sábado, 28 de febrero de 2009

Casualidades de la vida: el día de Adolphe Nourrit


Resulta que tal día como hoy en 1828 se estrenó en la Ópera de París La Muette de Portici, de Daniel François Esprit Auber. Resulta que nunca hasta ahora había escuchado nada de esta obra, o si lo había hecho debo reconocer que lo he olvidado, y para suplir nuestras carencias como operófilos tenemos a nuestra disposición el youtube. Resulta que leo por ahí que lo más destacable de esta ópera es el aria Du pauvre seul ami fidéle, que fue interpretada por el legendario tenor Adolphe Nourrit en el estreno de la obra. Resulta que la escucho cantada por William Mateuzzi y me parece una maravilla y decido que esto tengo que traerlo por el blog para que lo podáis escuchar.


Vídeo de Meyerbeer1

Resulta que también tal día como hoy, aunque unos años más tarde, en 1836, se estrenó Les Huguenots, de Giacomo Meyerbeer. Resulta que en aquel estreno, cantando el papel de Raoul de Nangis estaba también Adolphe Nourrit. Resulta que tampoco he escuchado nunca Les Huguenots, aunque de esta sí he escuchado fragmentos muchas veces. Resulta que decido volver a usar el youtube para tratar de paliar mi ignorancia y me encuentro con Nicolai Gedda y Rita Shane cantando el dúo Beauté divine enchanteresse así de bien y pienso: otro vídeo para compartir en el blog.


Vídeo de gruberovito

Resulta que hoy también hay otro aniversario, el del nacimiento de Gioachino Rossini en 1792. Resulta que muchos de los papeles de tenor de las óperas francesas de Rossini fueron estrenados por Adolphe Nourrit: el Néocles de Le siège de Corinthe, el Aménophis de Moïse et Pharaon, el papel titular de Le comte Ory y el Arnold de Guillaume Tell, cuya aria Asile hereditaire vamos a escuchar interpretada, no sin notorias dificultades, por el valiente Marcello Giordani, un tenor que ha aparecido un par de veces en los carteles del Palau de les Arts pero ninguna en el escenario.


Vídeo de Arsace86

miércoles, 25 de febrero de 2009

20th Century Classics


Así se llama una serie de discos que ha lanzado EMI a un precio suculento (7,99 euros el pack de dos CDs, o al menos eso es lo que yo he pagado). Cada disco, o mejor dicho, cada par de discos está dedicado a un autor del siglo XX, del que se han seleccionado una serie de obras -no temáis, no hay highlights, las obras aparecen siempre completas. Las versiones elegidas corren a cargo de grandes directores (Rattle, Mackerras, Karajan, Sawalisch...) y cuentan con solistas solventes, tanto en las piezas instrumentales como en las cantadas. Una gran oportunidad para acercarse a un repertorio poco frecuentado y al que hay que perderle el miedo.

Por el momento, en la megatienda donde he estado esta tarde he visto los discos dedicados a Falla, Rodrigo, Tavener, Pärt, Henze y Janácek. Los tres últimos ya están en mi poder, y por lo que he podido escuchar ha sido una muy buena compra.

En el disco dedicado a Henze encontramos dos sinfonías (la 7ª en versión Rattle/City of Birmingham Symphony Orchestra y la 9ª en versión Metzmacher/Berliner Philarmoniker), la Barcarola (Rattle/Birmingham) y las Tres Canciones con textos de Auden cantadas por Ian Bostridge con Julius Drake al piano. Escuchemos la primera de estas canciones, In Memoriam L.K.A.


Vídeo de nickthetoast

Tanto Rattle como Bostridge también aparecen en el disco dedicado a Janácek, el primero dirigiendo la Sinfonietta (Philarmonia Orchestra) y la Misa Glagolítica (Birmingham) y el segundo cantando el Diario de un desaparecido. Junto a estas piezas podemos encontrar el Concertino (Mackerras/Rudy/Solistas de la Opéra National de Paris), la Sonata para violín (Amoyal/Rudy), el Capriccio (Rudy/Mackerras) y una serie de piezas para piano a cargo de Thomas Adès. Escuchemos ahora el primer movimiento de la Sinfonietta.


