martes, 8 de diciembre de 2009

Jenufa (segundo reparto) en el Teatro Real

Como ya os informaron mis robots, he disfrutado de unas breves vacaciones en las que he podido asistir a un concierto de la ONE y a una función de la ópera Jenufa. Por un error de programación, el segundo robot os informó de la representación de Jenufa un día después de que tuviera lugar. Programar no es lo mío.


Muchas veces, tras escuchar una función de ópera, comentamos que sólo por escuchar a tal o cual cantante, por la dirección, por la escenografía o por lo que sea ya ha valido la pena haber asistido. Otras veces decimos que los puntos negros acabaron pesando más que los aciertos y salimos decepcionados o con la sensación de haber perdido el tiempo y el dinero. Muy pocas veces salimos del teatro sin haber encontrado ningún factor especialmente atractivo por sí solo pero conmovidos por la excelente unión de todos ellos y eso fue lo que pasó el pasado domingo en el Teatro Real de Madrid, donde tuvo lugar la segunda función de la ópera Jenufa de Leos Janacek, primera con el segundo reparto.

El primer acierto de estas representaciones es la puesta en escena de Stéphane Braunschweig, sencilla, neososa, pero muy efectiva. Utiliza muy pocos elementos pero siempre lo hace con sentido, sin efectismos pero también sin aburrir en ningún momento, sin caer en simbolismos absurdos o en caprichos inexplicables, cuidando los detalles y el movimiento de los solistas y el coro. Mención aparte merece la estupenda iluminación de Marion Hewlett, encargada de delimitar espacios en el escenario, creando distintas zonas de luz y sombra que actuán en ocasiones a modo de paredes.

Otro gran acierto fue la dirección de Ivor Bolton, que supo extraer todo el dramatismo de la partitura y mantener la línea sin altibajos. Cierto que fue un Janacek de brocha gorda, sin demasiadas sutilezas ni explosiones de exaltación orquestal, pero teniendo en cuenta cómo suele sonar la orquesta con su titular y cómo sonó con Bolton, no se puede más que alabar su trabajo. Bien el coro Intermezzo, mejor la parte masculina que la femenina, demasiado heterogénea.


De entre los cantantes, ninguno especialmente brillante pero todos correctos. Andrea Danková en el papel titular dio todas las notas en su sitio y cumplió adecuadamente, pero no destacó ni por timbre (oscuro, pero no especialmente atractivo), ni por volumen, ni por técnica, ni por emotividad. Tampoco lo hizo Gordon Gietz como Steva, de quien se podría decir lo mismo. Mejor estuvo Jorma Silvasti como Laca, muy implicado en el papel y valiente en lo vocal, pese a no ser el suyo un instrumento muy llamativo. El resto de personajes estuvieron dentro de la corrección, al igual que los solistas, sin que ninguno de ellos llamara especialmente la atención.


Me dejo para el final la Kostelnicka de Anja Silja, a quien el publico premió con una merecida ovación y que supo destacar en una función en la que nadie sobre el escenario pudo hacerle sombra. Cierto es que sus facultades vocales son las que son, o sea, las de una mujer de 69 años que encima se ha pasado su juventud cantando papeles que excedían su capacidad. Lleva muchos años cantando la Kostelnicka, primero de forma notable en todos los aspectos, después supliendo con su fantástica capacidad dramática sus carencias vocales y últimamente confiando casi exclusicamente en lo actoral, pero aún así es innegable que desde que hace su entrada en el primer acto todos los ojos se centran en ella y allí siguen a lo largo de toda la función. Su carisma hace que acabemos rindiéndonos ante su interpretación, sin olvidar su vibrato, sus agudos potentes pero de afinación aleatoria y su pobreza en los registros medio y grave. Pero nada de eso importa, no al menos en una ópera como esta donde la emotividad está a flor de piel, donde el cantante no se debe limitar a dar una serie de notas determinadas (en cuyo caso su elección para el papel sería impensable) sino a transmitir al público toda la carga dramática implícita en la partitura. Una grande de la escena a la que me alegro mucho de haber podido disfrutar en vivo.

7 comentarios:

Allau dijo...

Jenufa és una obra tan fantàsticament emotiva que cal fer-la molt i molt malament perquè no et commogui.

M'alegro que en gaudissis.

Atticus dijo...

