No sé si las relaciones entre el Palau de les Arts y el Palau de la Música de Valencia se basan en el odio, en el desprecio o simplemente se ignoran mutuamente, pero hacer coincidir el estreno de Salome en les Arts con el segundo acto de Parsifal con Waltraud Meier en el Palau hizo que muchas butacas quedaran vacías en el primero de los dos eventos.
Hasta ahora nunca había asistido a un estreno, suelo preferir las últimas funciones cuando todo está más rodado, pero esta vez no tuve elección. Tenía un poco de miedo, tanto al resultado artístico como al público. He oído muchas veces que el público de los estrenos es el menos operístico, el que no sabe cuándo aplaudir y cuando no, el que va a lucir visón sin importarle lo que ocurre sobre el escenario. Algo de eso hubo ayer, al menos en el cuarto piso, donde los ruidos, las conversaciones en voz baja pero totalmente audibles y los movimientos de algunos espectadores visiblemente aburridos e incluso molestos por el espectáculo fueron más evidentes de lo habitual.
Sin embargo, mis temores respecto al poco rodaje de director, orquesta y cantantes fueron infundados, todo funcionó a la perfección. Y cuando digo a la perfección no exagero, sobre todo en la labor orquestal: la Orquestra de la Comunitat Valenciana funcionó como una máquina de precisión durante toda la obra, sin el menor desliz, tanto en los momentos de conjunto como en las intervenciones en solitario de los diversos instrumentos: el contrafagot cuando Herodes oye el aleteo del ángel de la muerte, el violonchelo mientras Salomé espera la cabeza de Jochanaan, la percusión y los metales, el omnipresente clarinete... todo funcionó perfectamente, con un sonido tan bello como suele ser habitual en esta formación cuando desde el podio se sabe sacar lo mejor de ella. Y en el podio estaba Zubin Mehta, quien ya ha demostrado sobradamente que sabe hacerlo. Su visión de esta Salomé recuerda algo a su Wagner, pues en ambos casos apuesta por dotar a la música una fluidez que no gustará a todos (a mí, personalmente, no solo me gusta, me apasiona), y lo consigue manejando con maestría el tempo y la dinámica. Sin embargo, frente al lirismo con el que sonaba su Wagner, en Strauss opta por una mayor tensión dramática, sin renunciar a los momentos más expresionistas de la partitura. Una dirección de sobresaliente.
Tampoco anduvo mal en lo vocal esta Salome, aunque lo dejaremos en un notable. Afortunadamente, la mejor cantante sobre las tablas fue la protagonista, la soprano finlandesa Camilla Nylund. Su voz es destacable por tamaño y homogeneidad y especialmente apropiada para el papel por tratarse de una voz más lírica que dramática pero capaz de superar el muro orquestal (y Mehta no se lo puso especialmente fácil) y de no desfallecer en los momentos más dramáticos de la partitura. Tiene algo de ese imposible que pidió Strauss, una joven de quince años con la voz de una Isolda, está en un término medio entre ambos extremos y se desenvuelve muy bien desde ahí. Como única pega, unos agudos algo tirantes en algún momento, nada preocupante. En lo escénico, Nylund estuvo muy implicada, aunque no acabó de convencerme su actuación ni en la rabieta que le entra cuando Jochanaan la rechaza ni en los momentos en los que debería haber desplegado su sensualidad. Aun así, teniendo en cuenta lo difícil de tan poliédrico personaje, máxime cuando el director de escena decide añadirle aún más facetas, me parece digna de aplauso.
Hanna Schwarz, veterana mezzo alemana, destaca como Herodias por el volumen de su instrumento pero apenas puede controlar la oscilación y sus agudos son siempre gritados. Dramáticamente ofrece lo mejor de sí misma y resulta muy creíble, pero lo cierto es que lo dramático no acaba de compensar lo puramente canoro.