Vídeo de kaiserkill

El disco dedicado a Pärt está compuesto por multitud de piezas cortas (entre ellas el De Profundis que ya escuchamos hace un tiempo en otra entrada), destacando entre ellas su Stabat Mater (Taverner Consort/Fretwork/Parrott), la Missa Syllabica (Kaljuste/Orquesta Sinfónica Estonia) y dos obras instrumentales, Nekrolog y su 1ª Sinfonía (Järvi/Real Filarmónica de Estocolmo). Escuchemos una de las piezas que también aparecen en el disco, O Weisheit', una de las siete antífonas de su Magnificat.


Vídeo de gppkoq

lunes, 23 de febrero de 2009

Ay pena, penita, pena



Decía yo, en mi ingenuidad, que intentaría volver a ver Das Rheingold o Die Walküre cuando el Palau de les Arts nos ofreciese los dos ciclos completos del anillo wagneriano en el Festival del Mediterráneo de este año. Decía yo que intentaría ir a Die Walküre el día que cantase Torsten Kerl, pues es un tenor que me interesa muchísimo, aunque tampoco me importaría asistir a la de Plácido Domingo, que aún es capaz de ofrecer noches memorables como ya nos demostró con Iphigénie en Tauride. Decía yo que ya veríamos, que alguna caería en fin de semana, que aún no sabía nada.

Pues va a ser que no.

Ya me he comprado entradas para un Götterdammerung, al menos podré cerrar el ciclo que se inició hace dos veranos y podré decir que he visto un anillo completo, con grandes cantantes (unos más que otros, desde luego, pero con un nivel general que no tiene nada que envidiar a ningún teatro), con un gran director (aunque no todos pensemos igual, pero para mí su Wagner lírico y preciosista es un lujo), con una gran orquesta, con una puesta en escena increíble... Pero siempre me quedará la pena por perderme una oportunidad única de ver el anillo entero en una semana, el sueño de tantos wagnerianos, y encima no podré intentar calmar esa pena ni con una mísera repetición del prólogo o la primera jornada. En fin, las cosas vienen como vienen y a mí me han venido así.

Para rebozarme en el fango de mi tristeza y aprovechando que hace unos días escuchamos unas piezas de Korngold, vamos a escuchar ahora a Torsten Kerl, el Siegmund al que no podré aplaudir, cantando el aria final de la ópera Die Tote Stadt. Una música triste pero de una belleza sublime.


Vídeo de schischka

viernes, 20 de febrero de 2009

Anne Sofie von Otter canta Korngold+Shakespeare

Anne Sofie von Otter canta Cuatro canciones sobre textos de Shakespeare, Op.31 de Erich Wolfgang Korngold. La acompaña al piano Bengt Forsberg.


Video de franz39

miércoles, 18 de febrero de 2009

Una rareza: Kraus canta Hasse


Igual a algún historicista le da un yuyu, pero es lo que hay. Alfredo Kraus canta el aria Ritornerai fra poco procedente de la cantata L'Inciampo, también llamada Orgoglioso fiumicello, con texto de Pietro Metastasio y música de Johann Adolf Hasse. Según la información adjunta al vídeo en youtube, no existe ninguna versión grabada de la cantata, por lo que este heterodoxo acercamiento es lo máximo que vamos a poder escuchar.




Como esto ha quedado cortito, vamos a escuchar otra pieza de Hasse. En esta ocasión lo haremos con una versión que no hará a los historicistas llevarse las manos a la cabeza. El contratenor Andreas Scholl, a quien escuchamos hace poco cantando Haendel, interpreta el aria Pallido il sole, de la ópera Artaserse.


