lunes, 1 de marzo de 2010

La novia vendida en el Palau de les Arts: Correcta, entretenida y ¿comunista?

La novia vendida de Bedrich Smetana es el segundo título del repertorio eslavo que llega al Palau de les Arts tras Esponsales en el monasterio (enero del 2008). Hay coincidencias en ambas obras: la presencia de Daniel Slater como director de escena, la de Vladímir Matorin como bajo bufo y la poca asistencia de público. Hoy los laterales del Palau presentaban un aspecto desolador. En el cuarto piso, incluso los hombros estaban vacíos, pues sus ocupantes se han trasladado a las butacas centrales y ni siquiera así las han llenado.

Al poco interés del público por el repertorio del Este se une la ausencia de nombres atractivos en el reparto. Ni la soprano eslovena Sabina Cvilak, con una voz pequeña, con agudos bonitos pero carente de graves, ni el tenor checo Ales Briscein, que he empezado flojo y se ha ido creciendo, han pasado de la corrección en los dos papeles principales. Mejor ha estado Vladímir Matorin como Kecal. El veterano bajo ruso, pese a los graves cada vez más escasos y el fiato cada vez más reducido, sigue impresionando con su poderosa voz. Tanto Vicenç Esteve (Vasek) como los comprimarios han estado bien, cantando correctamente y actuando con gracia.


El Cor de la Generalitat, a pesar de ciertos desajustes en su primera actuación, ha cantado tan bien como es habitual, además de hacer todas las gansadas en escena que demandaba la producción.

Sorprendentemente bien, aunque lejos de la excelencia, la dirección del checo Tomás Netopil. No sé si tendrá que ver con el idiomatismo, pero su dirección ha distado mucho de las planas y aburridas lecturas de Mozart con las que nos obsequió los oídos en sus anteriores visitas. Sin embargo, a pesar del excelente sonido de la orquesta, sobre todo el de la cuerda, Netopil sigue sin sacar todo el partido de una formación que estamos acostumbrados a escuchar dirigida por batutas de mayor fuste.

La puesta en escena de Daniel Slater, procedente de la Opera North de Leeds, traslada la acción desde la Bohemia del siglo XIX a la Checoslovaquia comunista de los años setenta. ¿Por qué? No lo sé. ¿Se gana algo con este cambio? Nada, que yo sepa. Es más, se pierde verosimilitud, y si la transformación del rico Micha en una especie de mafioso puede tener cierta gracia, la del casamentero Kecal en un comisario político no deja de resultar incomprensible. Por lo demás, la estética es fiel a la época, o sea, es fea y desangelada. El movimiento de los actores está cuidado y hay ciertos detalles que demuestran que Slater es un buen profesional, pero cuando el punto de partida es erróneo, poco se puede hacer para arreglarlo.

En general, una obra entretenida, ejecutada con corrección, que permite al público pasar un buen rato a pesar de una puesta en escena que no le hace ningún favor.

7 comentarios:

Joaquim dijo...

No és gens estrany que Les Arts no s'ompli. Segurament amb un altre cast més cridaner, s'hagués apropat més públic, tot i que cal dir que l'obra, que és preciosa, no aixeca passions fora del seu territori d'influència.
Amb tant repertori eslau imprescindible per fer, trobo que Les Arts comença una mica la casa per la taulada i no cal que digui quines són les òperes fonamentals d'aquest repertori, oi?.
Gràcies per la crònica Titus.

Titus dijo...

El Príncep Igor!!!

Ai no, que Helga diu que és molt feixuga.

Doncs un Boris no estaria gens malament.

carmen dijo...

Estupenda crónica, como siempre.
Ahora ya no sé si lo hablamos o lo he leído, la cuestión es que como tú dijiste, es que es mucho mejor la primera parte. A la segunda, le sobran algunos números...

La estética horrorosa, qué desatino, la historia trasladada de época resulta incomprensible.

Netopil, correcto, desde luego mejor y más brillante que en otras ocasiones, aunque con una tendencia a la aceleración.

Qué rebuenos solistas tiene la orquesta de Les Arts, mi admiración. Los coros estuvieron bien, aunque no alcanzaron la excelencia a que nos tienen acostumbrados.

Me parece acertadísimo calificarla "de entretenida y ejecutada con corrección" yo también pasé un buen rato. Gracias, imperator.

Titus dijo...

Lo de que los dos primeros actos son mejores que el tercero lo hablamos ayer. A mí me parece evidente, pero supongo que habrá gustos para todo.

Por lo demás, una obra muy simpática, con momentos muy logrados, como el precioso dúo del primer acto y otros más convencionales, con un libreto bastante deficiente y en este caso, una producción peor aún. Pero pese a todo, la música de Smetana acaba imponiéndose y el público acaba disfrutando, como hicimos ayer.

Joaquim dijo...

No home no, no demanava tant, El Príncep Igor, una de les meves preferides aniria després de Boris, Kovantxina, La dama de Piques, Eugene Oneguin, La Ciutat Invisible de Kitej, Guerra i Pau, Ruslan i Ludmila o Una vida pel tsar, entre d'altres, però intueixo que totes elles, serien catalogades per l'amiga Helga, com totxanes indigeribles.

Atticus dijo...

Pues nuevamente coincidimos en todo, aunque como hablamos ayer ya lo imaginaba.

Yo no creo que la producción sea tan horrorosa, pero lo que sí te aseguro es que mis cortas entendederas no comprendieron el sentido de trasladarla a la Checoslovaquia comunista. Igual hubiera dado ambientarla en el egipto faraónico o en la Falla de Nou Campanar

maac dijo...

Joaquim, todas menos Eugene Onegin, que creo la hacen la próxima temporada.
La ciudad invisible de Kitetz me encantaría verla representada, aunque en concierto funciona muy bien por su carácter oratorial. Hay gente que la considera un ladrillo. Yo no.