Con el Götterdämmerung de ayer, el primero de los cuatro que se van a representar este año en el Palau de les Arts (dos de forma independiente y otros dos formando parte de los dos ciclos del anillo completos) concluye la aventura que empezó en el 2007 y que nos ha permitido disfrutar de la obra magna de Richard Wagner con una gran orquesta y un gran director, una puesta en escena innovadora que se acopla perfectamente a la obra y un elenco de cantantes con un nivel medio bastante elevado, aunque entre los cantantes siempre hay de todo, como en botica.
Empezaré felicitando a Zubin Mehta por su Wagner lírico pero no insustancial, ligero pero no light, con el que me impresionó en el Rheingold y al que ha seguido siendo fiel hasta el final, aunque cabe decir que para la inmolación de Brünnhilde echó mano del freno buscando recalcar la emotividad de la escena, algo que realmente era innecesario pues dicha emotividad va implicita en la música. Ayer vivimos momentos orquestales de excepción, como el viaje en barca por el Rhin o la marcha fúnebre de Siegfried, en los que exprimió la orquesta hasta el límite de sus posibilidades, sobre todo en lo que a volumen se refiere. También el coro masculino tuvo que dar lo mejor de sí mismo en ese aspecto. El efecto puede resultar excesivo, pero la efectividad está garantizada. Excepto en algunos fallos puntuales en la Orquestra de la Comunitat Valenciana que supongo irán desapareciendo en las próximas funciones, tanto su rendimiento como el del Cor de la Generalitat Valenciana fueron óptimos.
Entre los cantantes hay que destacar a dos que nos hicieron gozar con un auténtico canto wagneriano de nivel: mis adorados Jennifer Wilson y Matti Salminen. El resto, con mayor o menor fortuna, en ningún momento llegaron a hacer sombra a estos dos monstruos, en todas las acepciones de la palabra y a las fotos me remito. Cada uno de ellos, por cierto, representante de una generación, la que acaba de llegar a los escenarios y la que está ya en la recta final de una larga carrera que esperemos dure aún bastante.
Jeniffer Wilson lleva cantando de forma profesional desde el año 2002, por lo que su debut en Les Arts se produjo cuando llevaba sólo cinco años de carrera. Tras dejarnos impresionados con su interpretación de Brünnhilde en Die Walküre, regresó al año siguiente para su corta (en términos wagnerianos) intervención en Siegfried y este año vuelve con la ópera que más oportunidades le deja para su lucimiento. Su gran momento llegó en el segundo acto, donde nos apabulló con unos agudos potentes y precisos, extraordinariamente precisos, que atacaba con una seguridad sorprendente. Sus graves no están al mismo nivel, pero no dejan de ser audibles y están bien integrados con los otros registros. Quizá se le pueden poner más pegas en cuanto a su actuación o a su capacidad para transmitir emociones, pero no seré yo quien lo haga, a mí esta señora me llega y me impresiona como pocas. Desgraciadamente, su inmolación no estuvo a la altura de su segundo acto, aunque no dejó de estar muy bien.
Matti Salminen ya había cantado como Fasolt y como Hunding en el anillo valenciano, obteniendo un gran éxito en ambos papeles. Ayer repitió su éxito como Hagen, dotando al personaje de toda la maldad necesaria sin caer en la caricatura o el canto bruto. Su inmensa voz, de la que ya está todo dicho, sigue siendo un lujo en cualquier teatro. Ojalá siga viniendo por aquí en un futuro ahora que el anillo toca a su fin.
Por debajo de estos dos cantantes estuvo el tenor Lance Ryan como Siegfried. Si destacábamos antes la juventud de Jennifer Wilson más aún hemos de destacar la de Lance Ryan, quien sólo tiene cuatro años de carrera a sus espaldas. Todo parece indicar que nos hallamos ante el heldentenor del futuro, pero si bien no me cabe ninguna duda de que Jennifer Wilson llegará a lo más alto por méritos propios, Lance Ryan creo que se beneficiará de la falta de competencia, pues sus recuersos están muy por debajo de los de la soprano. Su voz es fea, con un timbre metálico (que no squillante), pero potente. No acusó el cansancio aunque llegó a sufrir en una incursión puntual en el registro agudo. Me pregunto qué tal estará en la ópera Siegfried, sobre todo en comparación con Leonid Zakhozaev, el Siegfried del año pasado, de quien parece un negativo, pues le sobra la potencia que a aquel le faltaba y le falta la belleza tímbrica del ruso.
