lunes, 2 de febrero de 2009

Fortuny Venise, estreno de una ópera contemporánea

Ayer pude asisitir, gracias al amigo Publio, a la segunda de las funciones de la ópera Fortuny Venise, estrenada este fin de semana en el Teatro Principal de Castellón. Es la primera vez que asisto al estreno de una obra, aunque siendo exactos el estreno fue el pasado viernes 31 de enero, y previamente se había pre-estrenado en Reus el 10 de enero. Yo no sé la diferencia entre estrenar y pre-estrenar, pero tampoco voy a preocuparme por eso ahora. La música de esta obra, no digo la partitura pues se representa con música pre-grabada, es del compositor italiano Diego dall'Osto y el libreto es del escritor local Lluís Meseguer.

Podéis escuchar fragmentos de la obra en la página creada ad hoc y formaros vuestra propia opinión. Para entendernos, y resumiendo mucho, diré que las seis escenas de las que consta la obra están unidas por una música basada en elementos electrónicos y en sonidos cotidianos procesados con sintetizadores que sirven para crear una ambientación musical más interesada en la recreación de atmósferas que en la melodía. Sobre esta base, cuatro cantantes interpretan a diversos personajes, dos de ellos principales (Mariano Fortuny, interpretado por el barítono Toni Marsol y Henriette Nigrin, a quien dio vida la soprano Alicia Ferrer) y un cúmulo de secundarios, entre los que se encuentran figuras históricas como Gabrielle d'Annunzio o Martine de Béarn y personajes anónimos que sólo sirven para que los principales interactúen con ellos, todos ellos interpretados por el tenor Antoni Comas y la mezzo Claudia Schneider. El canto de todos los personajes se basa principalmente en variaciones alrededor de un mismo motivo, en la línea del minimalismo, con algunos momentos de canto más amplio al estilo (salvando las distancias) de los monólogos wagnerianos que son lo más disfrutable de la obra.

Fortuny Venise nos presenta seis escenas de las cuales la primera y la última estan ambientadas en el presente, concretamente en el incendio que afectó a la fábrica de telas Fortuny de Venecia en el 2003 (primera escena) y en la reinauguración de la fábrica (sexta escena). Las cuatro escenas centrales son cuatro momentos de la vida de Mariano Fortuny Madrazo, hijo del pintor Mariano Fortuny, quien fundó en la Venecia de la belle époque una exitosa fábrica de tejidos y confecciones junto a su amante, Henriette Nigrin. Tras el éxito inicial, Fortuny se embarca en una serie de proyectos, principalmente un sistema de iluminación naturalista que pretende revolucionar el mundo de la ópera y aplicar los principios wagnerianos del arte total. Sin embargo, los proyectos de Fortuny tropiezan con la burocracia, la ineficacia de quienes deben aplicarlos y la fatalidad, mientras el clima político y económico se va deteriorando hasta llegar al caos de la II Guerra Mundial y a la muerte de Fortuny en la Venecia arruinada de la posguerra.

Un punto positivo de esta ópera es la correcta unión de la puesta en escena minimalista de Rafel Duran con la música. Con muy pocos elementos escenográficos que se repiten en todas las escenas, es la música la que se encarga de darle sentido a lo que aparece sobre las tablas y de crear una u otra atmósfera, ayudada por proyecciones de vídeo ocasionales.

El problema de la música minimalista o con influencias del minimalismo es que las variaciones sobre un mismo motivo sólo resultan interesantes durante un período limitado de tiempo. Algo de esto afecta a esta nueva ópera, pues aunque uno esté abierto a nuevos lenguajes y esté dispuesto a aceptar que la música esté pre-grabada (no podría ser de otra forma, ya que es música de origen electrónico en la que se mezclan sonidos de agua, respiración, maquinaria industrial, fragmentos de emisiones radiofónicas...) y, aunque esto ya me gustó menos, que las voces estuvieran tratadas o amplificadas electrónicamente, al final la sensación es la de que se ha excedido el límite, que no daba para tanto, que se ha estirado demasiado la cuerda. Y estamos hablando de una obra corta, que no llega a los noventa minutos de duración. Tampoco ayuda un libreto que no humaniza a los personajes ni les ayuda a parecer tridimensionales, sino que, salvo excepciones en determinados momentos, pone en sus bocas frases que parecen demasiado elaboradas como para parecer naturales y demasiado mundanas como para parecer poéticas.

Para compensar este último párrafo, os dejo un enlace a la crítica de Antonio Gascó en el Levante, bastante más laudatoria y mucho más informativa que las opiniones de este humilde aficionado.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola,
soy el compositor de Fortuny Venise.
Con el maximo respeto a las opiniones del blog, simplemente quiero expresar que la relación con el estilo 'minimalista' realmente no existe o muy..minimal. Se pueden encontrar momentos en que se han creado efectos de mecanismos, en algunas escenas concretas, para subrayar momentos expresivos.Lo cuál puede tener algun tipo de relación con la idea, única, del 'minimalismo'. Pero si se escucha cualquier pieza del estilo llamado 'minimal', como Reich o Glass, se puede averiguar muy bien que la relaciones con FortunyVenise son bastante lejanas en general.
En cuanto a la amplificación de las voces, solo se ha querido poner lo más minimo (y necesario) para poder realizar una mezcla honogénea con la música pregrabada (y amplificada): no había ningun procesado de las voces. Si no se usan microfonos no se puede obtener un resultado satisfactorio, las voces se pierden, el efecto es pobre. Eso a pesar de que, en este caso, yo hubiera preferido no tener que poner microfonos.
Un cordial saludo
Diego Dall'Osto

Titus dijo...

Hola Diego,

Ante todo, me alegro mucho de que hayas dejado tu comentario y de que hayas aclarado los aspectos en los que he podido equivocarme.

Sobre el tema del minimalismo, es cierto que Fortuny Venise no puede inscribirse de ningún modo en dicha corriente en sentido estricto, las diferencias con los autores que citas son manifiestas. Utilicé el término, sabedor de que podría ser controvertido, por el recurso de ejecutar variaciones sobre un mismo motivo, mientras que el minimalismo, digamos, ortodoxo utiliza repeticiones. Desde luego, como bien apuntas, los momentos de inspiración "mecánica" son aquellos en los que el parecido queda más patente. En cualquier caso, los parecidos con los autores citados en el artículo de Gascó me parecen mucho más pertinentes que el del minimalismo.

Respecto a la amplificación de las voces, entiendo que pueda ser necesario debido a la música amplificada, aunque para mí una de las auténticas ventajas de escuchar una ópera en vivo es poder apreciar las cualidades de la voz humana tal y como es, sin más recursos que los naturales, por lo que no puedo dejar de lamentar cualquier tratamiento o amplificación. Desde luego, una vez aceptado que es necesario, cuanto menor sea la intervención sobre la voz, mejor, y en este caso es cierto que la amplificación fue mínima. Precisamente por desconocer el alcance de la amplificación sobre las voces no quise hablar sobre ellas, aunque debo decir que el barítono Toni Marsol me causó una grata impresión.

Gracias de nuevo por tu comentario.

Un saludo.

pfp dijo...

Titus, muy interesante, veo que estas haciendo los deberes con la música contemporánea, te pongo sobresaliente en esta entrada (como en casi todas claro) Besos

Barbebleue dijo...

¿Podría llamarse música mecánica? Un recurso tan válido como cualquier otro.

Adoro el título !

Titus dijo...

Bueno, en determinados momentos sí podríamos hablar de música mecánica o en todo caso música que recrea un ambiente mecanizado, pero no se puede aplicar a toda la obra.