambiado. Deberíamos demandar obras actuales, y por supuesto de calidad, sin dejar de apreciar la calidad de obras pretéritas.

La música de Adams me parece facilona, es cierto, esas son las reticencias por mi parte a las que hacía mención en la entrada, pero no creo que ese sea el motivo del reciente éxito en Twitter de Nixon in China. En el repertorio hay más obras facilonas de todas las épocas y si ha sido ésta la que se ha llevado el gato al agua es más probable que sea porque muchos han sentido una identificación con su fondo y su forma que no sienten con otras obras anteriores.

Mencionas a Nyman, que me parece efectivo como compositor de bandas sonoras y poco más, aunque supongo que él tendrá un mejor concepto de sí mismo, y a Gorecki, que para mí es más interesante. No se puede culpar a Gorecki del abuso que se ha hecho de su tercera sinfonía, una obra que, sin ser sublime, al menos merece una escucha. También se abusa del concierto para cello de Elgar, del adagio para cuerdas de Barber o del Stabat Mater de Pergolesi, pero eso no debería afectar a nuestra percepción de dichas obras.

Dices que es normal que el público dé la espalda a la vanguardia pero que no hay que desesperar, que Berg va ganando adeptos. ¡Pero es que Berg murió en 1935! ¿No es desesperante que se siga considerando vanguardista a un señor que lleva 76 años muerto? ¿No es eso una muestra del tremendo retraso existente por parte del publico? Ante la perspectiva de ganar adeptos casi un siglo después de morir, no me extraña que muchos compositores se líen la manta a la cabeza y decidan ignorar a un público que previamente ya ha decidido ignorarles a ellos. No podemos acusar a los compositores de elitistas si no les damos antes la opción de llegar a un público amplio y no sólo a una elite.

Con lo de Harry Potter me has pillado, ahí no sé qué contestarte.

kalamar dijo...

Titus, molt interessant la teva reflexió,
suposo que el minimal entra bé perquè té un punt maquinero-ballable, encara que el coreògraf del Met deia que no. A mi, Nixon in China em va fer interessar-me per altres òperes i ja m'he comprat el dvd (curiosament no hi ha discos)de "Doctor Atomic", sembla que és de les millors d'Adams. Em posaré ara a sentir-la. Música fàcil? tampoc és difícil el que poses de 1984 o la peça de Schoenberg, més aviat poc trencadores. En tot cas, sí que il.lusiona tenir repertori actual als teatres encara que amb comptagotes.
Sobre el llibre de Ross, està el text tan mal traduït com el títol?

PS.-Pobre Schoenberg, atraure al públic amb melons de plàstic, a qui li agrada això? només als nefastos cirurgians que s'estan fent d'or.
-Transfiguració potteriana: màgia que serveix per transformar-se en animalons.

Titus dijo...

Kalamar, diuen que Doctor Atomic és la millor d'Adams. Jo només he escoltat fragments, com el famós "Batter my heart" i m'han agradat. D'Adams conec "The Death of Klinghoffer", de la qual vaig parlar en el blog fa uns anys i "I was looking at the ceiling and then I saw the sky", que no m'agrada gens.
Ací tens la meua entrada sobre Klinghoffer:

http://elblogdetitus.blogspot.com/2008/10/death-of-klinghoffer-de-john-adams.html

Sobre el llibre de Ross, he de dir que la traducció és lamentable i conté una sèrie d'errors garrafals, però tot i així és un llibre absloutament recomanable. Peca de centrar-se massa en els compositors nordamericans, però val la pena llegir-lo per la quantitat d'informació que conté i perquè les opinions de Ross estan generalment ben fundades.

Potser la relació entre les imatges del vídeo i la transfiguració schoenberg-potteriana consisteix en el canvi de volum experimentat pels pits de les retratades després de visitar el nefast cirurgià? No s'han convertit en animalons però poc els ha faltat.

José Luis dijo...

Es peligroso alegrarse de mis respuestas, porque me animo.

