sábado, 1 de noviembre de 2008

The Parsifal that came from outer space


Uno había leído tantas cosas sobre esta producción de Parsifal, casi todas tan negativas, que iba temiéndose lo peor. Y al final resulta que no sólo no está tan mal, sino que, exceptuando la mamarrachada del final, está muy bien, incluso en algunos aspectos se sitúa entre lo mejor que nos ha ofrecido el Palau de les Arts en su corta historia.

El principal de estos aspectos es la dirección de Lorin Maazel y el sonido que saca de la Orquestra de la Comunitat Valenciana. Ya comenté cuando Mehta nos trajo las tres primeras entregas del Ring que era un lujo poder escuchar su peculiar visión lírica de la música de Wagner (especialmente en el Oro y la Walkiria, donde estuvo mejor que en Sigfrido), pero a la vez era una lástima que estuviésemos perdiéndonos el Wagner de Lorin Maazel, que al menos en disco es espectacular. La oportunidad de escuchar al maestro Maazel en este repertorio ha llegado con esta obra cumbre del repertorio wagneriano, que nunca antes había dirigido y que, quizá por eso, nos ha brindado su mejor dirección en estos tres años. Puede que sea porque es su primera aproximación a la obra, por respeto, por falta de confianza, quién sabe, pero Maazel no dejó ni uno de los ensayos a su segundo de a bordo, se implicó como no había hecho con ninguna otra obra y nos dejó una dirección donde nos ofrecía todas las cualidades positivas a las que ya nos había acostumbrado, con un sonido orquestal de ensueño y algunos momentos puntuales (transformación del primer acto, encantamiento del viernes santo) realmente hermosos. Además no jugó con los tempi y las dinámicas de forma tan caprichosa como nos tiene acostumbrados. Optó, como era previsible, por unos tempi lentos pero cargados de intensidad, como ya hizo Gatti este verano en Bayreuth, aunque en el segundo acto se puso las pilas y aceleró el paso. Wagner se puede interpretar desde otra óptica diferente, pero no mejor de lo que lo hizo Maazel ayer.

Si la orquesta destacó ayer excepcionalmente dentro del altísimo nivel en el que suelen estar, el Cor de la Generalitat Valenciana tuvo, sobre todo en el primer acto, momentos en los que parecía no estar a gusto. No sé si se deberá a que la puesta en escena obliga al coro femenino y al infantil (Escolania de la Mare de Déu dels Desamparats) a permanecer fuera del escenario, pero, sin dejar de estar bien, no lo estuvieron tanto como en otras ocasiones, Y es una lástima, porque Parsifal es una obra donde tienen la oportunidad de lucirse en el cierre del primer y el tercer acto. Aún así, por incómodos que estuviesen, no dejan de ser un excelente coro. Además, hubo otros momentos, como la escena de las muchachas flor, donde sí cantaron con su nivel de excelencia habitual.

Vocalmente este Parsifal estuvo muy bien servido, con una notable excepción en el papel de Kundry. Christopher Ventris es el Parsifal de la actualidad, con permiso de Plácido Domingo, que aún canta el papel aunque con menor frecuencia. Todos conocemos ya sus cualidades, una voz robusta y bella, con gran volumen, y una capacidad interpretativa destacable. Baste decir que ayer estuvo especialmente bien, sobre todo en el segundo acto, que es donde tiene su prueba de fuego.

También estuvo muy bien el bajo danés Stephen Milling, a quien ya conocíamos por haber interpretado estupendamente el papel de Fafner en el Oro y Sigfrido. Dominando una voz imponente para plegarla a la expresividad requerida por la partitura, Milling nos ofreció momentos de gran belleza y se ganó a pulso ser el cantante más destacado y más aplaudido de la función. Un bajo que está llamado a hacer grandes cosas y que será, por vocalidad y por estilo, el sucesor de Matti Salminen.

Otro bajo con una actuación destacable, aunque breve, fue Alexánder Tsymbalyuk (el Timur de la reciente Turandot) en el papel de Titurel. Debido a las carácterísticas del teatro, con un foso entre la última fila de los cuatro pisos y la pared trasera, su voz se proyectó desde abajo hacia arriba, rebotando en la pared trasera y proyectándose hacia delante. El efecto fue tal que los que estábamos en la última fila del cuarto piso nos giramos para ver si lo teníamos detrás, cuando en relidad lo teníamos cuatro pisos por debajo. Se comenta que su voz pudo estar amplificada, pero desde mi posición casi puedo asegurar que no fue así, sino que se aprovechó la peculiar construcción del Palau. Una voz importante, en todo caso.