Otro veterano, Siegfried Jerusalem, se hizo cargo de Herodes. Me sorprendió el buen estado de su voz y la comodidad con la que se movía por la zona media con sus 70 años a cuestas. Sus agudos, en cambio, estaban absolutamente metidos en la nariz, pero realmente siempre estuvieron ahí, no es nada nuevo, en todo caso ahora es más fácilmente perceptible. Creo que cuando salió a saludar hubo un ligero abucheo, no lo puedo asegurar, pero de ser así fue inmerecido: como ya he dicho, sus problemas vocales son los de siempre, los mismos que ya tenía cuando cantaba Siegfried en el Met y era ovacionado. Si a eso le unimos que su actuación fue la más convincente de cuantas vimos ayer, no entiendo el motivo de la protesta.
Una pequeña decepción supuso la actuación de Albert Dohmen, el Wotan oficial del Festival de Bayreuth en los últimos años, del que esperaba mucho más. No lo hizo mal, fraseó con gusto e intención, pero su voz sonaba opaca y tapada por la orquesta, mientras que las de sus compañeros de reparto siempre se sobreponían al muro sonoro. Uno espera que Jochanaan sea un personaje autoritario, con una voz que atruene y se imponga, pero a Dohmen le faltaba siempre un poco para conseguir impactar. Su mejor momento llegó en el pasaje más lírico, cuando le habla a Salomé de Jesús (está sobre una barca, en el mar de Galilea...).
Por último, Nikolai Schukoff muy bien como Narraboth, sobrado de voz. Como curiosidad, entre los cinco judíos había dos tenores con apellido ilustre: Niklas Björling Rygert y Eberhard Francesco Lorenz, no sé si serán familia de Jussi y Max respectivamente.
Como suelo hacer, me dejo la puesta en escena para el final. En este caso es especialmente importante por tratarse del estreno absoluto de la producción, a cargo de Francisco Negrín. Como ya hizo en su Orlando, con el que disfrutamos en la segunda temporada de Les Arts, Negrín basó la escenografía en una plataforma rotatoria, en este caso presidida por medio cilindro que por su lado cóncavo sirve para representar el interior del palacio de Herodes y por su lado convexo la terraza del mismo. Una estructura esférica en el centro del escenario hace las veces de cisterna en la que está encarcelado Jochanaan y también de luna, a la que tantas veces se hace referencia en el libreto. Lo mejor de este planteamiento está en la facilidad con la que se cambia de ambiente haciendo girar el medio cilindro o la esfera, lo que ofrece muchas posibilidades.
La estética elegida es actual, con soldados armados con fusiles y vestidos con uniformes pseudo-fascistas, un Herodes encorbatado, una Herodías cuya peluca rubio platino recordaba a más de un peinado imposible de los que se suele ver por la platea de este mismo recinto (jaja!) y unos judíos caracterizados como los ortodoxos actuales. Todo funciona muy bien, la dirección de actores es muy buena y hay ideas detrás de la propuesta.
La polémica llegó con la danza de Salomé, donde, tras un primer momento en el que todo empieza como un strip-tease de lo más convencional, aparece en escena una cámara con la que Herodes graba a Salomé (con imágenes en directo proyectándose en unas pantallas de televisión en lo que se supone que son los aposentos privados de Herodes, gran idea). Este episodio de voyeurismo va un paso más allá cuando Herodes obliga a Salomé a ver escenas de su niñez y su adolescencia, supuestamente grabadas por él a lo largo de los años. Ya entra la pederastia en escena. Finalmente, Herodes arrastra a Salomé al interior de una habitación y allí la viola. Cuando Salomé regresa a escena para pedir la cabeza de Jochanaan no lo hace desde la altivez, sino arrastrándose literalmente por el suelo y con la mirada fija en el infinito, lo que añade un plus de patetismo a la escena. Discutible todo, pero a mí me convenció. No así a un sector del público que abucheó a Negrín cuando salió a saludar. No fue un gran abucheo, pero algo hubo.
