Recientemente estaba escuchando la famosa obra de Modest Músorgski Cuadros de una exposición en su versión orquestal adaptada por Maurice Ravel cuando se me ocurrió que sería una buena idea poder ir comparando la versión pianística original y la orquestal pieza por pieza para poder así profundizar en la comprensión de la labor compositiva de Músorgski y en la asombrosa habilidad para la orquestación de Ravel. Dicho y hecho: en esta y las siguientes entradas iremos disfrutando de las dos versiones más conocidas (hay más, Ravel no ha sido el único orquestador que ha conocido la obra), acompañando los números musicales con breves comentarios explicativos y con la contemplación de los cuadros que las inspiraron en los casos en los que estos se conservan.
Modest Músorgski compuso la Suite Hartmann, posteriormente renombrada como Cuadros de una exposición, en 1874 tras haber asistido a una exposición póstuma de la obra de su amigo el arquitecto Viktor Alexandrovich Hartmann. Ambos habían desarrollado una gran amistad basada en su común nacionalismo artístico. La temprana muerte del arquitecto a causa de un aneurisma conmocionó a su círculo de amistades, quienes rápidamente organizaron una exposición retrospectiva en San Petersburgo. El propio Músorgski colaboró cediendo las obras de Hartmann que poseía para que fuesen expuestas. Pero, afortunadamente para todos los melómanos, su homenaje fue más allá, pues decidió plasmar en música los sentimientos que le habían inspirado diez de las obras de Hartmann presentes en la exposición. La composición de la suite para piano resultante le llevó seis semanas de trabajo obsesivo. Su publicación, sin embargo, no tuvo lugar hasta 1886, cinco años después de la muerte del compositor.
Pocos años después de que la partitura para piano saliese a la luz, el compositor ruso Mikhail Tushmalov compuso la primera de las numerosas orquestaciones de la obra. Le seguirían otras muchas, pero la más conocida, superando incluso la fama del original, es la de Maurice Ravel. El compositor francés, un reconocido maestro del colorido orquestal, realizó una adaptación excelente y, a diferencia de las orquestaciones previas, sorprendentemente fiel al original al que complementa y expande.
Las versiones que escucharemos en esta serie de entradas son la de la joven pianista georgiana Nino Gvetadze y la de Carlo Maria Giulini dirigiendo a la Chicago Symphony Orchestra. La razón de la elección es fácil de entender: son las que tenía más a mano.
Empecemos pues con los dos primeros números de la suite, la primera promenade y el cuadro Gnomus.
PROMENADE
Músorgski se retrata a sí mismo paseando por la exposición con un tema que se repetirá en cinco ocasiones (cuatro en la versión orquestal, pues Ravel eliminó una de las repeticiones) y que irá cambiando, adaptándose al tono de los cuadros. Aunque Promenade sea una palabra francesa (paseo, en castellano), el tema tiene su origen en la música folklórica rusa. Recordemos que tanto Músorgski como Hartmann se adscribían al movimiento cultural del nacionalismo ruso. Escuchemos primero la versión original de Músorgski.
Y a continuación, la versión orquestal, en la que Ravel utiliza la trompeta, a la que contesta una fanfarria de metales acompañados por las cuerdas.
GNOMUS
El cuadro que inspiró el número denominado Gnomus (latín para gnomo) era un diseño de Hartmann para un cascanueces con forma de gnomo que usaba sus largos dientes para partir las cáscaras. Desgraciadamente el cuadro se ha perdido, como casi toda la obra de Hartmann, pero podemos ver otro que quizá guarde similitud con él. Se trata de un diseño que Hartmann realizó para el personaje de Chernomor, de la ópera Ruslán y Ludmilla de Glinka.
Músorgski retrató al gnomo del cuadro de Hartmann dando torpes pasos con sus piernas retorcidas en medio de aullidos y convulsiones.
La orquestación de Ravel ayuda a resaltar el ambiente lóbrego que rodea al personaje.
Volveremos con una nueva entrada en la que podremos escuchar la segunda promenade y el cuadro titulado Il vecchio castello.