En el papel de Amfortas, Evgueni Nikitin optó por una interpretación en la que buscaba más la belleza vocal que el patetismo. Ciertamente posee una voz bonita y de gran volumen, pero no es así como debe sonar Amfortas. No había dolor en su voz, no había desgarro, no transmitía toda la carga dramática que debía transmitir. Eso sí, vocalmente no se le pueden poner pegas.

Serguéi Leiferkus, un Klingsor en la más pura tradición caricaturesca de Franz Mazura, estuvo muy bien tanto en lo interpretativo como en lo vocal.

Me dejo lo peor para el final. Judit Németh fue una Kundry chillona, con agudos destemplados y con graves inaudibles. Estuvo a mucha distancia del resto del reparto, sin llegar a empañar la función pero sí destacando como lo más negativo. Sigo lamentando mi suerte por haber tenido que asistir a la única función donde no canta Violeta Urmana, que según me comentaron ayer en el primer entreacto, está cantando la mejor Kundry de su carrera, que es casi como decir la mejor Kundry a la que se puede aspirar hoy en día. Y pensar que en principio estaba programada Katarina Dalayman...

Y ahora, la polémica. Werner Herzog ha recibido críticas devastadoras tras esta producción de Parsifal, bastante inmerecidas según mi opinión. La puesta en escena se encuadra en el estilo neososo al que ya estamos acostumbrados en el Palau. En este caso, podíamos definirlo como una variante galáctica del neososismo. Neososo, aunque bonito, era el montaje de Fidelio con el que el Palau echó a andar. Neososos fueron los montajes de La Bruja, Simone Boccanegra, Carmen (este, además, fue un horror), Don Carlo y puede que alguno más que ahora no me viene a la memoria. Lo neososo no es ni bueno ni malo por sí solo, sólo es aburrido, monótono, pero al menos deja cantar a gusto y no distrae la atención del espectador con tonterías.

En este caso, hubo algunas pegas pues algunos elementos rozaban lo ridículo: la antenita giratoria del primer acto, los apliques halógenos del radiotelescopio que preside el Templo del Grial, el copón que no pega con el resto de la escenografía, toda la escena de las muchachas flor (aquí muchachas anémona) que parece sacada de La Sirenita y sobre todo el horroroso final, con la proyección de un Palau de les Arts transformado en platillo volante que surca el espacio. Si algún teatro compra esta producción supongo que se eliminará esta última parte y se dejará sólamente el cielo estrellado, con lo cual el final pasará de ser una mamarrachada a una escena de gran belleza plástica.

Pero no todo fue malo. La transformación del bosque en el Templo del Grial me gustó, la aparición de Klingsor en una plataforma elevada y su búsqueda de Pársifal con un foco que recorría todo el teatro fueron un acierto, el momento en el que Parsifal atrapa la lanza está muy bien resuelto y lo mejor, la iluminación es excelente, recordando por momentos al nuevo Bayreuth de Wieland Wagner.

En general, y exceptuando el final, una puesta en escena correcta, que no entrará en los libros de historia de la ópera pero que tampoco se merece la mayoría de comentarios negativos que está recibiendo. Eso sí, el final es vergonzoso e indigno de un artista como Herzog.

Se me olvidaba comentar que ayer hubo llenazo de habituales de los blogs en el Palau de les Arts, con la visita de Joaquim y Colbran que se unieron al grupo habital de valencianos en pleno. Con gente así da gusto ir a la ópera o a donde haga falta.

17 comentarios:

Kenderina dijo...

Que mala leche tiene alguna gente , no ? Alexander Tsymbaliuk fue para mi lo mejor de la Turandot (a pesar del pequeño papel) y me parece feo eso de decir que la voz esta amplificada...tanto cuesta reconocer que el tio tiene, como tu dices, una voz importante ? Y eso que aun es joven...
Eso si, el sonido de las voces en Les Arts es, como minimo, extraño..quiero decir, cambia demasiado segun donde te sientas en la sala...este Calatrava , brrrr !!

Anónimo dijo...

Lógicamente no puedo aportar nada porque no estuve allí y como no se retransmiten las funciones del Palau si quiera por radio tampoco lo he podido escuchar, pero ya tenía ganas de leer una crítica de algún miembro del club de bloggeros, por cuestión de confianza.

Darte las gracias por narránoslo tan bien y acaso hacer notar que al final el párrafo dedicado a lo malo del trabajo de Herzog te ha salido más grande que el dedicado a lo bueno, jeje.

Una pena lo de Urmana, sí.

Titus dijo...

Golaud, creía que ayer ibas a venir, lástima que no fuese así, creo que lo hubieses disfrutado mucho.