Al hablar de calidad me refería exclusivamente al texto, y no creo que hoy nadie rechace una ópera porque el guión sea de actualidad. La música, es otra cosa.

Yo no valoraría tanto el éxito medido en la escala twitt, y las razones pueden ser superficiales y coyunturales. E insisto. ¿Dónde está el público que canonizó la sinfonía de Gorecki? No han seguido ni siquiera su obra, ni la de otros contemporáneos ni la de los clásicos. De acuerdo: Puedes entrar en un museo por Rothko, pero si en la sala hay Goyas o Manets, ¿vas a pasar de largo?

No te he de explicar a ti que disfrutar del arte requiere a veces un esfuerzo previo que puede tardar en verse recompensado, pero muchas personas adoptan siempre una actitud más pasiva, y hay lo que hay. Y no me parece ni bien ni mal. 75 años, tampoco es tanto tiempo. Berg tampoco es mi compositor de cabecera, aunque me gusta mucho su concierto para violín y la Lulú (vista) y el Wozzeck (oído), pero veremos si dentro de 175 años es más popular… Lo dudo, porque la música está evolucionando a niveles que se alejan del sentir sencillo. Un vals de Strauss le entra a cualquiera a la primera, y en la Edad Media hubiera gustado igual. Es música que toca resortes más comunes. Lo otro… tela. Y de nuevo hay que ser realista: El público es el que es, y en lo que seguro estaremos de acuerdo del todo es en que los programadores debieran estirar más del carro. Y los compositores hacen bien en ir a lo que les interesa, y ya saben que difícilmente van a arrasar en vida. Es más: habría que preguntarse si los que lo logran no es porque hacen trampa con música plasta-facilona. Hablo de arrasar y de masas, y por cierto, eso introduce otro elemento, porque las masas no están por la cultura con mayúsculas, sino por divertirse, que es otra cosa.

Ahora bien. Te has pasado con lo de comparar Gorecki con Elgar y con Pergolesi. El buen vino, además de mejorar con la edad, no cansa, al menos a mí. Y Gorecki, del que no tengo opinión completamente formada porque no lo conozco bien (y aplicando la regla del maestro armero le dedique una página http://anchaesmicasa.wordpress.com/2010/11/19/henryk-gorecki-1933-2010-y-una-gotica-fuga-fluvial/ que acaba muy propiamente con unos videos de “La noche del cazador”) puede cansarte a la primera, pero si el cansancio aumenta con la reiteración, que es lo que me ha sucedido a mí, es precisamente la prueba del algodón de que… en fin. Yo puedo decir que ya vale de ponerme cada año la séptima de Beethoven, porque la he de pagar y tal, pero gustarme, cada vez me gusta más. De modo que retráctate inmediatamente. Y a Nymann y a su piano, casi más odio que a Kenny G.

Titus dijo...

Aclarado lo del texto. De todas formas, la actualidad de una ópera se debería juzgar tanto por lo actual de su libreto como por su lenguaje musical. No se puede escribir a principios del XXI como lo hacía Puccini a principios del XX, alguien debería decírselo a Lorin Maazel.

En cuanto a lo de Gorecki, fue el autor quien abandonó a su público no volviendo a componer ninguna obra mayor después de su 3ª. Sin embargo, tiene obras anteriores muy interesantes. Además, ya sabemos que la 3ª de Gorecki fue objeto de una campaña de marketing muy posterior a su composición que la convirtió en un éxito de ventas. Pero aún mayor fue la campaña de los tres tenores, o la del Tutto Pavarotti, y eso no les quita valor a los compositores de las piezas interpretadas. Te puedo enseñar si quieres un mensaje leído en un foro de alguien que se inició en la música clásica con Gorecki, o sea que haberlos haylos, pero lo importante es que a Gorecki se le dió la oportunidad de triunfar que a otros compositores, puede que mejores, se les niega. Tampoco el hecho de ser objeto del marketing le debería restar valor a la obra, otras obras podrían ser objeto de campañas semejantes y no tener tanto éxito, así que algo tendrá el agua cuando la bendicen.