Ya sé que el abucheo forma parte de la ópera, que es una señal de que el público no traga con todo y tal y cual, pero yo me quedo con la sensación de que en Les Arts se abuchea desde una postura cerril de rechazo a lo nuevo, sea lo que sea lo nuevo, y eso no me parece nada positivo. Parte del público ayer se escandalizó en la escena de la danza, y que en pleno siglo XXI alguien se escandalice por eso no deja de resultar chocante. La puesta en escena de Negrín contiene ciertas "innovaciones" (lo pongo entre comillas porque lo de introducir voyeurismo y pederastia en Salome está más visto que el TBO), pero lo hace desde una óptica respetuosa (nada que ver con la pornografía de Bieito y compañía) y además se preocupa de que todo guarde coherencia y se vea reflejado en el comportamiento de los personajes. Al fin y al cabo, si pretendemos impactar al público de hoy como lo hizo Wilde con su obra en el siglo XIX hay que cargar las tintas. Podrá gustar o no gustar, pero no entiendo cómo se puede abuchear una propuesta así. La verdad, prefería cuando el público no abucheaba y se lo tragaba todo alegremente, la feliz ignorancia me parece preferible a la cerrazón mental.
25 comentarios:
Me da un poco de miedo, Titus.
Ya verás como es más bonito poner unos paralelepípedos en el centro del escenario y que cada uno piense lo que quiera, yo, por ejemplo, me imaginaré una Carmenfly. Decía este hombre que ahora ha trabajado más el movimiento escénico de los actores, pues lo tiene bien fácil porque la otra vez brillava por su ausencia.
¡Qué ganas tengo de Salomé y qué poco me apetece Carmen! Menos mal que el reparto vale la pena.
Titus,
Tres Bravi per la fantàstica crònica que ens has escrit. Estic molt contenta de que t'hagi convençut la soprano. Jo la vaig veure en una producció molt diferent i em va agradar molt. Descrius l'escena amb una precisió que m'ha fet veure l'escenari. Quins problemes tenia en Sigfrid Jerusalem? El seu Sigfrid al met m'agrada molt. El que SEMPRE trobo a faltar és un Jokanaan amb cara i ulls. En Simon Estes el feia de manera admirable, distant i il·luminat, fred amb la Salome i encès recordant el seu cosí i mesies.
Una abraçada, Titus!
saludos titus, nunca vi la ópera Salomé en directo, al igual que muchísimas otras, tampoco conozco a las jóvenes voces actuales, salvo excepciones, péro puestos a opinar, por lo que yó he escuchado en el rol de Salomé, me quedo con montserrat caballé........saludos paco..........por cierto titus, tus narraciones són extraordinarias.....gracias
Maac, estoy de acuerdo con lo que dices. El abucheo, que podría ser admisible si se abuchease simplemente la falta de calidad, se convierte en algo negativo cuando se abuchea lo innovador, lo atrevido, y se aplaude lo más rancio, aunque sea tan horrendo como la Carmen de Saura. Si se abuchease lo malo sin más, algunos cantantes habrían salido de Les Arts con la cara roja de vergüenza y sin embargo lo hicieron entre bravos.
Veremos como se recibe la reposición de Carmen, a lo mejor ahora que el público de Les Arts está desatado Saura se lleva la proitesta que merece.
Glòria, gràcies pels bravi. A mi Siegfried Jerusalem també m'ha agradat sempre, és el heldentenor indiscutible de finals del segle XX, però realment està molt lluny dels grans heldentenors anteriors a ell. Ni per veu, ni per tècnica (especialment pobre la seva forma d'arribar als aguts, produint un so nasal) ni per interpretació és massa destacable, tot i ser el millor del seu temps, però és que el seu temps va ser un temps molt roïn per la música de Wagner.
Jo també vaig trobar a faltar un Jochanaan més imponent. Tant de bo Dohmen es pose les piles en les properes funcions.