No hagas caso al tamaño de los párrafos, ya sabes que el tamaño no importa, jejeje.

pfp dijo...

bien Titus, me alegro que disfrutaras y siento que no oyeras a Urmana, el 2º acto para mí fué lo mejor.
También tuve yo esa sensación de voz amplificada en el papel de Titurel pero me inclino por pensar lo que comentas sobre las características arquitectonicas de la sala.
Me ha gustado la etiqueta "neososo" creo que lo define muy bien aunque a mi precisamente por eso me gusto tanto, y sobre todo la delicadeza de movimientos de toda la espectacular tramoya al ritmo de la musica, sin un ruido que estropeara la belleza del momento. Y esto es de destacar y agradecer y quere decir que el Sr Herzog, conoce el oficio, porque yo al menos estoy harta de oir ruidos, golpes y demás maquinaria, mientras cambian decorados, pensando que la música va a tapar los ruidos de los tramoyistas.
El platillo volante tampoco está tan mal piensa, ¿donde sino está el Santo Grial? ¿o es de verdad el de la Seo de Valencia? Besos.

Anónimo dijo...

Titus, tu crónica como siempre estupenda; exhaustiva y precisa, un lujo. Coincido en todo contigo.

Sólo quisiera añadir que Gurmenanz Stephen Milling me encantó. Para mi- ya sé que para tí no, porque ya sabías sus posibilidades - un descubrimiento, qué maravilla, no me podía imaginar que cantara tan requetebién fue mi sorpresa. Consiguió en muchos momentos emocionarme. Lo mismo que la orquesta excepcional, de contener la respiración, de decir no puede ser que suene tan bien, clara, brillante...

Titus, es dificil encontrarte con un grupo de personas tan inteligentes, amables y divertidas, para mi escuchar un Parsifal de un nivel tan extraordinario como el de ayer con vosotros fue todo un regalo. Se me pasaron rapidísimo las horas, y disfrute a rabiar. Golaud, te echamos de menos, todos te esperábamos y estábamos convencidos de que vendrías.

Pilar, qué pena que no coincidiéramos y qué afortunados vosotros al tener a la Urmana. Coincido contigo sobre la profesionalidad de Herzog y sobre todo con el tema de los ruidos, qué preciso y qué bien funcionó el montaje.

Sobre la puesta en escena -a excepción del platillo- a mi me gustó, prefiero una escena fría y minimalista, hasta antártica ja ja ja que deje que la música cree el espacio. A mi la música por si sola me sitúa, sólo necesito que la puesta en escena no me distraiga y aún menos que me enfurezca -soy ecónomica y prefiero poco y no perturbador- cosa que la de Herzog -quitando el platillo volante- consiguió en terminos generales.

Bueno, y puestos a quitar, ese pato de la Albufera enorme pues tambien lo convertiría en algo más poético, me cachís, qué "pardalot".

Gracie mille, Titus!!!

Barbebleue dijo...

Suele ser así: se disfruta más cuanto menores son las expectativas.

Estoy de acuerdo contigo: Maazel es mucho mejor wagneriano que Mehta.

Gracias por la crónica-cuadro del evento, muy esclarecedora. Es la primera que leo, supongo que habrá más...

Anónimo dijo...

Gracias por la crónica Titus. Aún me hago cruces de la suerte que tenemos de poder hacer coincidir una partitura excepcional con una batuta genial. si le añadimos un elenco de lujo, una antena más o menos no me molesta lo más mínimo. Disfruté como hacía mucho tiempo. Creo que ahora un montaje con florestas de verdad y caballeros con armaduras y Amfortas en una litera al uso, me parecería muy hortera. Os estoy queriendo decir que la puesta en escena me gustó; que ese ¿radiotelescopio? con lucecitas, a modo de rosetón gótico sobre el que se situó el cáliz y la antena dando vueltas obstinadamente como... un bajo contínuo, me encantaron. Mira por donde la escena de las muchachas flor me resultó pastelona. Que nadie se me enfade pero el "palau volant" como le han denominado en la prensa, ni me indigna ni me fastidia, me parece muy bien que abduzca a los caballeros que en este mundo ya no tienen nada que hacer, y además es una monada. Lo que no me pareció creíble es cuando le pusieron la propulsión.
Me gustaría disculpar al coro. Las distancias entre el director y la orquesta y los coros internos es enorme, no me quiero equivocar pero podemos hablar de 30 metros o algo así, la profundidad del escenario de les Arts es enorme. Por mucho retorno que se ponga y monitores, la referencia real no existe. Cantar con un coro de infantes es muy peligroso. Los episodios a capella se suceden... todo predispone al fracaso. Si se supera en esas condiciones, es un milagro.
En cuanto al elenco sólo discreparía en la actuación de Amfortas, me lo hizo pasar francamente mal, el sufrimiento me pareció real, pero es que con ese timbre tan bonito es fácil dejarse llevar por la belleza y olvidar la herida.
La voz clara y juvenil de Ventris me encandiló y Milling creo que acusó cansancio, justificado, hacia el final, cantando incluso una frase en octava baja (me dio esa impresión).
Por todo lo demás salí entusiasmada y encima con vuestra compañía que hace que el tiempo se pase volando y poco a poco vayamos creando estilo en los catering de entreactos. Ejem. Saludos a los amigos catalanes que han compartido con nosotros estas nuestras primeras lides parsifalianas, nos lo hemos pasado fenomenal.
Saludos.
Mi.