Bien sin más estuvieron Ralf Lukas como Gunther, Franz-Josef Kapellmann como Alberich, Elisabete Matos como Gutrune y Catherine Wyn-Rogers como Waltraute. Las tres nornas (Daniela Denschlag, Pilar Vázquez y Eugenia Bethencourt) estuvieron muy bien cantando suspendidas en el aire, lo que no debe ser fácil y las hijas del Rhin (Silvia Vázquez, Ann-Katrin Naidu y Marina Prudenskaya) no estuvieron muy conjuntadas, aunque es cierto que cantar desde tres peceras volantes no debe ponérselo fácil.
Por último, la puesta en escena de La Fura del Baus siguió en la línea de las tres anteriores, con momentos muy bellos como el viaje en barca de Siegfried, el Walhalla en llamas al final de la obra o las escenas de las nornas y las hijas del Rhin. Sin embargo, hay dos objeciones que hacerle a esta producción. La primera es el recurso al feísmo en la caracterización de los Guibichungos, algo que rompe con la estética de las otras jornadas puesto que hasta ahora siempre se había optado por escenas de gran belleza plástica, incluso para representar lugares horrorosos como el Nibelheim o la cueva del dragón. La otra objeción llega con la escena final, donde se ha optado por una solución, con el rescate de unos textos de Wagner que no forman parte de la obra, que no ofrece la espectacularidad deseable. Creo que con los medios de los que se disponen se podría haber buscado otra solución. Pero claro, esto ya es algo muy personal. También hay que destacar los requerimientos físicos que esta producción impone a los cantantes, sobre todo en la escena en la que Siegfried tiene que cantar durante un buen rato colgado cabeza abajo. Como aspecto positivo mencionaré que la producción de todo el ciclo se basa en unos cuantos conceptos que van apareciendo una y otra vez, al estilo de los leitmotiv wagnerianos. Quizá quienes no hayan visto todo el ciclo no reconociesen el Walhalla, o la aparición del dios Loge al final, pero quienes ya conocemos el código de la Fura sentimos algo parecido a lo que se siente al reconocer sus motivos en la música de la obra.
Podéis pinchar aquí para leer las crónicas de Atticus, Mei y Joaquim en sus blogs.
Podéis pinchar aquí para leer las crónicas de Atticus, Mei y Joaquim en sus blogs.
14 comentarios:
Titus, gracias por tu detallada y excelente crónica.
Me alegro que disfrutaras, ójala hubiera podido compartirla en vivo y en directo. Casi seguro por lo que explicas que me hubiera gustado muchísimo.
Un abrazo y a ver si la próxima temporada coincidimos, aquí en Madrid, en Barcelona o en Valencia.
Eso, a ver si coincidimos. Ayer te lo habrías pasado bomba, tanto en la ópera como en la posterior cena y fastos cumpleañeros. Un abrazo.
Titus, gracias por tu estupenda crónica. Todavía estoy bajos los efectos de este furero Gotterdammerung, y poco puedo decir que tú ya no hayas dicho.
Quizás por eso, Todavía no me acabo creer que estas cosas pasen en Valencia, que tengamos dos ciclos completos del añillo seguidos, que estemos realmente al "sud del Rhin" y doy gracias a todos los dioses del Walhalla por ello.
También les doy gracias porque hayan puesto en mi camino "a la Comunidad levantisca" que ha conseguido hacerlo inolvidable.
Gracie mille!
Gracias Titus, discrepo en algunos puntos, sobre todo en la Wilson, que a mí no me llega, Ryan, que en los dos primeros actos no me gusto NADA, me gustó más conforme avanzaba la función, Salminem uso los recursos, plenamente justificados, del lobo viejo, en lo del feismo no estoy muy de acuerdo, pienso que Padrissa fue víctima de sí mismo al intentar ser coherente con el Prólogo y las dos Jornadas anteriores; por otro lado sobró escena y faltó actuación, Joaquim lo expresó muy bien. Y, finalmente, comparto con Padrissa la predilección por ese fragmento desechado por Wagner cuyo texto pasaron por vídeo.
Fantástica y completísima crónica, Titus. Yo sí coincido contigo respecto a Wilson y Ryan, y me da pavor pensar en cómo afrontará el americano el “Sigfried” en los Ciclos del Anillo que se avecinan.