Por otra parte, eso de que un vals de Strauss entra a la primera es cierto en nuestra época y en la de Strauss, posiblemente en la edad media habrían pensado que era obra del demonio porque rompe las estrictas reglas de la música medieval. También Haydn dijo barbaridades de la música de Beethoven por considerarla demasiado libre. Lo que quiero decir es que la música va evolucionando, lo que un día se considera extraño al día siguiente pasa a ser normal. El acorde tristán es hoy en día un acorde más, pero en su tiempo fue una revolución, y si Strauss nos parece hoy fácil, puede que dentro de unos años Stravinski sea visto como algo de lo más accesible y el público se pregunte como algo tan fácil como La consagración de la primavera supuso tal escándalo en su estreno. De hecho, a mí La consagración ya me parece accesible.

Por último, soy plenamente consciente de que Gorecki es un músico muy inferior a Elgar y Pergolesi, simplemente los ponía en común por ser los autores, junto con Barber (al que no me atrevo a clasificar por encima o debajo de Gorecki), que suelen utilizarse para ilustrar todo tipo de reportajes en TV cuando se quiere poner un fondo musical triste. Si a Elgar y a Pergolesi no les quita valor este abuso de su música, tampoco debería hacerlo con Gorecki. Y sobre las reacciones abnte la reiteración de las escuchas, la verdad es que nunca me he reiterado tanto en la escucha de esta obra como para llegar a cansarme, ya te digo que no considero que sea un autor tan importante como para dedicarle tanto tiempo.

José Luis dijo...

Con lo que vamos acercando posturas. Ahora lo que me parece más interesante y el meollo de la cuestión es tu frase "La música va evolucionando, lo que un día se considera extraño al día siguiente pasa a ser normal", porque no estoy muy seguro de que eso no tenga un límite. La actitud de muchos aficionados es muy abierta y hasta positivamente predispuesta a las novedades, y no todo lo nuevo por el hecho de serlo va a valer. Y sobre todo, la distancia de las élites musicales con el pueblo llano de oyentes se hace cada vez más grande, y me parece lógico. Vuelvo a los Strauss, pero también a Bach y a Beethoven. Revolucionaban más o menos escandalosamente, pero los de su generación los entendían sin dificultades. Stravinsky es un buen ejemplo de lo mismo. Podia no entusiasmar de entrada, pero nunca fue tan inaccesible como algunas de las cosas que se hacen ahora. A mí me dejó KO en la peli de Walt Disney y debia tener 10 o 12 años. Llegó, inmediatamente. No a todos, porque era nuevo, pero sí a todos los bien dispuestos o sin prejuicios.

Yo creo que los artistas buscan la originalidad, y eso es cada vez más dificil, y esa es la razón de que se vayan por los cerros de Ubeda. No toda, porque lo que has explicado de Schoenberg también cuenta, pero algo hay, creo yo. No todo es el apoltronamiento del público, y, no lo podremos ver, pero yo diría que algunas cosas que hoy se consideran extrañas, se seguiran considerando extrañas a perpetuidad, porque lo son.

Joaquim dijo...