Vídeos de civileso


domingo, 15 de febrero de 2009

Faust en el Palau de les Arts

Qué suerte tenemos de tener una orquesta y un coro tan buenos en el Palau de les Arts. El Faust de ayer, con unos cantantes que se movieron entre lo correcto y lo fallido (estando Voulgaridou por ahí no podía ser de otra forma) habría pasado sin pena ni gloria en otros teatros cuyos cuerpos estables no tuviesen el nivel suficiente como para levantar por sí solos una función, pero lo que escuchamos ayer en les Arts fue mucho más que eso, fue una gran noche de ópera. También ayudó la excelente puesta en escena de David McVicar, que ya lleva años funcionando pero no acusa el paso del tiempo.

Ya sabemos que Maazel abandonó el proyecto del Faust antes de que empezaran los ensayos debido a una enfermedad (o eso se anunció, porque a estas alturas las cancelaciones en Les Arts son tan habituales que uno ya no sabe cuando le dicen la verdad y cuando le están tomando el pelo). Su sustituto ha sido el director francés Frédéric Chaslin, que ha obtenido un resultado excelente y que ha dirigido, además, de una forma muy maazeliana, remarcando el contraste de volúmenes de la orquesta, regalándonos momentos de efusividad explosiva y otros de acariciante suavidad, amparado siempre por el colchón de las cuerdas que ayer estuvieron espléndidas. A diferencia de lo que ha hecho Maazel en otras ocasiones, Chaslin ha tratado con cuidado a los cantantes y no les ha hecho luchar contra el volumen orquestal en ninguna ocasión, quizá perdiendo algo de espectacularidad pero ganando homogeneidad por la correcta integración de las voces en el conjunto.

El Cor de la Generalitat Valenciana estuvo sencillamente espectacular en todas sus intervenciones, destacando especialmente en la famosa página Gloire immortelle de nos aïeux, que sobrepasó a todas las arias de los solistas en emoción y se convirtió en lo mejor de la noche. Afortunadamente, la puesta en escena les permitió cantarla en la boca del escenario y sin tener que preocuparse por coreografías extrañas o movimientos que distrajeran su atención y la de los oyentes, como ha pasado en otras producciones.

Pasemos a los solistas. Confiaba bastante en la calidad de Erwin Schrott, a quien ya había escuchado en les Arts como Don Giovanni, algo menos en Vittorio Grigolo, que cantó en el Requiem de Verdi hace un año y nada en la soprano griega y plaga bíblica con la que Dios y Helga azotan al público valenciano Alexia Voulgaridou. En el entreacto pensé que me había equivocado en los tres casos, aunque al final las cosas volvieron a su sitio. Vayamos uno por uno:

Erwin Schrott y Vittorio Grigolo ensayando el primer acto de Faust.

Erwin Schrott, que está debutando el papel de Méphistophélès en Valencia, no tiene la voz de bajo profundo que solemos asociar a este papel, sino la de bajo-barítono para la que fue creado. No se queda corto en el registro grave, a pesar de carecer de la rotundidad de un Ghiaurov o un Christoff, y va sobrado en el centro y el agudo. Su voz es amplia y maleable, y cuenta con un timbre aterciopelado que la hace muy agradable al oído. Sin embargo, sus primeros tres actos fueron decepcionantes, tanto vocalmente, pues no parecía sacar todo el rendimiento que puede a su voz, como actoralmente. Esta falta de implicación hizo que su intervención en el primer acto pasara sin pena ni gloria, y en el segundo acto su himno Le veau d'or, que en mi opinión enfocó desde una perspectiva demasiado efectista y sin que la voz le acompañara en el alarde, no recibió ningún aplauso, sino un silencio tenso que supongo no agradaría mucho al artista. Sin embargo, todo cambió tras el entreacto. Su escena de la iglesia con Marguerite fue muy buena, exhibió una amplia gama de matices y supo llenar el escenario con su presencia. Su excelente serenata del cuarto acto le sirvió para desquitarse por el fracaso de Le Veau d'or y finalmente fue aplaudido y braveado por el público.