Paco, la Caballé es un referente en el rol de Salomé, normal que te quedes con ella. Yo antes de esta función estuve escuchando la de Christel Goltz dirigida por Clemens Krauss, que no tiene mucho predicamento pero es una de mis preferidas. No me dio tiempo a volver a escuchar la de Caballé, lo haré esta semana si puedo.
Estoy de acuerdo en muchas cosas que dices (no todas)respecto a los abucheos del público.Creo que existe un público de alto standing que se gasta un pastón en peluquería ,ropa y complementos que cree que un espectáculo de mal gusto arruinará el lucimiento de su pretendida elegancia y abuchea.Este caso al tener un acercamiento superficial al género es recuperable.El otro caso es más complicado.Se trata de personas que llevan la lección aprendida de casa,"entendidos" que se creen en la posesión de la verdad en todo lo referente al espectáculo operístico y toleran mal las opiniones distintas.No se toleran los cambios de epoca,las alusiones a problemas actuales o en general cualquier tipo de reinterpretación.En general yo diría que se trata más de una militancia que de una reacción espontánea a una manifestación artística y no sulen distinguir entre Tcherniakov,Bieito,Carsen o Negrin.He visto a gente abuchear como locos desde localidades sin visibilidad.Este segundo caso es reacio al raciocinio y se aferra a sus dogmas que le mantienen un status de sabiduría.Como dice muy bien Gerard Mortrier esta gente deberia compender que el destino del dinero público destinado a la Ópera va dirigido a satisfacer tanto sus gustos personales como tambien los de otro tipo de espectadores.
Dandini, más o menos comparto tu punto de vista. Yo creo qe todo se puede abuchear cuando está objetivamente muy mal. Por ejemplo, un cantante que desafina constantemente o una producción que hace aguas por todas partes, que se desentiende del libreto o que no funciona por mil y una razones. Pero igual que no abucheamos a un cantante que, moviéndose dentro de lo correcto, no nos ha gustado, lo mismo deberíamos hacer con las puestas en escena. La de ayer era correcta. A mí me gustó mucho, a otros no les gustó, lo entiendo, pero de ahí al abucheo va un trecho y saltarse ese trecho significa quitarle al abucheo su sentido.
Magnífica crónica, gracias!
No nos engañemos, el abucheo se utiliza y se ha utilizado frecuentemente, no digo que siempre ni por parte de todo el público, para imponer un criterio, de hecho sólo tres personas son capaces de destrozar el final de una función. Al revés, es decir, gritando bravo esas tres personas no valen nada, es la principal razón por la que soy contrario al abucheo. Una vez que alguien tiene derecho a abuchear todos lo deben tener, yo el primero ¿no? ¿Y quién somos nosotros para decir al resto del púbico qué es lo que está bien y lo que está mal? Porque a veces las fronteras son difusas, el respeto a la obra ¿dónde está el límite? ¿No será mejor dejar la cuestión del abucheo para los trogloditas? Recordemos La consagración de la primavera y tantas y tantas obras que fueron abucheadas en un principio ¡Quién sabe lo que pensarán en el futuro de Un ballo en versión Bieito! Porque al fin y al cabo lo que molesta de Bieito no es que no se respete el argumento de la obra, porque muchas veces no se respeta y la reacción del público no es tan violenta, sino que saque urinarios, drogadictos, prostitutas, señoras con abrigos de visón... Hay un sector de público que va a la ópera, todos sabemos cuál es, al que no le gusta ver nuestra realidad, independientemente de que la obra funcione, como me parece a mí que funciona el Ballo de Bieito puesto que tiene una lógica argumental independiente de la obra que utiliza como banda sonora y eso tiene un mérito que habrá que reconocer. Pero no, nosotros sacamos a San Verdi a pasear al grito de ¡herejía! ¡herejía! Eso sí, al libretista que le den, con un poco de suerte nos suena el nombre.
Me dejé una cosa. El tan manido argumento de que es la tradición, la costrumbre... ¿la misma tradición y costumbre que obligaba a las chinas a vendarse los pies? ¿la misma que hace que actualmente se calcule en 120 millones la cantidad de mujeres africanas a las que se les ha estirpado el clítoris? ¡Ay la tradición, la tradición!
