lunes, 23 de junio de 2008

Siegfried se despide del Palau de les Arts

A estas alturas, cuando ya todo el mundo ha visto el Siegfried de les Arts y ha opinado sobre él, es difícil decir algo que no se haya dicho. Es lo malo de asistir a la última función, aunque sigo prefiriéndolo así porque, a decir de los que asisten a más de una, suele ser la mejor, supongo que debido al rodaje adquirido en las tres anteriores. Ayer, sin embargo, tenía miedo de que el tenor ruso Leonid Zakhozhaev hubiese forzado la máquina vocal y hubiese llegado a esta función demasiado fatigado. Por suerte, parece que no fue así, aunque aún estando aparentemente fresco, su rendimiento en este papel no acabó de satisfacerme.


Leonid Zakhozhaev tiene una voz lírica y de timbre bonito, pero insuficiente para un papel como Siegfried. Habrá quien preferirá su acercamiento lírico antes que el de un auténtico heldentenor de estilo más brusco y de voz leñosa (heldentenors que no sean bruscos y que tengan un timbre hermoso ya no hay, por desgracia). Yo no, yo hubiese preferido más potencia vocal, aún sacrificando el timbre. Zakhozhaev no cantó de forma tosca, pero se veía forzado a romper la línea de canto cada vez que llegaba un momento comprometido y sus agudos sonaban apagados, como tragados. Su escena de la forja fue claramente insuficiente, y eso que contó con la complicidad de un Zubin Mehta que retuvo el volumen orquestal para no taparle por completo. Su mejor momento llegó en el tercer acto, el más adecuado para el lirismo de su voz. Llegó fatigado, como es lógico, pero con el fuelle suficiente como para acabar la ópera en condiciones.

El papel de Mime fue interpretado en esta función por Ulrich Ress, quien no me hizo añorar en ningún momento el magnifico Mime que cantó Gerhard Siegel el año pasado y que, no sé por qué, sólo ha cantado en dos funciones de este Siegfried. Ress se mostró como un charaktertenor solvente, sin ser excesivamente ridículo en su caracterización del herrero nibelungo. Además tiene un volumen importante que puso en más de un apuro a Zakhozhaev por el agravio comparativo.

Franz-Josef Kapellmann estuvo correcto como Alberich, Olga Peretiatko muy bien como pájaro del bosque y Stephen Milling más que bien como Fafner. La Erda de Catherine Wyn-Rogers destacó en los graves majestuosos y falló ligeramente en el agudo, aunque en conjunto me gustó.

Esperaba ansiosamente la llegada del tercer acto para volver a escuchar la Brünnhilde de Jennifer Wilson que tanto me gustó el año pasado en Die Walküre. No me decepcionó, cantó con clase y dominando un instrumento de una potencia apabullante. Brünnhilde es un papel que se presta al grito, es un lujo haber encontrado una valquiria que canta, y encima que canta bien, en vez de gritar, y que además clava las notas con una precisión pasmosa. Bravo por ella.

Igual de bien que Jennifer Wilson estuvo Juha Uusitalo como Caminante. El suyo es un Wotan muy humano, sabe transmitir con su canto la complicada psicología del personaje, lo que compensa con creces su punto flaco, la falta de una severidad que quizá sí tendría si sus graves fuesen más rotundos. Quizá con los años acabará ganando en el grave, pero aunque no fuese así estamos ante un Wotan de primer nivel, por potencia vocal y por la extraordinaria expresividad de su canto.

Zubin Mehta siguió en la línea que empezó el año pasado con el prólogo y la primera jornada del Anillo, un Wagner de sonidos limpios y claros, sin brusquedades, explorando todos los matices que sólo una orquesta de tanta calidad como la Orquestra de la Comunitat Valenciana puede expresar. Cierto es que la escena de la forja fue demasiado suave, aunque puede que fuese mejor esto que dar rienda suelta a la potencia orquestal y tapar por completo al pobre Zakhozhaiev, pero hubo dos momentos en los que me pareció sublime: los murmullos del bosque y el preludio del tercer acto. En todo el resto de la obra me gustó mucho su dirección. Es de destacar que en las cuatro horas de música sólo escuché una ligera desafinación en el viento metal. Puede que hubiese más y yo no fuese capaz de detectarlas, pero me parece elogiable la calidad de los músicos de la orquesta ante una obra tan extensa y complicada.