Vittorio Grigolo, de quien esperaba muy poco, acabó convirtiéndose en el otro triunfador de la función. Su Faust no destaca por la delicadeza ni por los matices, cierto, pero sería injusto negarle el esfuerzo y la intención. Empezó ofreciéndonos una versión caricaturesca del viejo Faust para, tras su transformación, jugar su principal baza: una voz sana y potente, con un timbre mediterráneo muy bello y una subida al agudo sin dificultad. Sin embargo, en su virtud está implícito su vicio, pues su ascenso al agudo se basa más en la fuerza física que en la técnica, por lo que sus agudos suenan indefectiblemente abiertos y en forte o fortissimo, perdiendo toda capacidad para el matiz en cuanto la partitura le obliga a cantar notas altas. Es un cantante jóven y no sabemos como va a evolucionar. Si se preocupa por enfocar bien su carrera, cuenta con un material que le permitirá obtener grandes éxitos. Si sigue confiando en su fuerza muscular, en cuanto el cuerpo le falle, algo que a todo el mundo le pasa a no ser que uno se llame Plácido Domingo, tendremos un nuevo caso de tenor echado a perder prematuramente.

Alexia Voulgaridou, nuestra Alexia Voulgaridou, la soprano con la que un Dios terrible y cruel castiga a la audiencia valenciana (a la madrileña lo hace con María Bayo y a la barcelonesa, según comentaban ayer unos amigos, con Michaels-Moore) acabó apareciendo en el reparto hace unos meses como sustituta de Cristina Gallardo-Domâs. Tras la tremenda desfachatez de su Luisa Miller, uno se esperaba lo peor, pero lo cierto es que Voulgaridou fue astuta y evitó riesgos. Su aria de las joyas resultó tramposa pero correcta. No me parece bien que los cantantes se coman agilidades, trinos o adornos cuando les suponen dificultades, pero si hay que elegir entre eso y lo que nos hizo en Luisa Miller hemos de pensar que hizo bien yendo a lo seguro. En el dúo con Faust aguantó el tipo, pero en la escena de la iglesia con Méphistophélès ya estuvo calante y gritona, y el terceto final, donde debería haber brillado por encima de Grigolo y Schrott, fue decepcionante.

El resto de cantantes apenas pudieron destacar debido a la brevedad de sus intervenciones. Gabriele Viviani (Valentin), aquejado por una repentina enfermedad, según se informó por megafonía, cantó bastante bien su aria del segundo acto, aunque pasó apuros en los extremos agudo y grave, algo bastante habitual en un aria mucho más complicada de lo que aparenta. Tanto Ekaterina Gubanova (Siebel) como Annie Vavrille (Marthe) estuvieron correctas, así como Vittorio Prato (Wagner).

Una característica común a todos los cantantes fue su deficiente pronunciación del idioma francés. Si hubiese sido sólo un cantante diríamos que debería haberse preparado mejor para el papel, pero siendo todos casi que diremos que la culpa es de los franceses por tener un idioma tan difícil de pronunciar. En el caso de Voulgaridou podemos decir que su pronunciación es como su afinación, se parece a lo que debe ser, pero no lo es.

La puesta en escena de David McVicar me pareció un acierto absoluto. Durante toda la representación hay dos elementos fijos, un palco de la Ópera Garnier a la izquierda que representa el mundo del pecado y un órgano de iglesia a la derecha que representa la salvación. Estos dos elementos se integran con un fondo de escenario que cambia en innumerables ocasiones y que nos lleva a diferentes localizaciones del París de finales del XIX, incluyendo la propia Ópera Garnier o un cabaret (Cabaret L'Enfer, muy apropiado) enmarcado por el arco de la Torre Eiffel. Tanto el número de ballet cuando Faust y Méphistophélès visitan el cabaret como el de la noche de Walpurgis, que acaba en una orgía bastante explícita, estuvieron muy logrados y se integraron perfectamente en la trama de la ópera. Los que solemos tener dificultades con los típicos ballets de la ópera francesa, que en muchos casos no dejan de ser un pegote, ayer estábamos encantados con lo que vimos. De los muchísimos elementos simbólicos que aparecen en la obra, los hay que tienen sentido, aunque puede que a algunos les parezcan en exceso provocadores (el Cristo que se cae de la cruz, por ejemplo) y otros, como la drogadicción de Faust o el travestismo de Méphistophélès, parecen distraer más de lo que aportan, aunque tampoco desentonen. Mención especial merece la iluminación, a cargo de Paule Constable, que juega con las sombras y los claroscuros consiguiendo efectos de gran plasticidad.