Per què associem lo bo a lo de difícil comprensió?, no ho acabo d'entendre.
Semble que si la música és fàcil d'entendre o assimilar pel gran públic, ja mereixi el descrèdit i a l'inrevés, com més críptica i complicada, més estem obligats a que ens agradi, independentment de la seva qualitat real.
Nixon in Xina (gràcies per enllaçar-me)és una obreta amb moltes pretensions, que els USA saben vendre molt bé i ara aprofitant les xarxes socials, s'han "inventat" un curiós interès que benvingut sigui si ha de portar, que ho dubto, nous públics als teatres.
Jo sóc partidari de l'estrena de noves obres, és un dels deures dels teatres públics, però si ha de ser una quota més i després romanen a l'oblit, quasi sempre per difícilment "vendibles", caldria replantejar els objectius.
Que Les Arts aposti "obligatòriament" per 1984 oblidant els musics actuals del país és fruit com bé dius, més d'un contracte que d'una aposta per la música contemporània, és clar que si l'obra de Maazel fos realment bona, no ho trobaria malament.
Per a mi el problema és un altre.
L'òpera com a format d'expressió artístic, és caduc i la majoria d'òperes contemporànies acostumen a preservar els convencionalismes de l'òpera tradicional. Després de la gran revolució wagneriana, tot ha quedat més o menys igual i el públic més agosarat està disposat a veure i gaudir amb les provocacions escèniques dels grans creadors actuals, però sempre amb les òperes del repertori més utilitzat, però en canvi no acostumen a acceptar noves òperes, ja que pateixen d'un greu problema de comunicació, ja sigui pel llenguatge que utilitzen, pel llibret o per la poca rellevància que acaben tenint els cantants i no oblidem que l'òpera és l'òpera, per la gran atracció que tenen els veritables protagonistes, que són els cantants, els que ens fan arribar allò que el compositor i llibretista, ens violen fer arribar. Tot i així, als EE.UU acostumen a farcir les estrenes, amb els millors cantants del moment, i malgrat els esforços, les òperes no acaben de imposar-se o traspassar l'Atlàntic i les que s'estrenen a Europa tampoc acostumen a anar cap a Amèrica. Mons i cultures allunyades per una manera molt diferent d'entendre el show bussines.
Penso que Amèrica ho fa molt millor i non tenen els prejudicis nostres, això si, s'emmirallen en l'òpera del passat.

Joaquim dijo...

violen fer=volien fer

GLÒRIA dijo...

Titus,
La teva reflexió m'ha semblat molt interessant i, pel que he pogut veure, ha portat polèmica. Jo també crec que s'hauria de compondre òpera sobre temes actuals. És difícil però, trobar quin tipus de música convé a cada òpera. Evidentment per copiar Puccini no val la pena i fer atonalitats, no ens enganyem, cansa. Sempre hi haurà músics que, amb ganes de destacar i amb l'ambició d'inventar nous sons, voldran donar-nos gat per llebre. Jo a la Lulu ja no hi vull arribar. La nit transfigurada, per a mi, és una evolució i em porta a les millors bandes sonores fluctuants que no semblen tenir ni principi ni fi.
Sempre penso que s'hauria de compondre una òpera sobre les famílies Kennedy-Onassis i les seves tragèdies. Però, amb quina música?
Titus, please, a Pergolesi ni tocar-me'l.
Gràcies per tants suggeriments!

Titus dijo...

José Luis, si a ti Stravinski te pareció accesible con diez años quizá sea porque pertenecias a una sociedad que ya aceptaba lo que en 1913, año del estreno de La consagración de la primavera, parecía inaceptable, lo que demostraría que el gusto del público evoluciona igual que lo hace la creación musical. Sobre lo de que hay quien busca lo raro por pura originalidad, creo que todo es raro cuando es nuevo. Los primeros compositores que usaron cromatismos fueron vistos como excéntricos y sus composiciones, que hoy nos parecen de lo más normal y que, de tan acostumbrados como estamos, apenas diferenciamos de las no cromáticas, sonaban a rayos a los oídos de sus contemporáneos, acostumbrados a no salirse nunca de las escalas.

Joaquim, jo no identifique la música fàcil amb la de poca qualitat, ja saps que m'agrada molt Bellini, que possiblement és el més simple dels belcantistes. Però tampoc crec que ser de fàcil accés siga una condició sine qua non per considerar una obra com de qualitat. Arvo Pärt, per exemple, em pareix molt accessible i m'agrada, mentres que Boulez em pareix absolutament inaccessible i no m'agrada gens. De la mateixa forma et diré que els inaccessibles Ligeti i Xenakis m'agraden més que l'accessible Adams.

