domingo, 24 de febrero de 2008

Orlando triunfa en Les Arts

Orlando es la primera ópera barroca representada en el Palau de les Arts y si la acogida del público tiene peso en las decisiones de la intendente Helga Schmidt no será la última. Es habitual por esos mundos internáuticos encontrarse con gente que se cierra en banda al barroco (y a otras muchas cosas, pobres) y que argumenta cada vez que un teatro programa una obra de este período que eso no es lo que pide el público, que el público lo que quiere es Tosca, Rigoletto y poco más. Afortunadamente, el público es más abierto de miras que estos sujetos, lo que pide es calidad y sabe agradecer cuando se la ofrecen, sea la obra que sea. Ocurrió hace poco con los Esponsales en el monasterio y volvió a ocurrir anoche, de una forma mucho más palpable, con Orlando.

El público quiere calidad y anoche la hubo, muchísima y en todos los aspectos. Quizá otros sujetos que también pululan por internet y que suelen llegar a ser más cansinos que los anteriores, los ultra-ortodoxos del barroco, critiquen la ejecución de la obra con instrumentos actuales. Recuerdo unas palabras de Harry Bicket cuando dirigió Ariodante en el Liceu: "La sonoridad no depende exclusivamente del instrumento, sino sobre todo de los conocimientos históricos sobre la sonoridad que nos interesa producir. Por decirlo así, el instrumento no hace al barroco, sino el sentimiento con el que el intérprete se expresa. Gracias a la técnica, los instrumentos modernos pueden llegar a expresar en las mismas condiciones en las que lo haría un instrumento antiguo". Dicho ésto, baste decir que el encargado de aportar esos conocimientos sobre la sonoridad barroca era Eduardo López Banzo para hacerse una idea de lo bien que sonó la orquesta, a pesar de los poco adecuados instrumentos. Tampoco voy a mentir, he escuchado barroco mejor interpretado por especialistas como la Orquesta Barroca de Friburgo o Les Musiciens du Louvre-Grenoble, pero tanto en el Ariodante del Liceu como el Orlando de Les Arts el desempeño de la orquesta me pareció encomiable.


Antes de hablar de las voces, que fueron lo mejor de la noche, mencionaré el acierto de la puesta en escena de Francisco Negrín, proveniente del Covent Garden, mezcla de la estética y el simbolismo barroco presente en el vestuario y en algunos paneles del decorado con las posibilidades de un teatro moderno, que le permiten basar gran parte de la obra en un mecanismo giratorio (totalmente silencioso, por fortuna) en el que los decorados de las diferentes escenas se suceden ante los ojos del espectador. En el tercer acto, con un Orlando que ya ha perdido el juicio, los diferentes decorados de los dos actos anteriores aparecen mezclados, montados unos sobre otros, inclinados de forma imposible. De no ser por los Wagner de la Fura, diría que es la mejor puesta en escena que hemos visto en el Palau.

En lo vocal, éxito abrumador de todos los cantantes, aplausos y bravos generalizados durante toda la función y al final, algo que no se veía a este nivel desde el magnífico cierre de la temporada pasada con Die Walküre. El papel de Zoroastro lo interpretó Christian Senn, un bajo correcto pero que en ningún momento despertó el entusiasmo del público. No resolvió del todo bien las agilidades y su voz rascó en varias ocasiones en el registro grave. Aún así, no lo hizo mal, pero su labor se vió ensombrecida por la comparación con las magníficas actuaciones de los otros cuatro papeles principales.

Silvia Tro Santafé cantó el papel de Medoro. Jugaba en casa, le bastaba hacerlo medio bien para llevarse el aplauso del público, pero no lo hizo medio bien, sino completamente bien, con lo que consiguió llevarse una gran ovación cuando salió a saludar. Una voz muy bonita y muy bien utilizada, segura y homogénea tanto en el registro agudo como en el grave. Desgraciadamente, las arias de Medoro no permiten tanto lucimiento como las de Dorinda, Angelica y Orlando.

Dorinda fue Camilla Tilling, soprano sueca con una voz de más fuste que la de Petrova (la otra soprano del reparto) y con unos agudos claros y brillantes. Lástima que su registro grave no esté al mismo nivel, estaríamos entonces ante un fenómeno vocal. Sus agilidades fueron de manual, impecables. Sin jugar en casa como Silvia Tro ni tener las oportunidades de lucirse que tiene Petrova en el papel de Angelica, consiguió ser más aplaudida que las dos anteriores.