Nota de prensa rosa operística: Ayer asistió a la función la afamada soprano rusa Anna Netrebko, pareja de Erwin Schrott, a la que pudimos ver en el entreacto montada en unos tacones de palmo y medio. A ver si Helga aprovecha la ocasión para pedirle que se cante algo por aquí.

jueves, 12 de febrero de 2009

¡Que viene Chailly!


Como ya nos adelantaban Zerlina y Atticus, el director italiano Riccardo Chailly ha sido el elegido para tomar el relevo de Lorin Maazel al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, titular del Palau de les Arts. Riccardo Muti y Essa-Pekka Salonen quedan, por tanto, definitivamente descartados. Particularmente los tres nombres me merecen el máximo respeto y me alegro mucho de que el recambio de Maazel sea un director de reconocido prestigio, pero tampoco voy a negar que tenía mis esperanzas puestas en la improbable elección de Riccardo Muti. Pekka-Salonen, a pesar de no estar especializado en la dirección de ópera, seguramente habría supuesto la elección de un repertorio que me habría gustado más que el que previsiblemente nos va a traer Chailly. Pero, repito, los tres nombres merecen mis respetos, son grandísimos profesionales y me alegro de que uno de los valores seguros de les Arts, su orquesta, caiga en buenas manos. Además, el fantasma del mortecino López-Cobos se desvanece y muchos suspiramos aliviados.

Pinchad AQUÍ para leer la noticia en el Levante.

Para que nos vayamos acostumbrando a lo que nos espera, aquí tenemos a Riccardo Chailly dirigiendo la obertura de La Cenerentola en un vídeo que ya tiene unos añitos. Rossinianos, estáis de enhorabuena.


Vídeo de Fuiga

miércoles, 11 de febrero de 2009

Ya que no veré la Poppea del Liceu...


Tanto barroco en el ambiente y tanto hablar sobre L'incoronazione di Poppea, la obra maestra de Claudio Monteverdi que se está representando estos días en el Liceu de Barcelona, no he podido resistirme a recordar algunos de mis fragmentos favoritos y así calmar mi tristeza por no poder ir a Barcelona a verla en vivo. Para empezar, diré que el libreto de esta obra es para mí uno de los mejores que se han escrito, combinando perfectamente los momentos poéticos y filosóficos con otros irónicos o sarcásticos, creando personajes con una psicología compleja muy alejada de los arquetipos que nos encontramos en L'Orfeo o, en menor medida, en Il ritorno d'Ulisse in patria y narrando un comportamiento amoral que carece, por tanto, de la tan habitual y cargante dosis de moralina o de justicia poética. Aquí ganan los malos, y además el compositor les regala uno de los dúos de amor más bellos que jamás se hayan escuchado para que cierren la ópera. En conjunto, una delicia. Es por todo esto que L'incoronazione di Poppea es una obra para ser escuchada de cabo a rabo y así extraerle todo su jugo, a diferencia de otras obras donde los momentos puntuales de brillantez están esparcidos entre paja y más paja que sólo sirve de relleno. Pero claro, uno no siempre dispone de cuatro horas para dedicarlas a los amores de Poppea y Nerone, así que acaba recurriendo a los fragmentos destacados. Os invito a acompañarme en este repaso por los highlights, palabra horrorosa donde las haya.