Sobre la puesta en escena de La Fura dels Baus, con Carlus Padrissa a la cabeza, no me voy a extender. Su Das Rheingold me pareció maravilloso, en Die Walküre mantuvieron el nivel, si bien el libreto les daba menos oportunidades para lucirse. En esta obra continúan en un nivel alto, sobre todo en un primer acto muy bien resuelto. Es fascinante ver como, cuando Mime le hace las tres preguntas al Caminante, la escena se transforma en cuestión de segundos en el Nibelheim que pudimos ver el año pasado en Das Rheingold, ese híbrido entre matadero y cadena de montaje que tanto me impresionó, para después dar entrada a los gigantes Fasolt y Fafner y por último a Wotan cantando desde las alturas, literalmente sobre el foso de la orquesta, mientras la luz del Walhalla inundaba todo el teatro. El segundo acto me gustó menos, quizá mis expectativas respecto al dragón eran demasiado altas, y en el tercer acto me gustó la intoducción, con ese vuelo vertiginoso sobre la cima de las montañas y con la salida de Erda del centro de la Tierra, pero no me gustó la reaparición de la paella donde reposa Brünnhilde (aunque era inevitable, en aras de la unidad dramática) ni las imágenes de líquidos durante el dúo final.

Nota curiosa: Hubo deserciones al final del primer acto, supongo que debido a que muchos preferirían irse a ver el España-Italia por la tele. Eso me permitió cambiar mi localidad lateral por una un poco más centrada por todo el morro. Al final, fue Zubin Mehta, durante los aplausos, quien mandó parar al público para anunciar que España había ganado. Por cierto, el de ayer fue un público muy caluroso, aplaudió y braveó con ganas, sobre todo cuando los músicos subieron al escenario junto con Mehta.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Tiene gracia lo de las deserciones por el fútbol, parecía ser lo más importante del día a juzgar por las conversaciones de los móviles.

Como soy "ripitidora" coincido contigo de que no sé muy bien el porqué; las últimas representaciones salen en términos generales mejor.

Me encanta la voz de Jennifer Wilson, me parece que borda el papel, tiene una voz potente pero con matices, modula, bueno...un lujo.

Qué pena que no hayan sacado más partido a la escena de la fragua, tanto en cuanto a los cantantes, como por la puesta en escena. En sintesis pareció deslucida, cuando creo que es esencial en la historia. Además había demasiada gente ¿Qué pintaba ese grupo a modo coro "la la la", detrás?. La fragua debería ser el eje en el que se articula la escena y la historía, pero enfín, todo es subjetivo.

Como siempre, Titus, una crítica estupenda

Alfredo dijo...

...envidiable y didáctica crítica, la próxima vez iré después que tu para llevar la lección bien aprendida, aunque no fué la misma representación tus comentarios me han refrescado situaciones y comportamientos a los que quizás no les dí la importancia debida, en cualquier caso leyéndola y escuchándola de nuevo me reafirmo que hemos sido testigos de un gran acontecimiento.
Un abrazo
...y el año que viene a por el "Anillo..." completo

Titus dijo...

Me alegro de que os haya gustado mi crónica, subjetiva como es, pues cada uno tenemos una apreciación distinta. Creo que será la última de la temporada, a no ser que surja algún concierto estival al que me acabe apuntando, pero el blog seguirá en marcha, al menos mientras haya mp3 en mi disco duro y exista el youtube.

Anónimo dijo...

Buenas noches a todos. Aún impresionada por el espectáculo y esperando tu entrada, Titus, coincido en casi todo contigo; fue una pena no poder departir, pero gracias a tu blog, aquí nos encontramos. Siguiendo tu discurso en algo sí discrepo: me impresionó la resistencia física y vocal de Zakhozhaev, precisamente porque no es un tenor de volumen impactante, pensé que no llegaría holgadamente al tercer acto, pero lo consiguió. No lo comparemos con Wilson. Lo que ella canta no es ni una séptima parte de lo que durante 3 horas lleva cantado el ruso. También me impactó su bello, equilibrado e igualado timbre, que me hacía figurar su imagen entre el nieto del dios y el humano aún inocente, y fue una pena que en su canto a Notung "perdiera los papeles" y, efectivamente, en el momento melódico que personalmente más me emociona de toda la ópera, se echó atrás y la voz no quedó proyectada. El carácter de joven entusiasmado con su nueva espada se lo quedó consigo, pero quedaba aún mucha ópera por delante. (Tuve la impresión que se puso nervioso por alguna pérdida de tempo o estaba pasando un calor impresionante, que todo puede ser)

Hago un paréntesis para hacer señalar que en general todos los cantantes se ahogaban en sus episodios más graves. Incluída Wyn-Rogers; a mi no me pareció que esta mujer brillara en la zona que es donde tenía que hacerlo.