Maria Teresa, gracias a tí por leerla.
Maac, te veo muy combativo. Yo no llegaría a tal extremo, abuchear no me gusta y no lo he hecho nunca, pero de ahí a la ablación de clítoris hay un mundo.
Sí, no tiene nada que ver sólo quise decir que no tiene sentido utilizar el argumento de la tradición, una conducta no se puede justificar nunca por una costumbre o una tradición. Recuerdo que cuando era pequeño era costumbre tirar los billetes de autobús en el suelo del propio autobús, o las servilletas y colillas en el suelo del bar -esto creo que hay sitios en los que se mantiene-, por muy tradicional que sea es una auténtica marranada. También es bastante tradicional que los perros caguen por la acera y todavía nadie me ha dicho que eso les da derecho a hacerlo con total impunidad.
...impunidad para sus dueños, evidentemente, pobres animalicos.
Antes que nada, Imperator, enhorabuena por esta crónica que me ha parecido realmente excelente, y no lo digo como vano halago de bloguero vecino.
Celebro el buen sabor general de esta "Salome" que ardo en deseos de ver y que no pude hacerlo el jueves gracias al concurso de idiocia que parecen entablar nuestras amigas Schmidt-Beneyto con sus contraprogramaciones.
Abuchear a Jerusalem, aunque hubiese estado flojo, a su edad, me parece un síntoma de ignorancia supina.
Me preocupa lo que dices de Dohmen porque tenía grandes esperanzas en su Jokanaan.
Sobre la escena, esperaré a verla y ya diré.
En este debate sobre el abucheo coincido básicamente contigo. Yo he abucheado en Les Arts y fuera de aquí. Pero soy de la opinión de que ni el abucheo ni el bravo pueden convertirse en una rutina y al mínimo indicio de pifia armar la de San Quintín, como tampoco creo que se deba bravear actuaciones como la de nuestra querida Voulgaridou.
En general no creo que se deba abuchear a un cantante que ha tenido un mal día. Se debería protestar contra la caradura de algunos/as.
Con la escena, el tema es más complejo porque es cierto que a veces lo que rechaza no es lo fallido de la propuesta, sino la innovación. Y eso no sólo es injusto, es una muestra más de ignorancia.
Yo vuelvo a la caradura. Creo que hay que protestar ante las propuestas que no aportan nada, entorpecen el seguimiento y buscan el lucimiento del director escénico en detrimento de la música, las voces y la obra original.
Bueno, no sigo que no es cuestión de hacer aquí un post sobre el post.
Nos vemos el sábado en "Carmen" y ya veremos si hay merecimientos para el abucheo.
New look pitufísticamente apropiado.
un saludo,
Maac, estoy de acuerdo, la tradición nunca debe justificar lo que está mal. Ahora habrá que ver si abuchear, además de ser tradicional, está mal, ya sabes que no todos opinan así. Yo, la verdad, si se hubiera abucheado a Voulgaridou en su día no lo habría visto con malos ojos, luego ya no sé qué pensar sobre el abucheo. Sólo sé que el del viernes me pareció injusto y muestra de un comportamiento cerril. Como el que se llevó Carsen en el Real con esta misma obra y por la misma razón. (Y eso que según el crítico del Levante García-Alcalde, de las distintas Salomés que se han visto últimamente por los teatros de Espeña esta es la mejor):
http://www.levante-emv.com/cultura/2010/06/12/sexo-explicito-salome-impactante/713931.html
Atticus, igual Dohmen se pone las pilas en las próximas funciones, aunque la verdad, me da la impresión de que ya las llevaba puestas y simplemente no daba para más. Aún así no lo hizo mal, es solo que yo me esperaba más de él.
Puede que en las próximas funciones, con la escena más digerida, sin posibilidad de abuchear a Negrín y con un público más normalizado, haya más bravos y todos salgan mejor parados, hasta Jerusalem que no estuvo nada mal como Herodes.