Una noche inolvidable en lo musical y más aún con esa “cena nibelunga” que tuvimos el placer de compartir con tanta y tan buena gente.
Gracias a vosotros por dejar vuestros comentarios.
Assai, si a alguien hay que darle las gracias es a ti y a Manolo, ya sabéis por qué.
Maac, no entiendo lo de que Padrissa fue víctima de sí mismo, creo que podría haber diseñado una sociedad moderna, contaminada y viciadas por la avaricia sin necesidad de recurrir a una estética tan fea.
No lo entiendes porque escribí: "en lo del feismo no estoy muy de acuerdo, pienso que Padrissa fue víctima de sí mismo al intentar ser coherente con el Prólogo y las dos Jornadas anteriores", cuando debí escribir: en lo del feismo no estoy muy de acuerdo. Pienso que Padrissa fue víctima de sí mismo al intentar ser coherente con el Prólogo y las dos Jornadas anteriores.
Ya te dije que no me pareció una estética fea. En cuestión de moda no existe el feismo, todo depende de la época y el lugar en el que se sitúa el espectador, incluso alguno podrá decir que el look de Siegfried mejoró notablemente en esa escena, que yo encontré muy plástica, a la vez cumplía su objetivo: mostrar un mundo en el que impera la tecnología, el culto al cuerpo, el consumo y en el que todo esta mediatizado. Alguien dirá que era el recurso fácil, que era trivial, y seguramente lo era. Fácil, simple pero también pertinente.
Ok, ahora entiendo. Pero como ya he dicho, creo que todo eso podría haberse mostrado de forma más bella, no por ello menos evidente.
Mientras leía la crónica parecía que estaba allí… ups, esta vez sí fui :)
Al regresar a la butaca después del segundo entreacto escuché a un señor que decía “no están representando un drama musical, están haciendo un espectáculo visual”. Esa es la sensación con la que me quedé tras terminar la función, y creo que es el poso que se nos quedó, por lo que leo, a la mayoría. El prólogo, con las tres Nornas enmarañándose en explicaciones y cuerdas, me hizo presagiar una puesta en escena brillante, fue quizá lo que más me gustó junto con la destrucción del Walhalla. Pero una vez agotada la capacidad de absorber tantas imágenes, me faltaron las ideas y me chirriaron muchas cosas, entre ellas que técnicos con mono permanecieran impasibles sobre el escenario. Lo peor, sin duda, el final del segundo acto.
Comparto que Mehta tuvo momentos muy brillantes en el primer acto, con detalles que no encontré en los restantes, y por destacar otro momento que no apuntas añadiría el delicado colchón orquestal con que sirvió al dúo de Brünnnhilde-Waltraute. Es un gustazo encontrar una orquesta tan equilibrada para interpretar Wagner.
Respecto a los cantantes también estoy de acuerdo, Salminen encabeza este reparto boticario, con sus armas de lobo viejo sigue impresionando, seguida de una Wilson que sin transmitir el magnetismo que asocio con Brünnhilde, enamoró en el registro agudo – aunque algún gritillo soltó- y ofreció momentos de canto elaborado. Ryan es una voz sin domar y con un canto tan genérico como el resto de tenores que hoy cantan Siegfried. Este sí es un Siegfried “burdo”.
El balance es positivo, no tanto como esperaba porque me decepcionó la producción de la Fura, pero es imposible no salir levitando con la música de esta obra.
Sólo una cosilla, porque me he quedado con ganas de comentarla despues de leer vuestros comentarios. A mi me parece que frente al acierto de la puesta en escena del Oro y de la Walkiria que fueron -en mi opinión- un acierto total, en el resto me parece que el resultado no es tan bueno, o al menos no excelente. Sé que es difícilisimo no pecar de exceso en Wagner, ni dejarte llevar por un afán innovador ¿Alguien entendió que pintaba ese pseudo baile flamenco?¿y el pistoletazo?
A pesar de todo soy una fans de Carlus Padrissa y de la Fura por extensión y el resultado en conjunto me parece más que notable.
Sobre mis cantantes preferidos; Wilson y Salminen . Creo que -como dijo Colbrán con acierto- Wilson fue ganando conforme avanzaba la obra. Salminen, prefiero no hablar porque lo que siento por él es absoluta predilección, y en eso tiene mucho que ver su rey Marke.