En todo lo demás estoy totalmente de acuerdo con vuestras apreciaciones.

En cuanto a la puesta en escena, la verdad es que el dragón es mi debilidad. ¿Habéis visto todo el reportaje que han colgado en la web de les Arts, en la sección de prensa, sobre el espectáculo callejero y el escénico? Está muy bien. Volviendo al dragón. Con cuatro hojas de lata le pillan la medida al escenario y al joven Siegfried, y me impresiona.
De otro lado la caracterización de éste me parece de lo más, de lo más... salvaje, que te pone mogollón, digno descendiente de sus padres ¿os acordáis? Con los tatuajes por las piernas, y las rastas tan bien puestas y las patas del animalillo cazado colgando por la espalda. Lo dicho, muuuuuy salvaje. Mmmmmmmmm. Por eso me dio rabia que luego se recurriera a la típica imagen de la Walkyria con las tetas-escudo de plástico rosa-horrible, con un pelo lacio como de sin lavar de hace 7 días, ¿impactando? visualmente a su sobrino, hombre...

En el primer descanso una señora delante de mi estaba indignadísima con el servicio de limpieza que tanto ha dado que hablar en la escena de la fragua. En lugar de ponerse a interpretar, se puso prácticamente a insultar a la Fura y a decir que es que "no sabían cómo rellenar la escena". En fin, a mi me dió por pensar que limpiaban todo lo que Sigfrido quisiera saber del pasado de sus progenitores, porque pasaban cada vez que preguntaba a Mime por su origen y éste contestaba con evasivas. ¿Qué créeis sobre ésto? ¿Y del hecho de que Erda surgiera de la India, es un guiño al Maestro Mehta? Por cierto, coincidiendo en casi todo con Titus, me pareció inteligentísima su dirección. Quizás muy comedida, digamos recogida, medida, pensando en las necesidades de cada uno de los intérpretes. Después de haber pasado este año por la Walkyria liceística y el Tristán de Madrid, no hago más que dar gracias por el lujo de orquesta y de maestros que la encaminan hacia un sonido cada vez más consolidado.

Volviendo a la puesta en escena, es cierto que la roca del final quedó demasiado desnuda al dejarla sin fuego, sin figurantes, y sin nada. Solo la rellenaban los protagonistas subiendo y bajando. Quizás se trató de darles a ellos todo el peso de la acción, no lo sé. Hubo otros momentos, como el del oso, logrado con los figurantes que luego se transforman en sofá para Sigfrido que me parecieron geniales, no así el de los forjadores a destiempo, que como no lo arreglen... Fue una pena, porque el primero siempre entraba bien, pero la cadena se rompía, y eso que el apuntador seguro que lo hacía estupendamente, pero la tarea no era fácil y que menos que tener conocimientos musicales para acometerla pues Mehta no podía dedicarse a dar esas entradas. Y otra buenísima, la del duelo-cabezas entre Mime y el Caminante. Qué miedo me dieron esas cabezas, que ni la del príncipe de persia. Y eso que musicalmente creo que se puede prescindir de este momento, ejem.

Espero con ansiedad el final de la Tetralogía. No sé cómo he sido capaz de aguantar hasta el final este Sigfrido. Se merecía, como poco, una repetición. Está llena de matices y es una maravillosa obra de arte.

Tuvo mucha gracia que el Maestro nos notificara el triunfo de la selección teniendo detrás una orquesta en la que sólo habrá un 15 % de españoles y en la que Sigfrido y el pajarillo son rusos, jejeje. Pero bueno, nosotros aplaudimos a rabiar, y creo que él también estaba muy contento.

Gracias por tu espacio, Titus.
Hasta muy pronto.

Titus dijo...

Vaya, mimenor, tu comentario es casi más largo que mi entrada y mucho más enjundioso, jejeje. En serio, es un placer y un honor que hayas dejado tus impresiones, con las que estoy totalmente de acuerdo. Incluso en lo referente a los graves de Wyn-Rogers, que a mí me gustaron, me fío mucho más de tu criterio que del mío. Ni se me había ocurrido pensar en el calor que debió pasar Zakhozhaev en la fragua, supongo que no debe ser fácil cantar junto a una docena de antorchas encendidas. Se nota que estás acostumbrada a ver a los cantantes desde el escenario, ves detalles que los demás pasamos por alto.

pfp dijo...

hola Titus, tengo la sensación que no me expliqué en el blog de Ximo con respecto a la orquesta de vuestro Sigfrido, fué la dirección, el Sr. Mehta, no me convenció, no me emocionó y no es justo que le eche la culpa a la orquesta, en el Fidelio de la inauguración sin embargo me entusiasmó.
Todo absolutamente subjetivo menos la magnífica paella que comimos en Pinedo. Saludos

Titus dijo...

