A Cecilia Bartoli la amas o la odias. En mi experiencia en foros, blogs y similares he podido comprobar que es la cantante actual que más divide al público. Flórez, por ejemplo, gusta a la mayoría, pero otros le ponen pegas, que si es frío, que si no comunica, que si tiene 100 gramos de voz, siempre reconociendo sus virtudes que son innegables. Sin embargo a Bartoli hay quien le niega el pan y la sal, basta ver lo que se dice de ella por ahí para comprobar que para muchos es una máquina de hacer coloraturas (y encima de forma poco ortodoxa, a base de golpes de glotis) sin nada más que ofrecer. Hasta ahora creía que quienes opinaban así podían tener sus razones, que los gustos son muy subjetivos y que lo que a mí me parecía bien a otros podría parecerles un horror. Desde ayer, ya no. Ahora, cuando vuelva a leer lo de "máquina de hacer coloraturas" podré estar seguro al cien por cien de que eso es mentira, simple y llanamente. Cecilia Bartoli es mucho más que eso, es una cantante como la copa de un pino, con un dominio absoluto de su instrumento, con un saber hacer, una delicadeza en la línea de canto, una gama de recursos aplicados siempre de forma correcta, una musicalidad y una facilidad para conectar con el público y metérselo en el bolsillo que la convierten en una artista de primer nivel. Y a partir de ahí gustará o no, pero todo lo anterior existe, es real y de nada sirve negarlo.
El recital de ayer empezó con una primera parte que iba de lo más intrascendente, La regata veneziana de Rossini, tan de moda ultimamente, a lo más festivo, La danza, del mismo autor, pasando por la melancólica belleza de las canciones de Bellini. Fue en estas canciones, de canto spianato y carentes de adornos, coloraturas y demás artificios, donde Bartoli dio lo mejor de sí misma, donde mejor se pudo comprobar lo gran cantante que es. Me queda para el recuerdo su interpretación de Vaga luna, así como de la Canzonetta spagnuola rossiniana, a la que supo dotar de una serie de matices que me hicieron disfrutarla como nunca lo había hecho.
La segunda parte no alcanzó momentos de inspiración tan elevados como el conseguido con Bellini, pero a cambio finalizó con una serie de recursos cómico-escénicos muy divertidos que hicieron las delicias de un público entregadísimo. El canto tirolés de L'Orpheline du Tyrol de Rossini, la flamenquización de Yo que soy contrabandista de Manuel García o las onomatopeyas tamborileras del Rataplan de María Malibran son recursos que mal usados podrían caer en lo ridículo y que sin embargo quedan perfectamente integrados en el conjunto gracias a su saber estar sobre las tablas y a la ya mencionada facilidad para conectar con el público.
En las propinas, dos piezas de Curtis, Cara, ti voglio tanto bene y Non ti scordar di me, con el Canto negro de Montsalvatge en medio de ambas. En las piezas de Curtis volvió la magia de Bellini y el recital se cerró en su punto más elevado, como debe ser.
Destacable el sutil acompañamiento del pianista Sergio Ciomei, tan sutil que por momentos era casi inaudible. Antes de que algún malvado diga que lo hacía porque la voz de Bartoli es muy pequeña diré que no, que no es tan pequeña, que es lo suficientemente grande y está lo suficientemente bien proyectada como para poder enfrentarse a un pianista más vigoroso y a una tapa de piano abierta, pero es que no se puede tocar Malinconia, ninfa gentile como si fuese el Emperador de Beethoven, y en eso estuvo muy acertado Sergio Ciomei. Por cierto, ponía unas caritas que competían con las de ella, y cuando se puso una flor en la solapa su estampa era digna de ver.
A destacar también el llenazo especatacular en el Auditori, a pesar de la nula publicidad del acto, y el final apoteósico con la práctica totalidad de la platea (no sé si también del anfiteatro, no alcanzaba a verlo desde mi butaca) aplaudiendo en pie a la diva.
Os recomiendo que leáis la estupenda y detallada crónica de maac en Cantan Ellas para haceros una mejor idea de la Soirée Rossinniene de ayer.
Os recomiendo que leáis la estupenda y detallada crónica de maac en Cantan Ellas para haceros una mejor idea de la Soirée Rossinniene de ayer.
8 comentarios:
¡Bueno, bueno! Cuando hay tanto acuerdo en un cantante nos podemos felicitar todos. No puedo estar más de acuerdo con Maac y contigo. Creo que el secreto de Bartoli es que es una musicaza de los pies a la cabeza, y una personalidad desbordante que la acompaña. Como diría Pabluxi, transforma las notas en música. Con vuestras crónicas me siento como si hubiera estado allí. En Valencia tuvimos el placer de oírla acompañada de una orquesta de cámara que se atrevió a dirigir a cabezazos y zapatazos con un desparpajo que me dejó perpleja. Su voz corría sin problemas de volumen ni de otra índole. Como bien dices, esos gestos en manos de otros podía haber resultado chabacano, pero ella los transformó en arte.
¡Qué ganas!
Los que dicen que tienen la voz pequeña no la han escuchado en la sala de la Filarmónica de Berlín a reventar...
Donde se la escucha perfectamente en todo momento... Incluso en la parte trasera del escenario...
Que vengan a Cantan ellas, pero con lo tuyo ya se hacen una estupenda idea.
Como siempre y como en todo, amic Titus, no hay nada como el directo.
Viva la Ceci!
Quina enveja! Amb les ganes que tinc de sentir-la en directe... Se m'han fet les dents llargues pels teus comentaris (apassionats com es mereix la Cecilia). I tan propet com era el recital! Esperarem assabentar-nos-hi en una altra oportunitat. Gràcies pel teu comentari, que em fa ratificar-me en la meua adoració per Ella.
Qué pena Titus, no haber podido asistir. Aunque a mi Bartoli me encanta y coincido absolutamente contigo en las características de su voz, tengo el mal recuerdo de su última actuación en el Palau, en la que al parecer se encontraba indispuesta.
Te agradezco tu estupenda crónica, como siempre, da gusto lo bien que escribes.
Gracie mille!
Compartir mis opiniones con vosotros es una forma sacarle todavía más jugo al recital, así que soy yo quien debe agraderos vuestra visita y vuestros comentarios.
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