sábado, 6 de septiembre de 2008

Recuerdos de Praga: Preludio y fuga en re mayor BWV 532 de J.S. Bach

Iglesia de San Nicolás, Praga

Hace cuatro años por estas fechas estaba yo recorriendo Budapest, Bratislava y Praga, tres de las ciudades más hermosas del mundo. En Praga además se une a la belleza plástica de sus calles el hecho de estar dominada por la música, es imposible no acabar empapado de Dvorák, Smetana y sobre todo Mozart, a quien tanto apreciaron cuando en Viena era relegado a la segunda fila. Si a lo visual y lo auditivo le sumamos la cocina checa, hipercalórica pero deliciosa y la cerveza en todas sus variedades, es difícil encontrar un lugar mejor para dar rienda suelta al goce sensorial que la capital checa. Además, para los operófilos, la ciudad cuenta con tres teatros de ópera con funciones prácticamente todos los días y entradas a precios de risa. Yo pude asistir a una Madama Butterfly en la Ópera Nacional (bastante mala, es cierto) y a unas Bodas de Figaro de un nivel óptimo en el Teatro de las Naciones, donde Mozart estrenó Don Giovanni y La clemenza di Tito. Me faltó ir al Teatro Nacional, el más espectacular de los tres, donde había en cartel una ópera de Dvorák, Katia y el diablo. La próxima vez será.

Además de las óperas, en Praga hay multitud de conciertos, muchos de ellos pensados para los turistas que por unos pocos euros (o unas pocas coronas, creo que aún no han hecho el cambio) pueden escuchar una selección breve de piezas clásicas interpretada en cualquiera de las muchas iglesias del centro histórico. En mi caso, la iglesia elegida para asisitir a una de estas sesiones fue la de San Nicolás, en plena plaza mayor, junto a la estatua de Jan Hus. Se trataba de un concierto de órgano con piezas de J.S. Bach, Mendelssohn y Dvorák, algunas de ellas cantadas por una de las mezzos del Teatro Nacional. Fue curioso porque el órgano no está a la vista (como es habitual) y la mezzo estaba junto a él, así que los asistentes nos pasamos todo el concierto mirando a la nada mientras la música retumbaba por toda la iglesia. Al final, el organista y la mezzo salieron a saludar y a demostrarnos que estaban allí, que no nos habían tomado el pelo haciéndonos escuchar una grabación, por si el sonido del órgano no lo había dejado claro.

Por aquí asomaron la cabecita los intérpretes

Dado que en todos estos meses de recorrido bloguero Johann Sebastian Bach apenas ha aparecido por aquí y eso es un error gravísimo que urge subsanar, vamos a escuchar una de las piezas que componían el concierto de la iglesia de San Nicolás: Preludio y fuga en re mayor BWV 532, en esta ocasión interpretados por Ton Koopman en el órgano Schnitger de la iglesia de San Jacobo, en Hamburgo. San Jacobo, como es sabido, fue el santo mártir que murió empanado. Esto último es mentira, pero sería un puntazo, ¿eh?

PRELUDIO:

FUGA:

Vídeos de alra1975

1 comentario:

Barbebleue dijo...

Praga es una de las ciudades que más me motivan. El Arte sale a tu encuentro, y no hablo solamente de música. ¡Pena de masificación turística!

Tenía razón Seifert al hablar de "Toda la belleza del mundo" desde Praga. Junto con Venecia es una de las ciudades que visitaría cada año.

Si además, Titus, la asocias en tu remembranza al gran Bach, pues me has desarmado.