Hola, Pilar, me alegro de verte por aquí. A mí sí me gustó Mehta, puede que no estuviese al nivel del Fidelio del año pasado, pero es que en aquel Fidelio rozó el cielo, supongo que influiría también el reparto de lujo con el que contaba, a veces se crea una sinergia entre cantantes, orquesta y director que acaba elevando el nivel en el rendimiento de todos ellos. Y pensar que el único que no me gustó en Fidelio fue Uusitalo, quien iba a decirme que acabaría admirando su Wotan.

Joaquim dijo...

Hola Titus, a pesar de no coincidir mucho, es curioso que entienda perfectamente tu crónica. No podría ponerlo peros. Simplemente los cantantes no me parecen la mejor opción para esta ópera, aunque solventes lo son.
Cuando nos desplazamos a ver una ópera queremos que el viaje sea referencial y quizás todos teníamos puestas grandísimas expectativas.
Me gustaría, aunque dudo mucho que así suceda, que para el ciclo completo cambien a los cantantes. No sucederá por dos razones, ya lo tienen rodado y segundo y muy importante, son solventes y seguro que no tienen un caché desorbitado.
Con respecto a Mehta es un lujazo que tengáis un director de ese nivel con una orquesta tan buena. La pega y no es baladí, es que su concepción wagneriana me parece tan light que desvirtúa MI versión ideal.
Es cierto que pueden haber, como sucede a menudo, visiones diferentes, concepciones y direcciones dispares y todas válidas, pero la de Mehta es tan ligera y lírica, que le resta la épica que Siegfried lleva en sus genes.

Kenderina dijo...

Huy...ya estamos con las referencias...y encima en les Arts....anda que no pides tu ná, Ximo ;) Quizá algun dia...cuando hayan terminado de amortizar el edificio y la orquesta.... jejejeje.

Titus dijo...

Hombre Ximo, yo con que cambiasen a Zakhozhaev por Jon Frederic West ya me daría más que por satisfecho. Respecto a lo de Mehta, y aún gustándome su Wagner, pienso que es una pena que nos estemos perdiendo el Wagner de Maazel, que en disco al menos es espectacular. A ver si ese Parsifal que se rumorea para el año que viene cae en sus manos y podremos comparar las distintas formas de dirigir las obras de Wagner de estas dos jóvenes promesas de la dirección que tenemos en el Palau.

Barbebleue dijo...

Gracias por las clarificadoras crónicas para quienes no asistimos.
Y enlazando con el último comentario ¿qué tal un bolo de Thielemann?

Titus dijo...

Eso sería impresionante, pero me da a mí que va a ser que no. Lástima, porque Thielemann seguro que atraía visitantes desde tierras galáicas, ¿no es así? Una visita de Barenboim tampoco estaría mal, la verdad.

maac dijo...

La conclusión que saco al final sobre Zakhozhaev es que es muy irregular porque cada uno dice una cosa y yo, que lo escuché en dos ocasiones, también obtuve distintas conclusiones uno y otro día. Todos estamos de acuerdo en que demasiado lírico, sin embargo yo discrepo respecto a la proyección de la voz, los dos días que lo escuché la voz corría estupendamente, el primer día dudé de que pudiera aguantar hasta el final y aguantó bastante bien, sin embargo el segundo fue una catástrofe, al final estaba agotadísimo se paraba para coger aire, no cuidaba el fraseo -éste no es su fuerte, la verdad- y acabó como pudo gracias al mimo con que lo trató Mehta.

Joaquim dijo...

Thielemann, SI, SI, SIIIIIIIIII.
Pero si no, Maazel, para variar, aunque con los volumenes que gasta, o ponen a vozarrones o será un Parsifal sin palabras.

Titus dijo...

Yo creo que cuando grabó el Anillo sin palabras sí había cantantes, lo que pasa es que los tapó por completo, jajajaja. No, en serio, me gustaría mucho comprobar qué tal le sienta a Wagner el estilo de dirección de Maazel en vivo, con esa libertad en la elección y ralentización de tempi que se gasta y esos subidones de volumen que ponen a prueba la cimentación del teatro. En disco, ya digo, suena espectacular.

Barbebleue dijo...

Tengo difícil la visita, pero por don Cristiano haría un esfuerzo supremo.