Qué envidia me das. Hace tiempo que tengo ganas de ver una Jenufa en directo, y, como bien dices, lo más importante de la obra no son las voces, sino la expresividad y emotividad que se transmita en esta ópera que es puro sentimiento.
Lo de la Silja tiene mérito. Que a sus años y con lo que lleva corrido esta señora siga subiendo al escenario y sea capaz de afrontar el reto interpretativo (y no me refiero a lo vocal) de una Jenufa es para quitarse el sombrero (aunque haga frío).
Bravo por ella y enhorabuena a tí que has podido vivirlo. Y gracias por contarlo tan bien como siempre.

Titus dijo...

Allau, tens raó, però tot i així jo no les tenia totes amb mi perquè hi ha una pedra que és fonamental per que l'edifici de Jenufa es sostinga: l'orquestra i la direcció. Va ser un plaer comprovar que aquesta peça funcionava bé. A partir d'ahí, tot va anar rodant.

Atticus, en el Real llevan tres Janaceks casi seguidos, si no recuerdo mal, y con los tres han obtenido grandes éxitos. Pero no te preocupes, ya sabes que Helga siempre acaba trayéndonos producciones de la ópera de Praga y es de suponer que, igual que este año nos montan una Novia vendida, algún año caerá un Janacek y posiblemente sea una Jenufa, por ser su obra más popular. Eso sí, lo malo es que el director será nuestro amigo Netopil.

Joaquim dijo...

Jenufa es una ópera magnífica, que necesita de grandes cantantes y sobretodo grandes personalidades, ya sea en la dos protagonistas femeninas, como el rol de Laca, menos el de Steva, aunque también.
La sacristana de la Silja es antológica.
Creo que la mejor época de esta cantante es en su madurez, asumiendo roles de carácter como esta Sacristana, aunque su Emylia Marty en el Caso Makropoulos, era superlativa.
Nunca he sido un especial devoto de esta cantante. En su época gloriosa la detesto. Supongo que había que verla, pero nunca he creído que su voz fuera o tuviera la relevancia de los papeles que le daban, sobretodo los de soprano dramática, ya que nunca lo fue.
En el Liceu hemos tenido la suerte de verle en esa etapa por encime del bien y del mal, y debo decir que su Sacristana no desmerecía para nada, aunque era muy distinta, a la de la Marton. Ambas, dos grandes personalidades que con la voz deteriorada, eran capaces de levantar al público de sus butacas con unas interpretaciones espeluznantes.
Si en la Jenufa no ocurre eso,ya puedes tener la mejor orquesta del mundo, que aún siendo imprescindible una dirección creativa y una orquesta algo más que solvente, no se obtendrán bajo mi punto de vista, lo que yo espero de esta obra maestra.
Me alegro que disfrutaras, es sin duda una opera Titusiana

Titus dijo...

De acuerdo en que la orquesta sin grandes intérpretes no levanta la obra, pero creo que lo mismo se puede decir al revés, ni Silja ni Marton ni Polaski pueden levantar la obra por sí solas si la orquesta no responde, pues como sucede con Wagner y con casi todos los autores posteriores, la orquesta deja de ser un mero acompañamiento y pasa a compartir el primer plano. Afortunadamente, en la función a la que asistí hubo tanto una buena dirección como una gran intérprete para la Kostelnicka.

Por cierto, me compré (no en la prohibitiva tienda del Real, desde luego) el DVD de la Jenufa del Liceu con Marton y Stemme, aún lo tengo por ver.

GLÒRIA dijo...

Titus,
om sempre una crònica brillant i dinàmica com tu mateix. És tota una anècdota haver pogut veure i sentir a la Silja. Si en lloc de cantar ens expliqués coses dels seus anys a Bayreuth quan alternava amb la flor i nata del clan Wagner i embadalia a en Wieland amb els seus aires de Lolita wikinga...Atès que la seva veu ha anat naturalment a menys, em decanto descaradament pel bon safareig. Desprès de tot si sé alguna cosa de tot això és mercès a la gran Birgit Nilsson.
Bon cap de setmana!

Titus dijo...

Glòria, la Silja ja no és una gran cantant pel lògic pas dels anys (i encara que a mi m'agrada molt, comparada amb la Nilsson és evident que juga a un nivell inferior), però encara és una gran artista. Si tens ocasió de veure-la no la deixes passar.