Liubov Petrova, como decíamos, cantó el papel de Angelica. Como ya pudimos comprobar en los Esponsales hace poco, una voz de volumen limitado pero bien proyectada, de considerable belleza y gran homogeneidad. Como única pega, su dicción en italiano no es todo lo correcta que podría ser. Sus dos bazas fueron unos agudos bien colocados y muy bellos y sobre todo una gran capacidad para regular su voz, lo que le permitió unos decrescendi de gran expresividad.

Por encima de estas tres grandes cantantes destacó el contratenor Bejun Mehta en el rol de Orlando. Lo primero que me sorprendió de él fue el tamaño de su voz para tratarse de un contratenor. Llegué a pensar que el mito de los micrófonos es real y que nos estaban dando gato por liebre, aunque acabé desechando esa idea. También me sorprendió la seguridad de su voz en los extremos agudo y grave, perfectamente audibles y emitidos sin cambios de color en el registro. Yo suelo preferir que los papeles escritos para castrato sean interpretados por una mezzo o una contralto, pero desde ayer voy a tener que revisar mis preferencias. Os dejo un vídeo de Mehta cantando Venga pur del Mitridate mozartiano para que os hagáis una idea.



Vídeo de BearcubRom

8 comentarios:

maac dijo...

López Banzo aportó algunos instrumentistas de Al Ayre Español, no sé si muchos o pocos y trabajó con la orquesta los sonidos del barroco. Eso hoy es fácil, pero piensa que hace años las orquestas sinfónicas no estaban tan abiertas a las interpretaciones historicistas como lo están hoy.

¿Y yo tengo que esperar al 2 de marzo?

Alvaro dijo...

Yo no soy muy barroquero pero lo de anoche me emocionó, me pareció sublime. No sé que pasa en Les Arts, ultimamente es todo bueno o muy bueno, D.Carlo, Esponsales, Alagna, Orlando... que dure.

Aloma dijo...

Queridísimo Imperator:

Qué lástima perdérmela. ¿Me llevas a la próxima?

Desde Themyscira... un saludo.

Mei dijo...

La verdad es que ayer también oí Händel sin orquesta barroca... Con una orquesta de cámara y con el apoyo de una tiorba y un clavecín para el continuo y una flauta de pico es más que suficiente para que suene igual de bien...

Mehta, sobrino de Zubin, también es un buen contratenor pero no comparable a Daniels...

A la Tro se la tendría que oír en papeles de más enjundia, la chica puede y se lo merece...

Joaquim dijo...

Viva el Barroco! y la Tro, que me encanta.

Vissi d'arte dijo...

Me das una envidia considerable en estos momentos, para qué mentir. Entre maac con la gala Puccini y esto me tenéis contenta, ñññññññ

Jeje, en serio, no me puedo quejar porque este año tengo mucho barroco en Madrid, pero qué pinta tiene este Orlando que has visto!!! Hasta el contratenor me gusta (de fascinarme han pasado a gustarme sólo los muy buenos y ante una Podles ninguno, jeje), y la puesta en escena parece apropiadísima.

De acuerdo contigo en tus agudas observaciones sociológicas sobre las diversas variantes de petardo internáutico, por cierto. Y muy interesante lo que dijo Bicket sobre el sonido de los instrumentos. Me lo apunto como argumento en el próximo debate con algun individuo de la especie "pedorrus puristensis".

Cuento los días para el Bajazet con Vivica (y para el Tamerlano de Placi, al que sé que te mueres por asistir)

Besos barrocos con sonoridad contemporánea ;-)

Barbebleue dijo...

Me alegra el éxito haendeliano, pero lo que sí es incuestionable es el amplio rechazo apriorístico hacia el repertorio barroco por parte de un amplio sector de público. Por aquí tenemos un Festival Barroco anual, de altísimo nivel, que se mueve entre el medio y tres cuartos de aforo. Los mismo intérpretes especializados son mucho menos conocidos que los de otros territorios.

Barroco igual a aburrimiento, es una ecuación todavía muy popularizada. Y nada más lejos de la realidad.

Mei dijo...

Es una lástima que el repertorio barroco tenga tantos prejuicios...

Y más lástima todavía es que nadie fomente la recuperación de las zarzuelas barrocas... Sería una forma de recuperar nuestro patrimonio musical y darnos cuenta de que había otras muchas cosas válidas en el panorama musical de la época, además de Händel, claro...

¿Estará esto en el programa electoral de alguien...?