Anónimo dijo...

Mmmmm.
Hemos comentado que las muchachas-flor también podían estar amplificadas. No me ha parecido nada equilibrada la relación con el coro femenino.
¿Qué opináis?
Mi.

Titus dijo...

No creo que estuviesen amplificadas, sino que el hecho de estar encima del escenario y de cantar a pleno volumen mientras el coro lo hacía en piano y desde el foso hacía que las voces de las muchachas flor / sirenitas destacasen por encima de las del coro. Me llevaría una sorpresa negativa si fuese verdad eso que se comentó el año pasado de que en les Arts se amplifica a los cantantes, para mí eso sólo es aceptable en casos puntuales, como la voz de Fafner en determinadas producciones, o incluso la de Titurel si realmente estuvo amplificada, aunque no creo que fuese así.

Alvaro dijo...

Queda poco por añadir pero, además de volver a destacar a Milling (es de esas cosas que te quedan dentro para siempre)me ha encantado ese final que propones con el cielo estrellado, lo individual en unidad, hubiera sido soberbio.

Joaquim dijo...

Hola Titus. Nos hemos desahogado con ganas. La ocasión lo merece.
Ha sido un verdadero placer compartir este maravilloso Parsifal. Tiene alguna pega salvable sin tener que recomponer grandes cosas.
En el plano musical con un cambio de Kundry (simplemente asistiendo a una función con Urmana la cosa debe ser "la leche") y una reubicación del coro, creo que el resultado me terminaría por dejar en la euforia descontrolada.
En el plano escénico, lo dicho ya. Quitar unos "platillos" por ahí y adecentar el jardín coralífero de las muchachas, me dejaría más satisfecho, olvidándome del cabreo final por tan burda solución.
Pero este Parsifal también será recordado, una vez más, por el reencuentro con todos vosotros. Un festival más que sacro de jovial amistad.
Gràcies amic

Anónimo dijo...

r

Anónimo dijo...

He leído vuestros comentarios y os aclaro algunas cosas. El bajo no canta amplificado. Tiene un gran volumen y el sitio desde donde canta hace que se proyecte enormemente. Cuando hicimos "Don Giovanni" la temporada pasada, el coro del final lo cantábamos desde allí y el efecto era parecido: el sonido se amplifica y se reparte por toda la sala.
Las muchas flor tampoco iban amplificadas. Cantaban en la boca del escenario y eso provoca una notable presencia de las voces. Unos metros más atrás, apenas pasada la línea de bajada del telón, la sonoridad cambia y se pierde en la enorme tramoya del escenario.

Y noticia fresca de esta misma noche: bronca entre Lorin Maazel y Marcelo Álvarez por los tempos de algunos fragmentos, incapaz este último de mantenerlos. Marcelo estaba muy nervioso toda la noche. Se ha doblado un pié y estaba muy dolorido mientras cantaba. Le ha reconocido su grandeza al director y le ha dicho que si no le gustaba como cantaba debía abandonar el montaje. HA sido un momento tenso entre dos divos que ha acabado con un "Ciao, Helga" por parte de Marcelo y un "buscadme otro tenor" por parte de Lorin. Ya veremos mañana, con lo ánimos mas calmados, como acaba todo...

Titus dijo...

Lo que faltaba, que se caiga del cartel Marcelo Álvarez también. Al final cualquier parecido entre los cantantes que se anuncian en les Arts y los que acaban cantando va a ser pura coincidencia.

Me alegro mucho de saber que no se ha amplificado a nadie en este Parsifal, tal y como yo sospechaba. Gracias por la información.

Kenderina dijo...

Yo también me alegro de saber que no hay dudas sobre las amplificaciones :) Y me alegro muy poco del tema de Marcelo Alvarez y Lorin Maazel..., como dice Titus, lo que faltaba !

Anónimo dijo...

De momento todo sigue igual. Marcelo ha ido hoy a ensayar.

Titus dijo...

Bueno, a ver si se calman los ánimos y no le pasa como a la rusa de la Butterfly.