Desgraciadamente no encuentro ni en youtube ni en mi disco duro ninguna versión de uno de mis momentos preferidos, el dúo entre el valetto y la damigella (Sento un certo non so che), así que empezaremos por uno de los platos fuertes de la obra, la muerte de Seneca. Es destacable el contraste entre el canto sereno del filósofo que acepta la muerte con resignación y el cromatismo de sus seguidores que le instan a que rechace la idea del suicidio. Escucharemos a Matti Salminen como Seneca en un extracto de la película de Jean Pierre Ponnelle con dirección de Nikolaus Harnoncourt.


Vídeo de CzarDodon

Los dos fragmentos siguientes son cantados por el mismo personaje: Arnalta, nodriza de Poppea. Sus intervenciones, al igual que las del valetto sirven de contrapunto cómico a la obra. Originalmente, este tipo de personajes, habituales en el teatro veneciano, los interpretaban hombres en travesti, algo que se suele respetar en las producciones actuales. Pero a pesar de ser un personaje cómico, Monteverdi le compuso una de las melodías más elevadas de toda la obra. Me refiero a oblivion soave, una canción de cuna que le canta a su señora Poppea y que vamos a escuchar en la voz de Philippe Jaroussky acompañado por L'Arpeggiata dirigidos por Christina Pluhar.


Vídeo de MehdiCaps

Hacia el final de la obra, en la escena previa a la coronación de Poppea, Arnalta tiene un soliloquio en el que manifiesta su alegría por dejar de ser parte de la plebe gracias a su señora. Tras comentar de forma sarcástica que a partir de su ascenso de categoría todos la encontrarán mucho más atractiva, nos deja una brutal lección de filosofía: nació plebeya y morirá patricia, pero es mejor nacer patricia y morir plebeya, pues un siervo no lamenta abandonar una vida llena de sinsabores, mientras que un señor lamenta dejar atrás una vida de placeres. En esta ocasión, Arnalta no será interpretada por un contratenor sino por un tenor, Curtis Ryam, con la dirección de René Jacobs.


Vídeo de bejun

Y acabamos con el dúo de amor Pur ti miro, pur ti godo, con el que se cierra la obra. Si no me he equivocado al contar, a lo largo de la obra Nerone y Poppea tienen cuatro dúos amorosos, algunos de ellos apasionados, pero es este el que destaca por su extraordinaria belleza. Las voces de Nerone y Poppea, ambos papeles interpretados habitualmente por sopranos (aunque existen versiones en las que Nerone lo canta un tenor) se entrelazan en una delicada melodía que parece expandirse hasta el infinito. Lo escucharemos en una versión dirigida por Marc Minkowski con Mireille Delunsch como Poppea y Sophie Von Otter como Nerone.


Vídeo de musicca75

martes, 10 de febrero de 2009

The Scholars Baroque Ensemble y el joven Haendel

Acabo de venir del Auditorio de Castellón, donde The Scholars Baroque Ensemble, coordinados (que no dirigidos) por David Van Asch han interpretado un programa que bajo el título El joven Haendel en Roma incluía tres piezas compuestas por el sajón durante el año 1707, cuando se trasladó a la ciudad italiana: Dixit Dominus HWV 232, Salve Regina HWV 241 y Nisi Dominus HWV 238.