Os dejo la crítica de César en las provincias, no he encontrado la de Brotons
http://www.lasprovincias.es/valencia/20090601/vida-ocio/cuatro-20090601.html
Titus, muchas gracias. Cada vez más los amigos bloggers estáis dejando a la prensa escrita en un lugar relegado, al que casi no acudo. (Y además al lado de la crítica taurina de turno con algún toro muerto o sangrante).
Cuando se coincide tanto en una percepción de una obra tan compleja, es difícil hacer comentarios, pero ahí van. Wilson se ha superado con creces con respecto a las otras jornadas. Seguridad, proyección. Aunque yo sí echo de menos algo más de expresividad en su interpretación actoral. El problema de Ryan es el timbre: te gusta o no... me pareció muy incisivo y metálico y coincido con tus apreciaciones auque creo que le favoreció cuando, gracias al yelmo, suplanta a Gunther; parecía como si quisiera imitarlo. Destacaría a Matos pues creo que estuvo a un buenísimo nivel y con posibilidades de explorar otros papeles wagnerianos. También coincido con tu teoría del feísmo. Y tengo una duda sobre el la indumentaria de Siegfried en el último acto: le visten de lobo pero sin sus magníficas rastas, como Sansón sin su melena... me dio mucha pena. Y un comentario sobre la Fura, aparte de parecerme soberbia la puesta en escena, me empiezan a cargar esa multitud de seres de los que se acompañan, ora para agitar unas ramas, ora para formar-deformar un Walhalla, al final visualizo un montón de seres esclavos trabajando en faenas imposibles. Fantástica la iluminación del incendio final, aunque eché de menos más agua del Rin sobre el escenario. Pensé, en mi ignorancia, que la Fura volvería al principio del Anillo...
Como volveremos nosotros dentro de unos días.
Golaud y Assai, yo en general también soy fans de Padrissa. Entiendo que la repetición de imágenes va perdiendo fuerza a medida que avanza la obra y lo que nos impresionó en el Oro dejó de hacerlo en el Ocaso. También entiendo que se pueda criticar el exceso de despliegue tecnológico y la falta de actuación, aunque eso me parece una elección tan aceptable como lo sería su opuesto (¿el Nuevo Bayreuth de Wieland Wagner, quizá?), depende de los gustos particulares de cada uno. En todo caso, es destacable la estrechísima relación entre las imágenes proyectadas, el texto y la música, algo que con otros medios no podría existir a ese nivel de sincronización. Los detalles negativos, como el pistoletazo o el baile flamenco, no dejan de ser pequeños puntos negros que no deslucen el resultado general del ciclo.
Guibichunga, yo creo que Ryan tiene más problemas además del timbre. Jon Vickers también tenía un timbre feo y sin embargo era un gran cantante, mientras que Ryan está lejos de serlo, algo más hay que no funciona en su canto. Por lo demás, de acuerdo en lo de Matos, que creo que ya lleva unos años cantando papeles wagnerianos, con gran acierto según dicen las críticas. Gracias por dejar tu comentario.
Hola Titus. Hasta que no he acabado mi impresión, no he querido comentar en vuestros magníficos posts.
Yo discrepo mucho más, aunque en algunas cosas estamos todos de acuerdo.
Para mi es una Tetralogía musicalmente bastante superficial, aunque tendría que escucharla seguida, para comprobar si es coherente una jornada con la otra. Mehta peca de grandes efectos, pero siempre encuentro a faltar emoción en sus grandes frases. Si la orquesta está fina, que el sábado no lo estuvo, le saca un sonido espectacular, pero no emocionante, no intenso. Por ejemplo el viaje o la marcha fúnebre, fueron excelentemente leídos y con una contundencia volumétrica impresionante, pero en ningún momento me pasó la electricidad por la espina dorsal.
Eso para mi y tratándose de Wagner i de Götterdämmerung, es simplemente definitivo en el juicio final.
En las voces estamos básicamente de acuerdo.
Aún así, es una gozada que un teatro en España programe una Tetralogía completa con este nivel, Yo disiento en muchas cosas, pero estoy definitivamente consumido por la envidia. Me encantaría ver una Tetralogía entera en una semanita y en el Liceu. Valencia queda cerca, pero no tengo manera de poder saborear este suculento manjar, aunque haya salido soso.
Lo que no falla nunca es la agradable experiencia de compartir una noche con todos los levantiscos, eso es impagable.
Gràcies amic.
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