Sobre el new look, me ví forzado porque los vídeos de youtube han crecido y se veían cortados con el look anterior. Puestos a cambiar, elegí el color más pitufo, por supuesto.
Cambio de look!!!, están bien los cambios!.
Por suerte esta vez no han sido los afrancesados.
Gracias Titus por la magnífica crónica. Veo que Negrin se ha apuntado a las tesis de Joosten en el Liceu, espero que al menos y casi lo aseguraría conociendo los acabados de uno y otro, que sea más artista y vaya más allá de cuatro ideas mal resueltas. Que en mi caso y en el Liceu fueron merecedoras de atronadores abucheos y no por moderno y transgresor, en aquel caso y si por cutre, barato y inútilmente provocador.
Discutir de la necesidad o no del abucheo me parece inútil y francamente Titus, preferir un público plácidamente sosegado a uno encendido por reacciones controvertidas, es negar parte del mismo espectáculo y el derecho al público, con razón o no, a expresar aquello que se le propone.
No es una cuestión de cuatro o cinco, ni de teatros meridionales anclados en la rancia tradición, es generalizado. ya que muchos se han tomado la ópera, hasta ahora fuertemente subvencionada, como laboratorio experimental de sus "geniales" ideas. Ahora que los teatros tendrán que vigilar más el coste de las producciones y la venta o alquiler de las mismas a otros teatros, veremos si sus gestores no ponen más criterio y no lo dejan pasar todo.
Me parece irracional tanto los que se cargan una producción por el nombre de quien la firma, que aquellos que aplauden la aplauden a rabiar simplemente por ser transgresora y sacar de sus casillas a los talibanes conservadores.
¡Qué gas tengo de que llegue el fin de semana!
gas=ganas, los gases no me gustan demasiado
Que conste que no respondo de lo que haga en Carmen. Jajaja
maac, y en esa si que estará llena de afrancesados
Joaquim, está claro que tan mal está abuchear algo sólo por ser moderno o por mostrar los aspectos más sórdidos de la trama (que los hay, en Salomé) como bravear injustamente algo sólo por molestar a los más conservadores.
Sigo pensando que prefiero a un público sosegado antes que uno que abuchee no la falta de calidad, sino la modernidad o la opción que ha tomado el director de escena de mostrar los aspectos más sórdidos de la trama (y no me dirás que en Salomé no hay sordidez a raudales).
Para mí, la diferencia está en que en Les Arts rara vez se ha abucheado a un cantante (recuerdo que se abucheó a un cover en la Butterfly, lo que me pareció una falta de respeto porque por mal que lo hiciese, no deja de ser un cover) y sin embargo se han abucheado puestas en escena, lo que quiere decir que no se está juzgando todo con el mismo rasero. Tantas veces se dice, sobre todo desde los sectores más conservadores, que en la ópera la voz está por encima de todo y sin embargo nadie protesta a cantantes de un nivel ínfimo y sí se protesta algo supuestamente tan secundario como la puesta en escena. En esto estoy de acuerdo con Dandini, hay protestas que tienen poco de artístico y mucho de social.
Lo mejor será esperarse al fin de semana que viene para que puedas ver y opinar. Lo que te puedo asegurar es que la puesta en escena de Saura para Carmen es mucho más abucheable y seguramente, a no ser que os animeis los puristas afrancesados, será aplaudida.
¿Me estas dirigiendo sutilmente al afrancesamiento más radical?.
Respecto al abucheo de un cantante, o es notoriamente deficiente, o con los años he aprendido a moderarme en ese aspecto,una mala noche la tiene cualquiera, pero una puesta en escena es o debería ser fruto de un largo proceso de creación, que un resfriado, un disgusto o una menstruación, no puede poner en peligro. Cuando sale a saludar el equipo responsable del ingenio, es más fácil que sea blanco de las iras, que incluso de un gallo estrepitoso como le sucedió a Gedda en su tardío debut en el Liceu y que fue motivo de un silencio sorprendido, decepcionante y respectuoso al treminar la Donna è mobile y una atronadora salva de aplausos cuando salió al final de la función.
