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miércoles, 29 de octubre de 2008

Klingsor y Hagen, los malos de la película


La última de las analogías entre personajes de Parsifal y la obra anterior de Wagner que apuntaba Andras Batta en su libro Ópera es la de Klingsor y Hagen. Uno y otro son los malvados de sus respectivas óperas. Ambos utilizan el engaño para acabar con los héroes y tanto uno como otro se valen de un personaje femenino, Gutrune y Kundry, para seducir a sus oponentes, si bien con distinta suerte. Mientras que Hagen consigue matar a Sigfrido, atravesándolo con su lanza, Klingsor falla y su reino de engaño se derrumba al final del segundo acto.

Hagen, hijo del malvado Alberich, lleva el mal en su interior desde su nacimiento. Klingsor, en cambio, se transformó en malvado al errar siguiendo el camino del bien. Incapaz de alcanzar la pureza y la castidad requerida a los caballeros del Grial, Klingsor se castró, pero Titurel rechazó sus métodos y lo expulsó. Klingsor hizo de la venganza su principal objetivo y valiéndose de su magia negra, robó la lanza, una de las reliquias de los caballeros, hiriendo con ella a Amfortas y condenando así a la Orden del Grial a la decadencia. Sólo Parsifal es lo suficientemente puro para vencer los engaños de Klingsor y recuperar la lanza.

La principal diferencia entre el final optimista de Parsifal y el pesimista del Anillo reside en el hecho de que Klingsor muere y con él desaparece toda su influencia negativa, mientras que Hagen, a pesar de morir, deja una huella tan profunda que el mundo ya nunca vuelve a ser el mismo.

Escuchemos el inicio del II acto de Parsifal, única aparición de Klingsor en la ópera a excepción de los tres versos que canta antes de morir, en la versión de estudio que grabó Rafael Kubelik en 1980. Franz Mazura es Klingsor e Yvonne Minton es Kundry.



Y ahora escuchemos la vigilia de Hagen en la voz de Eric Halfvarson.


Vídeo de Leuenzahn

En el artículo que le dediqué hace poco a Matti Salminen podemos escuchar su magistral interpretación de este mismo fragmento.

domingo, 30 de diciembre de 2007

Don Carlo en les Arts (29-12-07)


Según cuentan los que han asistido a varias funciones de este Don Carlo valenciano, la de ayer fue la que mejor resultado dio, de lo cual me alegro, ya que yo pude disfrutar de ella. Empezaré comentando la oscura puesta en escena de Graham Vick que me gustó mucho. El primer cuadro, en el monasterio de Yuste, es de una austeridad sobrecogedora, con la omnipresente cruz en el centro del escenario iluminada con velas. El resto de cuadros bajan un poco el nivel (aunque hay buenas ideas, como el uso de sombras durante el dúo entre Carlo y Eboli, cuando él cree estar hablando con la reina) hasta llegar a un espectacular auto de fe.

Gran parte del éxito es mérito de la fantástica labor orquestal, lo que ya viene siendo habitual en el Palau de les Arts (y que dure). En esta función el director no fue Lorin Maazel sino su asistente, el joven director australiano Kynan Johns, menos dado a los fortissimi atronadores, lo cual es de agradecer. El coro, como la orquesta, al altísimo nivel al que nos tiene acostumbrados. Cierto es que la producción les perjudicó, haciéndoles cantar el auto de fe desde el fondo del escenario, pero aún así estuvieron brillantes.

En cuanto a las voces, creí que iba a salir encantado con el elenco femenino y sin embargo fueron los hombres los que para mi gusto se llevaron el gato al agua. En cualquier caso, hay que destacar que los solistas se complementaban muy bien, pues todos tenían un volumen importante (Álvarez menos, cierto), lo cual no es muy habitual hoy en día. Debe ser que a Helga le gustan las voces potentes, porque ya llevamos unas cuantas en el Palau. Es toda una experiencia escuchar las voces de los cantantes traspasando sin problemas el muro sonoro de la orquesta, recomendable sobre todo para quienes tanto critican las minivoces, las voces de cien gramos y los cantantes de "primera fila", cuya voz no llega a la segunda.

El coreano Yonghoon Lee me gustó en el papel titular. Tiene una voz potente y un timbre oscuro muy bonito. No es un prodigio de la matización y la delicadeza, pero tampoco es un cantante plano, sino que consigue transmitir con su canto. Si a eso le sumamos la homogeneidad en el registro central y en el agudo (conseguido con gran facilidad, por cierto) y su entrega en escena, para mí estamos ante un buen tenor. Como principal pega, su registro grave totalmente entubado (estilo Galouzine), que le lastró en el último cuadro.

Lo mejor de la noche fue, para mí, el aria Ella giammai m'amó a cargo de Orlin Anastassov. Si su Fiesco en el Boccanegra de la temporada pasada me pareció correcto pero plano, su Filippo II es todo lo contrario, un ejemplo de canto con emoción de los que no es fácil encontrar. Bravo por él.

Carlos Álvarez, en la que ha sido su mejor actuación en el Palau, fue de menos a más, tras un primer acto en el que me resultó plano. Su mejor momento llegó en el tercer acto, en su despedida de Carlo y su muerte, donde realmente mostró lo buen cantante que es. En las escenas de conjunto se notaba que su volumen no es comparable al del resto del reparto y fue el único al que la orquesta tapaba en ocasiones, pero supo jugar bien sus cartas y acabó siendo justamente braveado.

El inquisidor de Eric Halfvarson da miedo, que es lo que toca. Una voz grande y profunda que contrasta perfectamente con la del otro bajo, Anastassov, lo que nos permitió escuchar un gran dúo en el tercer acto. Me pregunto si Halfvarson estará en condiciones de cantar otro papel a esta altura, el vibrato era más que notable, lo cual haciendo de nonagenario no es un defecto, pero en otros papeles sí lo será. Ojalá no sea así, es una voz que vale la pena escuchar.


A juzgar por el volumen de los aplausos, la preferida del público fue la soprano chilena Ángela Marambio. Si hablábamos antes del gran volumen de voz de todos los cantantes sorprenderá saber que en las escenas de conjunto su voz llegaba a eclipsar a las de todos los demás. Pero una voz así no es fácil de dominar y hubo bastantes afinaciones dudosas y momentos en los que se echaba en falta un canto legato. Su aria Tu che la vanità fue una gozada, pero lo cierto es que hasta ese momento no había conseguido convencerme.

De la mezzo Nadia Krasteva no hay mucho que decir. No tiene agilidades para cantar la canción del velo ni agudos para cantar O don fatale, así que dificilmente podía triunfar en el papel de Eboli. Aún así fue muy aplaudida, más incluso que Lee y Anastassov que estuvieron muchísimo mejor, lo cual no deja de ser sorprendente.