Un sabio errante de una época pretérita le dijo a su alumno: "Intenta acceder al interior de tu corazón -allí verás el mismísimo santuario celestial. Ambos son uno y el mismo: A los dos se accede por la misma puerta. Las escaleras que llevan al reino de los cielos están dentro de ti -se ocultan en el interior de tu alma". Y es verdad: Toda nuestra vida no es sino el intento de encontrar esa entrada maravillosa. Todos nuestros actos no son sino una humilde llamada a esa puerta oculta. Nuestra única esperanza es que quizás llegue un día en el que, como respuesta a nuestra llamada, oiremos una voz que diga: ¡ADELANTE! Porque está escrito: "Llamad y se os abrirá".
De esta forma, mística, religiosa, ingenua tal vez, definió el compositor Vladimir Martynov (1946) su obra COME IN!, compuesta en 1988. ¿Y como podemos definir dicha obra? Pues como mística, religiosa y quizá ingenua. Pero muy hermosa.
Escucharemos los dos primeros movimientos interpretados por Tatiana Grindenko al violín y el Ensemble Opus Posth.
Vídeo de iping507
9 comentarios:
En èpoques tan convulses, en els canvis inexorables que s'acosten, deixar de escoltar el soroll exterior, o el nostre soroll amb que ens protegim de la veritat, i deixar entrar aquesta música que toca, que entra a dintre com un filaberquí, fent cercles i endinssant-se poc a poc...es realment un bàlsam !
Moltes gràcies, Titus, desconeixia aquesta joia, i em sembla que la tornaré a escoltar moltes, moltes vegades.
M'alegre de llegir les teus paraules, Teresa. Jo també trobe que aquesta música té l'aspecte curatiu o regeneratiu que menciones. Em recorda a la d'Arvo Paart, en eixe aspecte.
Perdó, volia dir Pärt. Corren més els dits que el cervell, i més a estes hores.
A mi me recuerda a Elgar, muchísimo; Nimrod.
Pues no lo había pensado, y cierto parecido sí hay. De todas formas, Nimrod no me parece ni mística, ni religiosa, ni ingenua.
Una composición muy ingenua, algo mística, poco religiosa; bonita pero nada audaz para 1988
Muy ingenua, de acuerdo.
¿Algo mística pero poco religiosa? Bueno, eso es muy debatible. Para mí si uno decide encauzar su lado místico por el camino de la religión, esta engloba a aquella. Como Martynov es alguien muy religioso, diría que para él mística y religión son una sola cosa.
Poco audaz, también de acuerdo. Pero que conste en acta que para mí la audacia es una opción del compositor, nunca una obligación.
Yo diria que no es bonita sino profunda.Pues solo llegando a lo profundo del ser podremos descubrir la inmensidad silenciosa de ese recinto, donde mora la llama que aspira hacia lo alto.
Os doy el enlace a uno de mis vídeos donde con la música de Martinov, interpretada por el violinista letón Gidon Kremer,acompaño las imágenes de una etapa de mi viaje a Letonia.
https://www.youtube.com/watch?v=kfiWCwnd_1Q
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