Hugh Smith, el indescriptible Lescaut en uno de los repartos de la Manon pucciniana en el Liceu, se merecía muchísimo más de lo que recibió, que no fue poco.
La puesta en escena puede ser provocadora y como tal, sujeta a la opinión del respetable, habrá quien en esa provocación vea colmadas sus inquietudes y otros sus frustraciones, y como provocador es el artista que lo propone, provocadora puede ser la respuesta del público. Forma parte del juego.
Lo de los cantantes es otro matiz más discutible.
Estoy casi seguro que Negrin no me defraudará, quizás tampoco me acabe de convencer, pero tampoco me hará sacar mi vena germanófila. Nos entendemos, ¿verdad?
Sí, claro que nos entendemos. Precisamente por eso sé que la puesta en escena de Negrín te puede gustar o no, pero no te hará abuchear y por eso entiendes que los abucheadores del estreno se movían por otros intereses que no son los tuyos ni los míos y que poco tienen que ver con lo artístico.
Respecto a lo de los puristas afrancesados, ya sabes que fue Helga la que se inventó el término para designar a quienes abucheásteis en el estreno de Les Troyens. Si quieres puedes quejarte, a ella le va a dar igual, es experta en hacer oídos sordos ;-)
Anda, la de los puristas afrancesados fue Helga ?? Ahora me entero...no sabía de donde venía el cuento ese , jajajajaja.
A mi no me gusta el abucheo...pero sí me gusta que la gente sea espontanea en las reacciones, asi que supongo que si uno siente la necesidad de protestar así, adelante. Lo malo es que de un bravo el motivo es obviamente artístico(aunque a algunos pueda parecer no justificado, no deja de ser una opinión personal que no va a causar ningun "problema"), mientras que del abucheo no esta tan claro si la cosa es artistica, de mentalidad...o de "vamos a reventarle la función a X".
Me alegro que disfrutaras la Salomé, Titus ;)
Sí, lo de los puristas fue una ocurrencia de Helga en una de sus brillantes intervenciones. Cada vez que abre la boca suelta una perla de esas. Memorable fue cuando dijo, una semana después de anunciar que Gianandrea Noseda sería el principal director invitado de Les Arts, que ya no lo iba a ser porque tenía la agenda completa en los próximos años. ¿Qué pasa, que una semana antes no la tenía completa?
Creo que hay una parte del público que abuchea que carece de humildad y se cree digno de dar lecciones al resto del público.Es decir en el caso de que la representación fuera dedicada sólo a él no abuchearía o no iría a verla.El móvil del delito(jiji) es en realidad es que los demás aprendan de su reacción.Creo que lo más importante es dejarse llevar por las sensaciones individuales sin interferencias.Recuerdo que en la 1ª Norma de Caballé en el Liceu mientras hacia cola tuve el privilegio? de hablar largo y tendido con un "entendido" que me quería convencer que aquello seria un desastre en comparación con la de Maria Caniglia que el había escuchado en su juventud.En realidad hemos de reconocer qu las dos son buenísimas pero el pobre infeliz debía cumplir su objetivo mostrar su sabiduría(evidentemente erronea).
Es indudable que existe ese tipo de gente, todos conocemos ejemplos con nombres y apellidos (y nicks, en algunos casos). Pero los abucheadores de Les Arts el pasado viernes no creo que fueran de esos, este es un teatro joven y aun no tiene este tipo de figuras, sino que era simplemente público de mentalidad cerrada que no puede digerir cosas tan simples como el cambio de época o que no ve con buenos ojos que se carguen las tintas en aspectos como el voyeurismo o la pederastia. Por eso no me gustó la reacción, porque aunque puedo entender que el público tiene derecho a expresarse, yo percibí en esta protesta un desagradable olor a rancio que echaba para atrás.
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