Digo coordinados y no dirigidos porque The Scholars Baroque Ensemble carece de director, algo que es posible gracias al reducido número de intérpretes. Según dice el programa de mano, "el grupo cree que esto les lleva a un mayor nivel de comunicación no solo entre ellos sino también con la audiencia y se crea una atmósfera excepcional de hacer música juntos". Lo cierto es que no deja de ser curiosa esta forma de interpretar, más propia de un cuarteto de cuerda que de una orquesta barroca, si bien siendo sólo nueve instrumentistas (cuatro violines, dos violas, un chelo, un violone y un órgano) la distancia respecto al cuarteto de cuerda no es tan grande. Los cantantes también fueron nueve, pues al cuarteto titular de The Scholars (Kym Amps, soprano; Angus Davidson, contratenor; Robin Doveton, tenor; Simon Grant, bajo) se han añadido dos sopranos (Anna Crookes y Helen Parker), una contralto (Heather Cairncross), un tenor (Julian Podger) y un bajo (el fundador y coordinador del grupo David van Asch). Todas las voces respondían al prototipo de cantante barroco inglés, que evita el vibrato a toda costa. Este estilo interpretativo, tan en boga hace unos años, ha sido superado por interpretaciones más naturales. Sin embargo, me ha gustado escucharlo en las voces de especialistas veteranos como ellos, era como escuchar un disco de los pioneros del movimiento historicista. Además, hay que reconocer que en determinados momentos, sobre todo en los corales, la carencia de vibrato hace que uno tenga la impresión de que lo que está escuchando no tiene un origen humano, es como estar escuchando un órgano o algo similar, y es un efecto muy interesante. Ninguno de los intérpretes tuvo una gran intervención a nivel individual, incluso el contratenor Angus Davidson tuvo problemas evidentes de emisión y fiato, pero su conjunción como coro estuvo muy lograda.

The Scholars Baroque Ensemble, al igual que el cuarteto The Scholars, germen de la orquesta, tienen por bandera la utilización de un número mínimo de músicos y cantantes por parte. Según ellos mismos indican, no lo hacen así por una pretendida autenticidad (de hecho, lo hacen incluso en obras pensadas para un gran número de intérpretes como El Mesías) sino para conseguir la transparencia de la textura sonora que se ha convertido en su sello. A juzgar por lo escuchado hoy, los resultados son buenos, si bien hay otras agrupaciones que desde perspectivas distintas han logrado resultados más satisfactorios. Por ejemplo, esta:


Vídeo de musicca75

sábado, 7 de febrero de 2009

Dolc'è pur d'amor l'affanno

El contratenor Andreas Scholl interpreta la cantata para alto y bajo contínuo Dolc'è pur d'amor l'affanno HWV109 de G. F. Haendel, con texto de Paolo Antonio Rolli. Haendel compuso esta cantata en Londres en 1717, el mismo año en el que se estrenó su famosa Música Acuática.


Vídeo de Onegin65

miércoles, 4 de febrero de 2009

Relación de ideas

No quiero tratar temas políticos o de actualidad en el blog, aunque alguna vez los he bordeado y me he arriesgado a crear una polémica que, afortunadamente, no llegó a producirse, lo que me dice mucho en favor de los que habitualmente leéis El imperio de los sinsentidos. Hoy no será una excepción, así que no pienso hacer ningún comentario sobre la foto que preside estas líneas ni sobre la relación iglesia-estado. Sin embargo, sí quiero compartir con vosotros lo primero que me ha venido hoy a la cabeza cuando he visto dicha imágen en el telediario mientras comía. Y lo primero que me ha venido a la cabeza ha sido el tremendo dúo de bajos entre Felipe II y el Gran Inquisidor en el Don Carlo de Verdi. Lo escucharemos en las voces de quienes, según mis preferencias, mejor han cantado estos dos papeles: Nicolai Ghiaurov y Martti Talvela respectivamente.


Vídeo de Lohengrin

En la ópera acaba saliéndose con la suya el Gran Inquisidor. Y hasta aquí puedo leer, como decía Mayra Gómez Kemp.

lunes, 2 de febrero de 2009

Fortuny Venise, estreno de una ópera contemporánea

Ayer pude asisitir, gracias al amigo Publio, a la segunda de las funciones de la ópera Fortuny Venise, estrenada este fin de semana en el Teatro Principal de Castellón. Es la primera vez que asisto al estreno de una obra, aunque siendo exactos el estreno fue el pasado viernes 31 de enero, y previamente se había pre-estrenado en Reus el 10 de enero. Yo no sé la diferencia entre estrenar y pre-estrenar, pero tampoco voy a preocuparme por eso ahora. La música de esta obra, no digo la partitura pues se representa con música pre-grabada, es del compositor italiano Diego dall'Osto y el libreto es del escritor local Lluís Meseguer.