No entenc les cometes quan dius que s'han "inventat" l'èxit a Twitter. Creus que ha estat tot dirigit? Fins on jo sé, ha sigut una cosa espontània. Jo crec que aquesta obreta amb pretensions ha tocat al públic actual alguna fibra que les grans obres mestres, per la raó que siga, no toquen. Tornaràn als teatres molts dels que van comentar l'obra d'Adams? No ho sé, però jo ho plantejaria d'una altra forma: Programaran els teatres obres que interessen a aquesta gent o continuarem amb les de sempre copant el panorama, amb alguna novetat molt de tant en tant i quasi per obligació?

Glòria, no saps el que et perds no arribant a Lulu. Jo crec que dir que fer atonalitats cansa és com dir que fer poesia en vers lliure cansa, i posiblement encara hi ha lectors que només gaudeixen de la poesia si rima, com encara hi ha audiències que no accepten l'atonalitat. Però jo diria que, igual que la poesia sense rima pot ser bona o dolenta, la música atonal també pot tindre qualitat i no ser gens avorrida, com és el cas de Lulu o Wozzeck.

Per cert, ja existeix una òpera sobre els Kennedy i els Onassis: Jackie O, de Michael Daugherty. Un dels personatges que apareixen és Maria Callas (curiosament interpretada per una mezzo). Ací tens un fragment:

http://www.youtube.com/watch?v=QcYHDuElV18&feature=related

José Luis dijo...

No creo demasiado en la transmisión genética de la cultura :-) Quiero decir que estoy seguro que ese Stravinsky con los dinosaurios me hubiera llegado igual si lo hubiera oido en 1910, porque en el 60 era tan rompedor para mí como lo hubiera sido entonces. No creo que Nat King Cole, ni Machin, ni unas pocas zarzuelas o la superclásica música que se oia en casa me hubiera preparado. Y me agarro a lo mismo: Para la gente de una sensibilidad-educacion media-normal era más facil aceptar en 1910 a Stravisnky que para esa misma gente hoy a Xenakis, o tardó menos en entenderlo de lo que tardará la de hoy. La distancia ha aumentado de forma exponencial. El factor cultura ambiental existe, pero para acabar, aunque creo que me repito (además de marear ya estoy mareado) creo que el público de hoy no es más inmovilista sino menos, pero algunos músicos corren demasiado, y entre ellos alguno me parece que se estrella.

Perdona el megarollo, pero soy muy tozudo como vas comprobando, y la verdad es que discutir en plan correspondencia es complicadísimo.

Titus dijo...

Bueno, dejémoslo en que algunos músicos corren más de la cuenta de la misma forma que algunos públicos no corren tanto como debieran. Ni pa ti ni pa mí, y así descansamos de esta correspondencia que seguramente ha agotado a quien haya intentado seguirla, si es que alguien ha llegado hasta aquí aparte de nosotros dos.

Barbebleue dijo...

Sí, he conseguido llegar al final… con mucho interés; tanto que soltaré mi rollo:

La Música, como Arte que es, está o debe de estar en continua evolución, su lenguaje no se puede esclerosar; es su superviviencia, como “ir en bici que si no pedaleas te caes”. El problema de la evolución es que mantiene un componente azaroso, unas vías muertas, destinos sin salida; sendas que en todo caso se deben explorar. Y cada artista, cada músico, debe recorrer las suyas personales. Gluck sacó la podadora de lo superfluo (otro valor), Stravinsky exploró el ritmo, y vaya si hay algo más ancestral; Schönberg buceó en colores en el acorde de tristán…

El problema del siglo XX con el público surgió con las Vanguardias nacidas en la cuna serial, la escuela de Darmstadt, sus precuelas y secuelas. No por su loable contribución a esa misma evolución sino por sus dos pecados capitales: el Elitismo como valor supremo, el odio o el terror al éxito, la sublimación de la dificultad; y la Ortodoxia más talibán, despreciando cualquier desviación tonal, cualquier eslabón con el pasado; hasta el mismo Berg era un hereje. Errores reconocidos con mucho retraso por algunos de sus sumos sacerdotes como Boulez.

