Llevo unos días muy, muy agobiado por el trabajo y los estudios. Hoy, en teoría, tenía que haber asistido a un recital de Edita Gruberova en Castellón pero he acabado de trabajar a las mil, con un calor espantoso durante todo el día, mal comido, agotado y con más de una hora de coche por delante para volver a casa, así que doña Edita tendrá que esperar a otra ocasión para disfrutar de mi presencia. ¿O era al revés? Bueno, da igual. Por suerte, no había comprado la entrada aún, confiando en que podría comprarla en taquilla.
Para colmo los amigos valencianos comentan por mail las virtudes de la función de ayer de Die Walküre, una función que yo mismo apunté como gran hito futurible de esta temporada desde hace casi un año y en la que tenía puestas todas mis esperanzas. Y acerté, pero desgraciadamente mientras mis queridos Wilson, Kerl, Uusitalo y Salminen hacían las delicias del público asistente (y también Eva Maria Westbroek, a quien nunca he escuchado en vivo pero que los ha dejado a todos en estado de shock), yo estaba en casa intentando quitarme de encima todo el trabajo pendiente para así poder dedicar algunos minutos al estudio. ¡Ayyyyyy!
Sobrevivo, pues, a duras penas en esta semana de pasión académica, entre evaluaciones, informes educativos, programaciones didácticas y un temario enorme que tengo que meterme en la cabeza ya mismo. De vez en cuando puedo robar unos minutitos para intentar relajarme y aprovecho para pasar por aquí y dejaros esta maravilla que espero os sirva a vosotros también para bajar las revoluciones si estáis agobiados. Philippe Jaroussky canta el aria con oboe obligado Ave Deus recondite, del oratorio Sub olea pacis et palma virtutis de Jan Dismas Zelenka.
Vídeo de FFJJ0213