Podéis escuchar fragmentos de la obra en la página creada ad hoc y formaros vuestra propia opinión. Para entendernos, y resumiendo mucho, diré que las seis escenas de las que consta la obra están unidas por una música basada en elementos electrónicos y en sonidos cotidianos procesados con sintetizadores que sirven para crear una ambientación musical más interesada en la recreación de atmósferas que en la melodía. Sobre esta base, cuatro cantantes interpretan a diversos personajes, dos de ellos principales (Mariano Fortuny, interpretado por el barítono Toni Marsol y Henriette Nigrin, a quien dio vida la soprano Alicia Ferrer) y un cúmulo de secundarios, entre los que se encuentran figuras históricas como Gabrielle d'Annunzio o Martine de Béarn y personajes anónimos que sólo sirven para que los principales interactúen con ellos, todos ellos interpretados por el tenor Antoni Comas y la mezzo Claudia Schneider. El canto de todos los personajes se basa principalmente en variaciones alrededor de un mismo motivo, en la línea del minimalismo, con algunos momentos de canto más amplio al estilo (salvando las distancias) de los monólogos wagnerianos que son lo más disfrutable de la obra.

Fortuny Venise nos presenta seis escenas de las cuales la primera y la última estan ambientadas en el presente, concretamente en el incendio que afectó a la fábrica de telas Fortuny de Venecia en el 2003 (primera escena) y en la reinauguración de la fábrica (sexta escena). Las cuatro escenas centrales son cuatro momentos de la vida de Mariano Fortuny Madrazo, hijo del pintor Mariano Fortuny, quien fundó en la Venecia de la belle époque una exitosa fábrica de tejidos y confecciones junto a su amante, Henriette Nigrin. Tras el éxito inicial, Fortuny se embarca en una serie de proyectos, principalmente un sistema de iluminación naturalista que pretende revolucionar el mundo de la ópera y aplicar los principios wagnerianos del arte total. Sin embargo, los proyectos de Fortuny tropiezan con la burocracia, la ineficacia de quienes deben aplicarlos y la fatalidad, mientras el clima político y económico se va deteriorando hasta llegar al caos de la II Guerra Mundial y a la muerte de Fortuny en la Venecia arruinada de la posguerra.

Un punto positivo de esta ópera es la correcta unión de la puesta en escena minimalista de Rafel Duran con la música. Con muy pocos elementos escenográficos que se repiten en todas las escenas, es la música la que se encarga de darle sentido a lo que aparece sobre las tablas y de crear una u otra atmósfera, ayudada por proyecciones de vídeo ocasionales.

El problema de la música minimalista o con influencias del minimalismo es que las variaciones sobre un mismo motivo sólo resultan interesantes durante un período limitado de tiempo. Algo de esto afecta a esta nueva ópera, pues aunque uno esté abierto a nuevos lenguajes y esté dispuesto a aceptar que la música esté pre-grabada (no podría ser de otra forma, ya que es música de origen electrónico en la que se mezclan sonidos de agua, respiración, maquinaria industrial, fragmentos de emisiones radiofónicas...) y, aunque esto ya me gustó menos, que las voces estuvieran tratadas o amplificadas electrónicamente, al final la sensación es la de que se ha excedido el límite, que no daba para tanto, que se ha estirado demasiado la cuerda. Y estamos hablando de una obra corta, que no llega a los noventa minutos de duración. Tampoco ayuda un libreto que no humaniza a los personajes ni les ayuda a parecer tridimensionales, sino que, salvo excepciones en determinados momentos, pone en sus bocas frases que parecen demasiado elaboradas como para parecer naturales y demasiado mundanas como para parecer poéticas.

Para compensar este último párrafo, os dejo un enlace a la crítica de Antonio Gascó en el Levante, bastante más laudatoria y mucho más informativa que las opiniones de este humilde aficionado.