También la evolución llegó a esas tierras: Ligeti captó enseguida su Esterilidad, y otros se decantaron hacia la Arquitectura (Xenakis) o hacia el Sonido como valor (Lachenmann). Ahora el terreno es más fértil, el aire más respirable, todo más ecléctico… incluso se acepta que el creador no esté en su torre de marfil. A cambio al público, al menos al interesado, habremos de pedirle un ejercicio de esfuerzo de comprensión, un rito de curiosidad. Bach también espantaba con sus “diabolus in musica”…

La ópera, en el fondo, no es antigua ni moderna. Con unos u otros trajes, en el medievo o en avión, con o sin tonalidad, fácil o difícil, intenta expresar valores y sentimientos, emociones, tan humanos que no tienen tiempo ni espacio. Véase Saariaho y su “L’amour de Loin”

Ps: a todo esto, Imperator, está usted en plena lactancia… se nota.

Titus dijo...

Da gusto leerle, señor del castillo, sobre todo cuando se está de acuerdo al cien por cien con sus palabras.

Ps: Efectivamente, estamos inmersos en la fase oral, y desde este punto de vista freudiano casi se puede justificar la elección de Schoenberg como fondo musical.

Josep Olivé dijo...

He leido con interes y avidez toda tu entrada, así como las diversas contestaciones. Todas las reflexiones y opiniones acerca de la problemática de la musica contemporanea me interesan muchisimo.
Hubo un tiempo, en que toda la musica era contemporanea, y los propios musicos eran perfectamente conscientes de ello. Si Bach, Mozart o Beethoven supieran que su musica forma parte aún del hit parede de las cadenas de musica clasica y de las salas de conciertos quedarían estupefactos, no podrían entenderlo.
¿Que ha ocurrido?¿Por qué este brutal cambio?
No lo se. Podría elucubrar pero no soy experto. Simplemente he estudiado musica y disfruto de ella todo lo que puedo. Lo que si se es que me maravilla compartir momentos excelsos con las personas que perciben lo mismo que yo en una sala o en un teatro, y lo que también se es que hay también otra parte de la sala o del teatro donde se sientan personas que van a pasar el rato. ¿Que interes puede tener una persona de estas por una obra nueva?¿Que interes puede tener por un fenómeno musical nuevo una persona capaz de abrir un caramelo con parsimonia en un excelso adagio?¿Que interes puede tener por una nueva obra una persona capaz de pensar que esta en el sofa de su casa y toser expansivamente y sin miramientos durante un delicioso silencio?¿Que interes puede tener la persona que ante un momento màgico de una partitura es capaz de levantarse, hacer ruido ostentoso con la butaca, y marcharse sin acompañar el cierre de la puerta, todo ello tan solo a falta de unos minutos para que acabe una larga y maravillosa obra?
Ya veis, mi reflexión tal vez es demasiado plana, demasiado pueril, demasiado facil, demasiado demagógica, demasiado elitista tal vez, demasiado comoda. Pero os juro que publico así todo lo destroza, y con harta frecuencia, es el publico como este, el que solo quiere oir las mismas sinfonias, y ver las mismas Traviatas, Aidas y Toscas. Entiendaseme bien, el problema no son estas tres obras, que con una de ellas aún lloro cada vez que la veo y oigo. El problema es la pereza intelectual de gran parte del publico de ahora.
Por ultimo, definitivamente debo comprar el libro que citas y del que mucha gente me ha hablado muy bien. Y estoy de acuerdo contigo en que parece mentira como su titulo no esta traducido de la manera más natural y más lógica posible. Y mira que Alex Ross lo ha puesto bien facil, caramba.

Titus dijo...

Hola, Josep, y bienvenido al blog.

Estoy de acuerdo contigo, hay un tipo de público que realmente no ama la música, como demuestra con su mala educación y su falta de interés, y ese público lógicamente no va a mostrar curiosidad por las novedades, de hecho ya les cuesta asumir incluso a los clásicos. Lo triste es que hay también parte del público que no tiene este nefasto comportamiento, que son gente que de verdad disfruta con la música, que nunca fastidiarían un adagio con sus toses o sus caramelos con celofán, y que tampoco muestran interés hacia la música contemporánea, escudándose además en el tan manido argumento de que la culpa es de los compositores, que no les tienen en cuenta. Por eso me he alegrado tanto del éxito de John Adams, no porque sea un autor que me guste especialmente, sino porque me ha servido para comprobar que hay un público nuevo que muestra interés por la nueva música, que no va a pedir a los programadores el mismo repertorio de siempre, quizá porque no lo conozca o porque no se sientan atraídos por lo mismo que atraía a sus padres o a sus abuelos.

Respecto al libro, con sus virtudes y sus defectos, a mi me resultó muy ameno y me ayudó a situarme en el panorama de la música contemporánea (y no tan contemporánea, el libro arranca con Mahler y Strauss).

Josep Olivé dijo...

Gracias por la bienvenida. Tienes toda la razón, también muchos colegas melómanos sienten reparos (por decirlo suave) ante obras nuevas o que no han oida nunca. Es algo que no puedo comprender.
Pero el colmo de los colmos es catalogar como nuevo y tener miedo a obras que ya tienen 40 o 50 años. No hace mucho, saliendo del Real, oí una conversación en la que se decía...."esto no es música..." ¿Que qué obra era? "The turn of the screw" de Britten. Quedé estupefacto.
Por todo ello me alegro muchísimo del fichaje de Mortier por el Real, y recientemente por el de Josep Pons por el Liceo a partir del 2012. En mi opinión son dos directores, uno artístico y el otro musical, que remueven el entorno y el espiritu.

Titus dijo...

De acuerdo en lo que dices sobre Mortier (a pesar de la que le está cayendo desde el sector carca) y Pons. Y comparto también tu estupor ante quienes piensen eso que oíste de "The Turn of the Screw", una de las obras más inspiradas de Britten si no la que más.

Assur dijo...

Jo reconec que em costa gaudir amb molta de la música dels compositors del segle XX, i penso que una de les raons, potser la principal, sigui que de música no en sé un borrall. M'agrada molt, això sí, però perquè se m'entengui per on vaig diré que no sé distingir un do d'un fa.

Feta aquesta premissa, em pregunto: I no podria ser que el desconeixement d'uns mínims de musicografia fos la causa que impedeix a molta gent com jo copsar valors que, precisament a causa d'aquest mateix desconeixement, fa que no ens adonem que tenen?

Per part meva, no hi ha hagut mai ganduleria a l'hora d'escoltar noves propostes, però hi ha peces que em resulten del tot incomprensibles, i és per això que, sense la més mínima intenció de provocar cap mena de polèmica, dic, amb tota la sinceritat amb què sempre intento expressar-me, que m'avorreixen.

Titus dijo...

Assur, jo tampoc sé distingir un do d'un fa i això no m'ha impedit mai gaudir amb obres contemporànies suposadament difícils. No amb totes, clar, de la mateixa manera que tampoc totes les obres barroques, clàssiques o romàntiques m'agraden per igual. Ja saps que hi ha certes obres quan no certs compositors que no m'enganxen com si que ho fan amb altres públics, i obviament no és degut ni als coneixements musicals que puga tindre ni als que puga no tindre, que són molts més.

Joaquim dijo...

També jo crec, amic Assur, que els coneixements musicals no són definitius per acceptar o no certs repertoris, escoles o tendències, però no et negaré que si tens algú al costat que t'ho faci entendre, que et doni les claus per descobrir alguns secrets, és molt possible que com a mínim, ho escoltis de manera diferent, tot i que pot ser que acabis igual que com estàves al principi.
Els anys em fan dir que no diré mai d'entrada, no m'interessa, he tingut que embeinar-me-la masses vegades.